Pregunta
Querida Tía Julita:
Soy una muchacha más tranquila que un ojo de vidrio, al punto que mi hermano Ramón me ha dicho parezco una gata de yeso de burdel.
Gracias a Dios, he llegado sin problemas de salud ni mentales a los 28, aunque tengo una maravillosa hijita de siete años, producto de un desliz en Bayamón, la tierra del chicharrón. “Nadie es perfecta” como dice la superintendenta de las escuelas de Hartford a quien no la quiere el sindicato. Es que le están cayendo muy fuerte porque es boricua.
Resulta tía que un domingo de febrero pasado cuando estaba muy frío y todavía usábamos máscara, después de la misa que había oficiado un sacerdote bien viejito (ya no quedan muchos), me llamó la atención un muchacho que me miraba y me hacía cucas monas como candidato durante las campañas electorales, es decir son todo sonrisas, abrazos y después, si te he visto no me acuerdo.
El joven e pareció bien, a pesar de que tenía los ojos medios achinaditos, pero una cara graciosa. No pasaron muchas misas hasta cuando mi amiga Yaloshakira me lo presentó y así comenzamos a salir los tres, pues a pesar de mi hija, soy una muchacha seria.
El tipo se hace llamar llama Chachán y trabaja como guardia de seguridad de estos camiones blindados donde recogen el dinero en Wal-Mart. Nos comentó acerca de su revolver Colt .45 cargado y como diariamente con sus compañeros, entran y sacan las bolsas con el billete y las monedas.
Por el paso inexorable del tiempo llego abril, y un día en que fuimos a Piolín aquí en la New Britain y esperábamos a mi amiga, Ramón me declaró su amor diciendo lo de siempre, “tú eres la muchacha ideal por mi deseada desde hace mucho tiempo. Me sales en los sueños hasta cuando me quedo dormido dentro del camión blindado apoyado en la ametralladora de servicio para casos de emergencias. Cuando te veía comulgando en la misa, el corazón me caminaba más rápido que un meteoro.” Eso me dijo.
Un día y aun sin intimar dada mi pasada experiencia en Bayamón, llevé a Chachán a mi casa para conocer a mis papás, mi hijita Celianelsa , a mi hermano Silvio a quien le decimos cariñosamente Mogote, y a mi gatito Chimboro, un animalito muy lindo de la raza angora y; ¡oh casualidad! tiene los ojos parecidos a Chachán.
Todo estuvo bien, mis padres hablaron con el muchacho y Mogote también. Mientras tanto observé a Chachán, aunque a él gusta que le digan Chachy.
Tía, el tipo no le quitaba los ojos de encima a mi gatito, observándolo con una mirada extraña y sus ojos brillando de una manera sobrecogedora.
Durante la comida en la que mi mamá hizo pernil con arroz y gandules, mi hermano le preguntó a mi enamorado si en su país comían cuyes, a lo que éste respondió que si. si se combinaban con arroz verde. Yo inocentemente le pregunté que eran los cuyes, y mi hermano que tuvo una enamorada peruana, riéndose me dijo que eran unas ratitas que crían en la sierra.
Tía, tuve que pararme para ir al baño y eso me dio mucho asco. Cuando regresé a la mesa, Mogote y Jeffy estaban hablando acerca de la carne de gato. Mi enamorado dijo con naturalidad y sin arrugarse, haberla probado varias veces agregando que en su tierra era una comida muy solicitada de gourmet.
Desde ese día no he querido saber más de este muchacho porque a mí me parece un criminal pues si come carne de gato, también saboreará la de perro, la del caballo, y la de las ratitas. A pesar de sus ojos semi felinos Chachán me agrada, pero me niego a tener relaciones con un come gatos.
Gracias de antemano por sus consejos.
Armanda
Respuesta
Querida Armandita:
Aquí estamos lidiando con una cuestión cultural y te digo esto para colocar las cosas en un contexto racional, exento de emociones y sentimientos enjutos o cenceños. Sinceramente jamás he comido cuyes, carne de caballo, ni de gatos, pero en nuestra cultura es increíble como nos agrada el lechón, al que en otros países y culturas le dicen cochinos, chanchos, marranos y puercos.
Si alguna vez has observado a estos animalitos que nos alegran las Navidades, a ellos les encanta el barro y comen cualquier tipo de basuras y aun se dice que son carnívoros como sus primos carnales los jabalíes.
La cultura judaica no acepta que se coma el lechón porque lo consideran un animal “inmundo” y por lo tanto no gustan del chicharrón, los cochifritos, ni menos de las morcillas. Sin embargo, se deleitan con la carne de cabritos y de ovejas.
Para que veas como se cuecen las habichuelas, en Japón les encanta el cerebro de los monitos que produce la viruela nueva y según me dijo un caballero que viajó a ese país, en ciertos lugares comen lagartos y arañas. ¡Vaya a saber una que les sirven a los turistas cobrándoles un ojo de la face! Por otro lado, en la India, no prueban la carne de vaca por razones religiosas que tienen que ver con la reencarnación, ni tienen servicios higiénicos.
En la China, comen sopa de murciélagos y dicen que por allí vendría el Covid-19 y las decenas de variantes que mal rayo parta.
El punto es Armanda es que no debemos ser tan duras para calificar lo que comen en otros países y que el hecho de que saboreen los cuyes o gatos, no les debiera descalificar como personas decentes. Por lo que sé, los ojitos achinados no tienen nada que ver con lo que comen en esa región del planeta donde se inventó el pisco; sino que son los rasgos asiáticos de nuestros ancestros.
Ahora estamos en los Estados Unidos donde comemos cosas sintéticas y nos deleitamos con productos que tienen una alta cantidad de contaminantes, tóxicos y plásticos. A las pobres langostas las lanzan vivas al agua hirviendo y hay gente a las que no le importa.
Yo te recomendaría hables acerca de este punto con tu enamorado y le aclares acerca de cómo te sientes con eso de los gatos y los cuyes y la repulsión que te provoca utilizar estos animalitos en guisos cotidianos en circunstancias de tu preferencia por el mondongo
Si el muchacho te quiere, te asegurará que tu gato angora no corre peligro y no te obligará a comer ni cocinar felinos domésticos ni especies cercanas a las ratas.
Espero que las cosas culinarias se aclaren y averigua gugleando en el Internet acerca de los cuyes.
La Tía Julia
Comentarios a los Consejos de la Tía Julia. Mi novia le tiene miedo a la viruela del mono y ahora usa desinfectantes mucho demasiado y tengo que bañarme dos veces antes y después del acto. Yo le he jurado que nunca he tenido sarpullidos en la piel en ninguna parte del cuerpo ni menos allí, salvo una vez que me dieron alfombrillas. Es que la gente se atemoriza con esto de la guerra, la escasez de leche para baby y lo del nuevo meteoro. Es que no somos nada. Lorenso de Hartford.