El título de este artículo es una de esas frases que por las continuas advertencias familiares se graban eternamente. Hoy le di el reconocimiento que la frase se merece. Son muchos los momentos en la vida donde uno tiene que tomar decisiones importantes y esas palabras emanan espontáneamente, siempre estando como referencia, para que la podamos utilizar adecuadamente. Estas le ofrecen a uno la seguridad de que está en lo correcto, aunque reconozco que el engaño tiene muchas máscaras y nadie es infalible a cometer errores o ser burlado.
Quizás por costumbre a mí me gusta conocer todo lo más posible con quien comparto, quizás para saber en quien confiar y de quien yo deba prescindir. Este ejercicio todos lo hacemos. Algunas veces con mucha sensibilidad y otras con poca disciplina, todo depende del grado de interés que puedas tener en el objeto o sujeto de atención.
La política, como evento importante en la vida de los seres humanos es uno de esos asuntos que todos debemos prestarle atención. No soy fanático ni de la política(politiquería) ni de los politic@s. Soy fanático de la honestidad, de la justicia y de la igualdad. Algún ignorante me acusará de idealista o de hipócrita, el tiempo me dará la razón, así espero. Pienso que no estamos en tiempos de dispararle a pajarracos de poca monta, es tiempo de pensar y luego cuando llegue el momento: actuar.
En estos días difíciles en que estamos viviendo, se hace muy difícil entablar conversaciones presenciales de interés común. Una de las más positivas costumbres de nuestra nación es que todos hablamos, hasta por los codos y si tenemos un sabroso café de frente, extendemos el parloteo hasta el siguiente día. Pero asuntos de política y de religión son temas en que la gente enmudece, creo yo, por ese temor inculcado por siglos. Menos mal que puedo desahogarme a través de estas irreverentes letras.
Calmo mis tensiones con un inexistente dialogo con la pantalla de televisión o la cajita del radio. Realmente lo que me permite, algo parecido a un dialogo, es la veterana pantalla del internet, donde me puedo comunicar con el mundo exterior o más bien el mundo exterior se comunica conmigo. El teléfono, tan fiel como mi perro, me mantiene al tanto con viejos amigos y otros familiares.
Pero luego de estas extrañas confesiones tengo que admitir que la política continúa haciendo estragos en mi estado de ánimo, especialmente los politiquer@s que hacen alardes de querer a su pueblo.
Estos artífices de la maldad, en este caso particular, los del Partido Nuevo Progresista, son ofensivos a la dignidad del ser humano e insultan a mi pueblo constantemente. No tienen pudor ni vergüenza mintiéndole a todos, ya sean niñ@s, jóvenes adultos o viejos. Viven con un enfermizo e insaciable afán de supremacía que yo jamás me hubiese imaginado. Han demostrado estar dispuestos en esa locura de poder de hacer vilezas contra un pueblo aturdido, contra un pueblo noble, con un pueblo de metas sencillas que no ha reconocido que la verdadera soberanía es lo único que podrá librarnos de esas sabandijas.
Recientemente he visto anuncios políticos en la televisión local donde se promociona el anexionismo como el vehículo para conseguir la igualdad. Esta soberbia mentira se repite y se repite por todos los mediocres y charlatanes que engañan a nuestra gente o por los fotutos que ignorando los hechos y la historia berrean estupideces sin razonar o entender lo que dicen.
Hace un par de días vi otro anuncio político del PNP. Me llamo la atención porque es uno de los anuncios mejor preparados que yo haya visto por mucho tiempo. Escenarios isleños de nuestro encanto típico, músicos que uno a uno, tocaban diferentes instrumentos con esplendida delicadeza.
Interpretaban el himno nacional de Puerto Rico (el oficial) dándole paso a un hiriente y ofensivo final. Pedro Pierluissi, candidato a gobernador por el PNP, el mismo individuo que tomó por asalto la gobernación de Puerto Rico un año atrás, para ser removido 5 días después por violar la Constitución, se convirtió por arte de magia en defensor de los símbolos nacionales, descubriendo que en el corazón de todo puertorriqueño se siente la Borinqueña. Por poco lloro ante esas loas a nuestro nacionalismo. El cínico, insolente e hipócrita candidato no respeta nada. Este pichón fascistoide, incondicional a los bonistas buitres, que se esconde todas las noches detrás de su bandera extranjera, habla de su inexistente amor por Puerto Rico. Predica igualdad y seguridad, pero su historial confirma lo opuesto. La igualdad que el cacarea es para continuar su contubernio con los centros de poder económico, para seguir el saqueo inmisericorde a nuestro pueblo. Ese es el único “amor patrio” al que se refiere ese candidato. Busquen su larga historia de “servicio” cuando aumento su valor económico 27 veces en los 8 años de servicio público.
Ese fervor patriótico recién adquirido es otra ilustración de las pervertidas maquinaciones de este candidato. Este camaleón político, otrora defensor de la infame Junta Fiscal en Puerto Rico y pasado asesor legal de esta, ahora levanta la bandera puertorriqueña demostrando “su amor patrio”. Hipócrita.
Para terminar con mi frustración tenemos a la también candidata del PNP, la Comisionada Residente, Jennifer González, la otra parte de la dupleta anexionista y una de esas retrogradas puertorriqueñas que defiende al presidente Donald Trump con ardiente pasión. Esta republicana con ningún valor moral o un mínimo de decencia defiende al presidente estadounidense.
¿Me pregunto cómo puede ella representar a millones de puertorriqueños y otros grupos minoritarios y no caérsele la cara de vergüenza?
Pedro y Jennifer: Conociendo con quien se juntan, les puedo decir quiénes son.