Charles Duelfer no ha vuelto a Irak desde que concluyó en un informe de la CIA que no había armas de destrucción masiva, el pretexto con el que EE.UU. invadió el país árabe hace ahora 20 años, debido a los errores de Inteligencia.
Y esto pese a que posiblemente Duelfer es el responsable estadounidense que mejor ha conocido el funcionamiento del régimen de Sadam Huseín (1979-2003).
En una entrevista con EFE, explicó que Bagdad nunca llegó a entender bien cómo funcionaba Washington, del mismo modo que EE.UU. tampoco comprendió la lógica iraquí, algo que tuvo consecuencias nefastas para Irak.
En el año 2000, los estadounidenses se habían quedado “ciegos” en Irak tras el fin de la misión de inspectores de la ONU, Unscom, encargada de verificar la eliminación de las armas de destrucción masiva en manos del régimen de Sadam; un equipo del que Duelfer fue vicepresidente desde 1993 hasta su disolución.
Por este motivo, la Inteligencia de EE.UU. se basó en “muy pocos datos” para asegurar que Irak tenía ese tipo de armas y convenció al presidente de EE.UU., George W. Bush (2001-2009), de la existencia de ese armamento. “No es que el presidente Bush se lo inventara”, puntualizo Duelfer.
Todavía en la memoria de muchos quedará la famosa presentación del entonces secretario de Estado, Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad de la ONU poco antes de la invasión, en febrero de 2003, donde defendió la intervención estadounidense.
Habían pasado más de dos años de los atentados del 11-S y EE.UU. temía un nuevo ataque terrorista de Al Qaeda, que en aquella época Washington vinculaba al régimen de Sadam, aunque no podía estar más equivocado.
En su presentación, Powell usó datos que los responsables de Inteligencia le habían garantizado que eran creíbles: fotos, mapas y conversaciones telefónicas interceptadas de altos mandos iraquíes.
Dudas y escepticismo sobre las armas de destrucción masiva
Los informes que tenía el titular de Exteriores estaban fundamentados en el testimonio de desertores iraquíes “de poco fiar”, apuntó Duelfer, a quienes EE.UU. investigó con un cierto escepticismo, pero no lo “suficiente”.