En marzo pasado el presidente Joe Biden se negó a enviar tanques de guerra a Ucrania, alegando que eso podría desatar la tan temida Tercera Guerra Mundial. Entonces el senador republicano Lindsey Graham, un auténtico bisexual político, se lleva tan bien con Biden como con Donald Trump, lo convenció, en enero enviamos los tanques.
Los tanques de guerra están en camino, entonces Washington acusa a Rusia de violar tratados sobre armas nucleares. Como Moscú “violó” tratados, no hay razones para que Washington siga “respetándolos”, Ucrania es un peligroso campo minado.
Ahora Biden se niega a enviar aviones caza bombarderos F-16, pero Graham ya inició su campaña para enviarlos. El presidente nunca ha resistido la “tentación” de Graham. Con los tanques, Biden tardó 10 meses en cambiar de opinión, ¿cuánto tardará para enviar los aviones F-16? Una guerra con Rusia, sin tratados nucleares, resulta escalofriante.
Si nuestros tanques de guerra y bombarderos atacan a Rusia, es imposible negar que sostenemos una guerra abierta. Lo que a simple vista lucen como ventajas en esta guerra, son los principales peligros, no muere ningún soldado estadounidense y Washington controla toda la narrativa del conflicto.
Donde hay soldados estadounidenses envueltos, la prensa estadounidense se envuelve, investiga, saca a la luz cosas que ahora nadie sacará, porque las vidas estadounidenses no peligran ahí.
Con Washington controlando toda la narrativa, aumentan las posibilidades de que ellos mismos se engañen y terminen engañándonos a todos, en ese caso las consecuencias pueden ser funestas.
Y todavía resulta mucho peor el hecho de que no tenemos división política en este tema, tenemos dos partidos guerreristas, absolutamente nadie se opone a esta guerra. Ambos partidos cooperan mejor durante las guerras.
Ayer apoyábamos nuestros soldados en batalla, hoy apoyamos un enfrentamiento entre potencias nucleares sin restricciones, resulta sencillamente escalofriante.