Pregunta:
Tía Julia:
Le escribo esta cartita cuando estamos saliendo de una extraña primavera con mucho viento y frío pero bellas flores. Sucede que estoy viviendo un Calvario con 18 estaciones que me está cansando la salud de mis neuronas. Se trata de mi esposo Pito, un muchacho que nació en el pueblo de Luquillo y al que su mamá le bautizó como Lucas, pero yo le llamo Pito en la intimidad de la alcoba.
Mi distinguido esposo ha desarrollado una serie de changuerías como la de tenerle un verdadero terror a las funerarias y a los funerales. Es tan fuerte este síntoma, que ya no conduce por la calle Main para ir a la calle Franklin, porque según él se siente con ahogos cuando pasa frente a la funeraria De León donde a usted lo entierran bien, rápido y definitivamente.
Para este Día del Padre dijo que no deseaba ningún regalo, sino que un seguro de vida y nos forzó a celebrar un desayuno en el DD donde nos dijo que no hay cerca ni funerarias ni cementerios.
Olvídese de la calle Wethersfield que acá es más conocida como la “Avenida de la Carne” y los accidentes de peatones. Allí hay otra funeraria y cuando Pito la ve, le da una temblequera como si la noche anterior hubiese mezclado pitrinche con cerveza “Menea” la cual produce tremendas diarreas.
Hace poco el médico le pidió que se hiciera un MRI en el Hospital de Hartford y cuando lo estaban metiendo al túnel aquel donde el enfermo queda encerrado como un astronauta, a Pito tuvieron que sacarlo pa’ rápido ya que comenzó a gritar y tirar puños y patadas diciendo que lo querían enterrar vivo.
Yo trato de calmarlo diciéndole que cuente hasta diez, pero no se puede relajar. Ni siquiera se le puede hablar de velorios o funerales ya que según él, “eso” se pega. Le he sugerido que no piense en los embustes del Trump, pero le dan más escalofríos y la temblequera.
Ultimamente y por consejos de un terapista, está escribiendo cuentos que a mi me dan susto ya que los temas son siempre más siniestros que unas vacaciones en Ucrania y a una se le paran todos, pero todos los pelos de punta. Le envío el fragmento de uno muy breve que escribió el otro día cuando se asustó mucho al ver a un gato negro y no pudo dormir porque dijo que el felino le miró intensamente. Así dice el cuento.
“Ruperto tuvo problemas para abrir los ojos ya que estaban como pegados con glú, pero finalmente abrió uno y se dio cuenta que en el techo de su apartamento había ahora una ventanita o más bien un tragaluz, cuestión que le extrañó ya que usualmente las ventanas están a los lados y en las paredes. No podía moverse y por un instante pensó que se ahogaba. Repentinamente se dio cuenta que la ventana casi le tocaba la cara y vio a un tipo al que le dicen Mondongo que se asomó y como que lo miró con burla. Después vio en la ventanilla la cara mofletuda de su comadre Xenobia que estaba llorando y que le dio un beso al vidrio de la ventanita.
Repentinamente, Ruperto se dio cuenta que las paredes del apartamento eran muy estrechas y estaban tapizadas con tela. ¿Será un apartamento tipo estudio donde para entrar hay que hacerlo de perfil? se preguntó a si mismo. Repentinamente cerraron la ventana y el apartamento se oscureció y comenzó a moverse como un bote. Allí a Ruperto le cayó la gota fría colombiana por la elección de Petro y se dio cuenta de que algo andaba muy mal, aunque él estaba más quieto que una foto. Allí Ruperto cerró el ojo forever.”
¿Qué le parece? Tiene otros cuentos con nombres tales como “La noche ultra negra,” “El sótano sin puerta,” y “Yo y el gusano importado de Miami” que son más tristes que un chiste de mormones.
Yo no sé que hacer ya que este hombre quien, aunque nervioso, es trabajador y me atiende bien, pero sus pensamientos negativos me preocupan y me tiran hacia abajo.
