No fui el testigo de las masivas demostraciones de fines de la década de los 60,’ en medio de la lucha por el respeto de los derechos civiles de la población afroamericana y latina, pero si las imágenes y noticias muestran encuentros violentos entre la policía y los manifestantes en el Norte de Hartford. He visitado el lugar donde de acuerdo a Antonio Soto, María Sánchez y Olga Mele, estaban situadas las miserables viviendas en las cuales se hacinaba a cientos de familias puertorriqueñas que llegaban a la capital del estado para reunirse con los padres de familia que trabajaban en las fincas del tabaco.
Ratas, cucarachas, techos en malas condiciones, pobreza, miseria, y delincuencia llevaron a perpetrar incendios y saqueos acompañando a la exigencia de respeto por lo derechos civiles
Desde mi país observaba en televisores en blanco y negro estos acontecimientos que rompían con la imagen idealizada que teníamos de unos Estados Unidos donde según las Selecciones de Reader Digest reinaba la prosperidad, los automóviles, bungalow y lujo. También nos sorprendía la violencia con la que grupos racistas en Boston agredían a ciudadanos afroamericanos y ver la acción de la policía usando perros policiales y macanas para atacar ferozmente a los manifestantes.
¿Qué sucedía en los Estados Unidos nos preguntábamos?
Hoy esas imágenes a pleno color y a través del plasma y las redes sociales traen a mi memoria aquellos recuerdos que poco después se agregarían estas protestas de los millones que se oponían al envío de jóvenes reclutas a luchar en la guerra de Vietnam, supuestamente en defensa de la democracia.
Pero hoy la visión de las actuales protestas observadas por los ciudadanos de esta nación es cruda y preocupante, sobre todo la imagen de un afroamericano de Minneapolis en el suelo a quien un policía blanco impide con su rodilla en su cuello el flujo normal de sangre hacia el cerebro. La victima que clama por ayuda ya no puede respirar falleciendo de asfixia después de la horrible y dolorosa agonía de no tener oxígeno.
Fueron nueve minutos que nadie de nuestra generación va a olvidar y en los que el policía blanco parece satisfecho y orgulloso de su acción observado por tres impasibles guardias que no actúan en defensa de la víctima.
Parece una escena surrealista de una película futurista donde la violencia la ejercen sin piedad quienes están supuestos a proteger a la sociedad civil.George Floyd estaba también infectado por el coronavirus-19 que ha afectado gravemente a la población afroamericana a la que se le ha privado de mascaras y esfuerzos de prevención a través de estaciones de exámenes para verificar la presencia o no del virus.Todo esto se ha implementado en los barrios pobres demasiado tarde. Lo acontecido a George Floyd es entonces una doble desgracia.
Sin embargo, las demostraciones en Hartford han tenido ciertas características que las diferencian de los brotes de violencia de fines de la década de los años 60.’
Estas ha sido su carácter pacífico y cívico; la inclusión de policías en las mismas demostraciones no ha sido para reprimir, sino que para ser parte de estos encuentros multirraciales; y un sentido de dolor comunitario en el que han participado niños, jóvenes adolescentes, adultos y adultos mayores de todas las razas.
“Para mi hija de 12 años estudiante en el sistema educacional de Hartford y que no tiene una computadora para recibir servicios educacionales, esta es una oportunidad de aprender a protestar sin violencia y una forma de educación cívica,” dijo Marta Figueroa quien concurrió con las mascarillas a la demostración.
Para los legisladores de Hartford asistentes a una demostración pacifica efectuada ayer jueves 4 de junio a las once de la mañana en las escleras norte del Capitolio Estatal, la muerte de George Floyd es nada mas ni nada menos que la culminación de un sistema racial que ha discriminado discrimina y continúa discriminando a millones de descendientes del infame sistema de la esclavitud impuesto a través de decenas de años por los estados racistas del sur de los Estados Unidos y que no acaba con la derrota del ejercito esclavista en la guerra civil, sino que ha proseguido clandestinamente a través del KKK y ahora los grupos neonazis.
El asesinato del ciudadano Floyd es el elemento que precipita una crisis latente a la cual, y de acuerdo a Robyn Porter, “el presidente supremacista Donald Trump piensa aplastar por la fuerza de tropas del ejército.”
A los legisladores Porter, demócrata de New Haven y Hamden, vicepresidente del Comité del Trabajo de la legislatura; Brandon McGee, presidente del caucus progresista afroamericano y puertorriqueño; y Anne Hughes, vicepresidenta del caucus Progresista; se unieron cientos de trabajadores descritos como “esenciales” que han estado en la primera línea de respuesta al virus. Ellos son los empleados de hospitales, tiendas de venta de productos alimenticios, trabajadores de agencias que ayudan a ciudadanos afectados por discapacidades físicas y mentales que han arriesgado sus vidas, permitiendo cierto nivel de normalidad ante esta crisis que se extiende por más de dos meses.
En otra de las demostraciones donde la policía no hizo uso de la fuerza, sino que dialoga con los manifestantes, las personas que protestaban por el asesinato de Floyd y el racismo en esta sociedad bloquearon por más de media hora la carretera interestatal 84.
Los manifestantes ocuparon la carretera poco después de las seis de la tarde de este pasado lunes impidiendo el tráfico de vehículos, obligando a la policía a cerrarla y desviar el tráfico.Hombres y mujeres participantes en el acto de protesta y desobediencia civil se arrodillaron con las manos en alto gritando las consignas “No puedo respirar,” “no me presiones el cuello,” que fueron las palabras con las que el mártir George Floyd intenta salvar su vida ya amenazada por el virus corona.
La policía no hizo uso de la violencia y mas bien actuó protegiendo a los manifestantes que se retiraron pacíficamente después de media hora. En ocasiones los policías estatales unieron sus manos con los que protestaban.
Esa misma mañana del lunes pasado, un numeroso grupo de manifestantes que incluían mujeres y niños llegaron al centro de la ciudad desde el Norte de Hartford y ocuparon pacíficamente las escalas del Capitolio estatal.En la actividad hizo uso de la palabra el Rev. Henry Brown quien ha sido un activista en contra de la violencia provocada en las calles por pandillas juveniles y traficantes de droga. Este expresó su satisfacción porque los actos de violencia no han afectado los vecindarios ni a los ya castigados negocios y comercios por las restricciones del virus.
Definitivamente no es la dinámica destructiva y desesperada de la década de los años sesenta porque hoy las autoridades policiales animan el dialogo y la coexistencia.
Pero no todo es así. Donald Trump está exigiendo a la fuerza publica proceder a arrestos y represión por lo cual el gobernador Lamont dijo el pasado lunes que lo que decía Trump era simplemente “echarle gasolina a las llamas,” agregando que en Connecticut las fuerzas del orden y protección de la ciudadana solidarizan con los vecindarios y la comunidad.
Por su parte autoridades policiales han dicho y repetido que lo ocurrido a George Floyd es algo completamente injustificable e innecesarios. “No somos adiestrados en la Academia de la Policía a asfixian con fuerza a un ciudadano indefenso que clama por su vida y esta desarmado.El que asesina a George Floyd y los otros tres que observaron de un modo impasible el crimen, no han fallado únicamente a su juramento de garantes de la ley, sino que han fallado como seres humanos.
En estas iniciativas de protestas pacificas los organizadores no han solicitado discursos de políticos.