Avatar es una película originalmente lanzada al mercado occidental en el 2009 siendo recibida con gran entusiasmo por ese público, especialmente el estadounidense, convirtiéndose en el mayor éxito taquillero de esos años.
Este filme creado por una maravillosa tecnología y un abultado presupuesto llenó los cinemas y a todas luces satisfizo la caprichosa imaginación humana. Se sabe que esta joya de la fantasía cinematográfica, inspirada y dirigida por el canadiense James Cameron le tomó a este alrededor de 15 años llevarla a la pantalla y convertirla en un éxito económico.
No son mis aspiraciones en convertirme en crítico de cine, pero cuando otras personas se toman la molestia de señalar lo que ha estado ocurriendo en el mundo por siglos hay que usar el espacio para felicitar a los autores por su valentía. Y digo que son valientes por atreverse a hacer un filme, que además de ser un riesgo para el incierto paladar humano, se le añadió con cierto atrevimiento una fuerte dosis de realidad histórica, criticando la brutalidad de las conquistas por los poderes imperiales. Este filme con toda una gama de efectos técnicos es, para los amantes de la cinematografía, una verdadera obra de arte. Pero no sabemos si el argumento de la película (aunque Cameron admite que él escribió la
historia original) tiene la intención de reflejar el presente y el pasado de todos los pueblos saqueados y devastados por los históricos invasores imperiales
Avatar y su creador James Cameron le ofrece al público en esta criatura del cine moderno una versión de viejas y funestas prácticas las que nos tienen acostumbrados los intereses estadounidenses.
La película se desarrolla en el imaginario planeta de “Pandora” para el año 2154 donde una corporación estadounidense en esa incesante búsqueda de recursos para sostener su economía envía un numero de técnicos y científicos apoyados por una enorme cantidad de militares que poseían armas sofisticadas y
poderosas. Esta expedición conocía de la existencia de un mineral natural de incalculable valor en ese planeta (Pandora) y por ende sujeto a la codiciosa naturaleza de los invasores.
Pero este invadido planeta estaba habitado por indígenas que físicamente son una especie de antropomorfos con una cultura distinta, donde predomina una filosofía de amor a la naturaleza y la tierra (como nuestras antiguas naciones originarias). Los nativos del planeta “se ven a sí mismos como una parte integral de un gran ser vivo, en donde todos viven en una perfecta armonía natural, que es a su vez una interdependencia vital. Todos los seres vivos se ven como parte de un gran cerebro y consideran a su planeta como un gran ente, que piensa y se desarrolla.” (Cuevas y Batista).
Los originarios de este planeta eventualmente rechazan al invasor en un desigual combate ya que los extranjeros tienen recursos bélicos más sofisticados que los primeros, pero no contaron que todos los elementos naturales de Pandora se unieron en defensa de lo que era de ellos.
Este clásico ejemplo cinematográfico resalta lo que ha ocurrido y ocurre a través de la historia en nuestras naciones.
En el filme “Avatar” podemos “visualizar” y “sentir” como es que científicos extranjeros crean componentes genéticos, seres “híbridos” que eran similares a los originarios de Pandora, pero cuya voluntad estaba al servicio y los intereses extranjeros. Estos “híbridos” tenían la innoble tarea de aprender las costumbres nativas y luego convencer a estos de que las intenciones de los invasores eran nobles, intercediendo a su vez, a ceder las riquezas naturales a los “conquistadores” con poca resistencia. El Sr. James Cameron parece que visitó a la Isla del Encanto (Puerto Rico) para copiarse de nuestras propias aberraciones genéticas que se hacen pasar por políticos y lideres puertorriqueños. Cualquier semejanza a nuestro mundo actual es pura coincidencia.
Pero aquí abandonamos el guion de Avatar, pues dejaremos el resto de la película para el disfrute o disgusto de los que puedan verla. Esta película que no es más que una fiel copia de la realidad en que viven las naciones del mundo en el mismo siglo XXI, donde su única desgracia es poseer enormes riquezas energéticas, minerales y naturales… y que por el hecho de tenerlas se convierten en el blanco
de intereses transnacionales, personales y políticos de la depredadora clase imperial moderna.
Posiblemente este filme estuvo en las mirillas de los personeros del sistema que se oponen a un público más alerta y crítico. Ya sabemos que este logro cinematográfico impactó al público estadounidense, tanto así que se convirtió en el mayor éxito taquillero de la época. Lo curioso es que esta película se estrenó recientemente en China (once años más tarde que en occidente) y nuevamente capta la atención mundial convirtiéndola nuevamente en la película de más éxito taquillero. En el pasado se hicieron reseñas periodísticas de personas que se sintieron deprimidos pensando que el mundo de “Pandora” es imaginario y no se puede alcanzar. Pensar que esto no es posible sería minimizar las oportunidades del ser humano, pues si uno quiere sobrevivir tiene que exigirse un cambio radical en su percepción del mundo que lo rodea. El hombre (genérico) se tiene que integrar al mundo que lo rodea con ideas y acciones que le permitan salvaguardar su medio ambiente. Debemos tener aspiraciones a un mundo mejor aun cuando conllevé el sacrificio de un materialismo que nos conduce al desastre. Al igual que los aborígenes de “Pandora” tenemos que pensar en el bien común y sacar a latigazos de “nuestro propio hogar” a los mercaderes que velan solamente por sus propios intereses.
Avatar es un ingenioso ejemplo y atrevido reto a la capacidad del ser humano. Si posponemos nuestras acciones podría ser tarde para el bien comú