“Cristo murió por nuestros pecados. Fue sepultado y resucitó al tercer día conforme a las Escrituras” (1 Co 15: 3-4). ¡Si crees esto vivirás! El cristiano vive por fe. “Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron” (Jn 20:29).
La resurrección de Jesucristo demuestra su autoridad sobre la muerte, el pecado y los poderes del infierno. ¿Captas esta verdad? ¿Puedes contemplar el amor de Dios? La Biblia dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn 3:16).
¿Entregarías la vida de tu único, de tu amado hijo, para que otro se salvara? Yo no podría. Dios sí. ¡Dios lo hizo! Jesucristo murió por ti, por mí y por toda la humanidad para que tengamos vida, y para que la tengamos en abundancia (Jn 10:10).
Por causa del pecado la humanidad está separada de Dios. Jesús es el restaurador de nuestra relación con Dios. Gracias a su sacrificio en la cruz podemos entrar confiadamente al “Lugar Santísimo” para recibir misericordia (He 4:16). Ya no es necesario ir ante un sacerdote para confesar nuestros pecados, “y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Jn 2:1). Cristo derramó su sangre para limpiarnos de toda maldad. No hay pecado por horrible que éste sea que Dios no lave y olvide.
La muerte es el enemigo de la humanidad y el castigo justo por los pecados de cada uno (Ro 6:23). Sin embargo, Cristo venció la muerte para darnos vida eterna junto a Él. “Oh muerte, ¿dónde está tu victoria? Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón? Pues el pecado es el aguijón que termina en muerte, y la ley le da al pecado su poder. ¡Pero gracias a Dios! Él nos da la victoria sobre el pecado y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Co 15:55-57 NTV). Los cristianos vivimos con la gloriosa esperanza de la resurrección, porque nuestros pecados han sido borrados y fuimos justificados delante de Dios.
Después de su resurrección, Jesucristo vertió su Santo Espíritu en el corazón de todos los que creen en Él. El mismo Espíritu que resucitó a Cristo de entre los muertos es el que nos da la fuerza para apartarnos del pecado y vivir una vida que agrada a Dios. No pierdas el regalo increíble de salvación que Dios te ofrece a través de Jesucristo. Él dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Jn 11:25-26).
________________
Copyright 2017. Todos los derechos reservados. Si quieres leer otros artículos, sígueme: https://lilivivelapalabra.wordpress.com/ https://www.facebook.com/reflexionesvivelapalabra/
https://twitter.com/lili15daymar