Apreciadísima Tía:
Nunca imagine que debería pedir ayuda profesional y usted la brinda con sabiduría y humor. Soy un muchachon de 30 y mas que he gozado de la vida y me he metido con muchas mujeres por corto o mediano tiempo. La ultima me engaño con un primo y me senti mirado en menos y mas triste que la Melania, esposa del tostado que desea volver a la presidencia el 2024. Este cree que la gente es idiota y tiene mala memoria.
Trabajo en lo que se llama paisajismo con un socio y tenemos muchos clientes viejolos a los que les cortamos el pasto, las hojas en otoño, y la nieve en los fríos inviernos. Yo tengo mi propio vehículo para cargar, las herramientas y un cochecito del 2021 con el que me luzco los fines de semana ya que tiene cuatro tubos de escape y ese ruido me enerva.
Hace tres domingos estaba mirando uno de los universos en una cosa que llaman playa en Connecticut, cuando cerca de mi se desplazo una jubia bien blanca que sin exagerar se parecía a la JLo -que ahora se caso con el gringo que la abandono en la víspera de la boda- puso una toalla en la arena y sobre ella deposito su escultural cuerpo. Me extraño mucho demasiado que esta belleza no trajera un quitasol porque el sol estaba mas caliente que una alcapurria y sicereamente temi por su salud corporal.
Tia, a la media hora, la gringa estaba mas colorada que una langosta y con cortesia y en mi mejor ingles le dije si necesitaba un quitasol a lo que ella me contesto de un modo estrujado que su novio ya venia con el carrito.
Frustrado en mi intento de buscar conversación, me arroje a las aguas de Rocky Neck observando si en las cercanías se veía la aleta de algun tiburón, aunque no creo que estas playas les llamen la atención, aunque un salvavidas me informo que muchas especies marinas buscan las aguas frías debido al calentamiento global. La verdad es que sali tiritando y, ¡Oh sorpresa!, la gringa estaba sentada en la toalla y seguía mas colorada que una guinda y me pregunto con una sonrisa calida, si el agua estaba fría. Yo estuve a punto de responder que estaba caliente, pero que yo sufría de escalofríos espasmódicos.
Finalmente y mientras hacia unas calistenias para lucir mi cuerpo atletico, le respondi que no era tanto, pero le insiste en que se cuidara su hermosa piel porque el care’ gallo castiga fuerte.
Alli entablamos una conversa, compartimos mi quitasol y ¡Oh sorpresa! Cuando le pregunte por su novio me dijo que no tenia y si yo le hacia el favor de ponerle una crema sobre la piel porque se habia excedido con el bano de sol. No tuvo que repetirlo y despues de la experiencia me vi en la necesidad de pedir permiso, corre a la playa y zambullirme por lo del paquete que menos mal con la frialdad de las olas volvió a la normalidad.
Para hacer el cuento corto conversamos y a las pocas semanas intimamos en mi departamento. Tia, desde aquel día estoy mas contento que si me hubiera sacado la Mega y la blanquita ya se mudo conmigo. Sin embargo, y ¡Oh sorpresa! Tiene costumbres extrañas y al mudarse trajo a un perro. Todas las mananas la acompano a pasear la canino y cada ves que el condenado defeca, ella con una gran paciencia recoge las deposiciones con una servilleta y los guarda en su cartera. En lo de las duchas es descuidada y no se lava diariamente su hermoso cabello rubio que cae con generosidad en sus ojos verdes durante el acto.
He tenido que acostumbrarme a poner su ropa en la lavadora porque deja los pantis tirados lo cual no me importa, pero hace dos días me dijo que tenia un atraso. No puedo creerlo porque yo uso el preservativo y ahora se me estan ocurriendo cosas…hummm. Conmigo ha cambiado y esta mas brusca y a veces la escucho hablando en ingles por el celular.
Tia, yo la quiero, pero las sombras de la duda obnubilan mi pensar y me estoy comiendo un cable con lo de las deposiciones del perro en la cartera y el olor que hay en nuestro cuarto. Por favor aconséjeme porque estoy frustrado.
Romilio
Respuesta
Mira Romi, tu historia llama la atencion
“Yendo al punto” como decía mi maestra de gramática y sintaxis allá en el hermoso pueblo de Barceloneta, debo confesarle que soy educadora en una escuela elemental en un pueblo que prefiero mantener en secreto ya que de allí es mi novio. Este muchacho que también enseña, pero matemáticas, tiene, dice, una vocación innata de poeta y a mi me conquistó con unos versos que aun guardo y que no me parecen mal, quizás porque se refieren a mi persona, pero que, hablando francamente, no creo que den para que se haga un poeta de alturas.Una amiga mía que enseña en Central Connecticut University, me dice que el problema es que su calidad poética es inconsistente ya que en algunos de sus versos comienza a volar como las águilas y en otros se parece a una gallina embarazada, es decir, anda volando bajo. Me permito enviarle una oda que me dedicó recientemente para mi cumpleaños para que usted vea como se bate el cobre.
Oda a mi amada mía
¡Oh! Dulce y fantasiosa gacela,
Te me escapas de mis dedos,
Alucino siempre tu nombre,
al entregarme a Morfeo,
Tu voz cristalina me despierta,
Y libera mi conciencia,
Que me obnubila al estar nublado.
“Casi,” “casi,” es mi apellido,
¡Oh! Si pudiera alcanzarte,
Cuando alzas tu vuelo raudo,
Y te vas al trabajo,
Surcando el espacio, persigues al aire,
Y yo humilde mortal,
te miro desde el suelo,
Y aunque trato, no logro llegar,
Múcura juguetona,
Resbaladiza golondrina,
Siempre sueño contigo.
¿Qué les parece? Como me la dedicó, la acepté, pero hay cosas que dice en el poema que no pegan ni juntan. A algunas de mis amigas les gusta la primera estrofa, pero encuentran que, en la segunda, especialmente cuando me compara con una múcura y me trata de resbalosa, se le va la mano y lo que hace es jugar con las palabras sin ni siquiera revisar bien el diccionario. ¿Será este el problema de los matemáticos e ingenieros quienes, dicen, son más aburridos monótonos que una tarde de domingo con lluvia?Quiero que me aconseje y ayude a orientar a este muchacho que, de ser bueno, es bueno, pero que con esto de sus poesías se pone más cargante que un refinanciamiento al 22%. El otro día me dijo que publicara un libro dedicado a mí con sus obras incompletas.
Sinceramente,
Mildred
Julia
Comentario a los sabios consejos de la Tía Julia.
Soy un tremendo nadador y como necesitan salvavidas en Connecticut pensaba aplicar, pero ahora estoy asustado por lo que le pasó a este muchacho Zach Gallo que tuvo que agarrarse a pescozadas con un tiburón quien se lo quería comer crudo. Yo soy valiente, pero no tanto. Ahora busco empleo de verano en piscinas. Braulio de Milford.