Marta
Respuesta
¡Ay, Martita! Realmente tienes un problema que para resolverse requiere de mucha paciencia y terapias. Claramente Pito tiene pensamientos obsesivos acompañados de una fobia de madre a cosas o situaciones relacionadas con la “poderosa muerte” que ál alimenta con pensamientos angustiosos.
Aparentemente este muchacho sufrió un trauma brutal cuando tuvo que ir a la funeraria a los ocho añitos para ver, besar y despedirse de su padre que estaba tieso y frío. Esto de velar al cadáver y darle besos de despedida es la costumbre de los hispanos, pero NO recomendable para niños.
Sin embargo, influye también el factor de una madre muy protectora que no dejó a este joven madurar y hacerse hombre en el sentido más amplio de la palabra, es decir sacando pecho y echar pa’ lante contra viento y marea, cuestión que también hacemos nosotras las mujeres.
Pero fíjate que el lado positivo del problema es que está escribiendo acerca de sus temores y aunque no creo que consiga algún día el Premio Nobel de Literatura como Gabriel García Marques, se está desahogando de la cosa ésta que le amarga la vida y a ti te tiene todos los pelos de punta.
Sin ir más lejos hubo un escritor llamado Edgard Alan Poe que cantaba con un corcho en la boca y se ganaba los chavitos escribiendo cuentos de horror y misterio para un periódico de aquellos 1800 cuando no existía la cajita con pantalla también llamada el chicle mental que pone a la gente boba y obesa, o el texteo que no es recomendable por ocho horas al día.
Tanto escribió Alan Poe acerca de la muerte, la morgue, y cruentos asesinatos que feneció muy joven de alcoholismo.
Es que hay obsesiones de todo tipo y existen así personas que se obsesionan por el fin del mundo o de posibles ataques furibundos de arañas peludas o chinchas. Hay otros que desarrollan fobias al jabón y a las saludables duchas por la mañana, por la noche y después del acto. En otras palabras, estos individuos son como los gatos, alérgicos al agua que se duchan con la lengua.
Ahora, esto del terror a la muerte lo tenemos todos, pero bregamos con eso disfrutando de la primavera, los hijos y de otras personas.
¿No será que tu esposo esta mirando mucho para adentro y se ha ensimismado demasiado como un expresidente tostado repitiendo que ganó las elecciones y que es EL y solo EL el presidente, pero no ganó ná? Hasta la sobrina de este armatoste rubio dijo que el tipo sufría de narcicismo, alucinaciones y que era peligroso.
¿O es qué acaso tu esposo es como aquel tipo llamado Conde Draculón que le tenía fobia a la luz del día, al care’gallo y le encantaba dormir en ataúdes?
Yo no sé si ya le han recomendado las pastillitas verdecitas, pero creo que parte del tratamiento es sacarle esas ideas de encima.
No le permitas que lea los obituarios, aunque según cuentas, él si los lee admirándose de que no fallezcan tantos latinos. No le digas que no se ven tantos porque pagar un obituario en el Courant es como hacerse cuatro trasplantes de incisivos. Qué evite mirar en el Facebook los anuncios ofreciendo funerales en cementerios católicos o judíos porque son muy caros.
Lleva a Pito a la Parada Puertorriqueña que se realizará este año en agosto y no pasará frente a la funeraria De León. En el verano hay festivales en los parques y otras paradas y sentadas. Así, de a poco se mueven montañas como decía un filósofo chino de apellido Tsung y que era Mao menos.
Tu Tía
Comentarios a los Sabios Consejos de la Tía Julia:
Me llamo Freddy y ahora que estamos retirados, mi esposa ha pensado que nos mudemos a Texas donde vive una prima de la madrina de matrimonio. Yo no estoy de acuerdo por dos razones. Primero, porque ese estado sufre la crisis del sartén con los calores que vas más allá de los 115 F y la escasez de agua. También Texas me disgusta porque el gobernador es el republicano Abbott quien tal como el aparato de Florida de apellido Des Santis son tipos malos que Putín.