Hace unos días me encontré con Julio, un Viejo amigo, a quien todos recordábamos por su pronunciada barriga. Al verlo, lo noté un poco desconcertado y le pregunté: ¿Qué te pasa Julio, parece que tienes alguna pena? Si supieras,…He fracasado una vez más en mi intento de bajar la panza”. Me pareció una Buena oportunidad para tomarme un café con Julio y que me contara que fue lo que pasó.
“Bueno, ya que mi esposa está de compras te lo voy a decir”: Tenía fe en que podía bajar la pancita… Hace unos días, luego de mi cumpleaños, mi mujer me regaló un cupón válido por una semana de entrenamiento personal en un buen gimnasio local. Independientemente de que yo esté en excelente forma, pensé que era una buena idea para intentar detener ese proceso de “barriguita” que a todos nos ataca. Llame al gym e hice mi reserva con una “Entrenadora Personal” llamada Carlota, quien se autodescribió como una Instructora de Aeróbic de 26 años, modelo de trajes de baño y ropa deportiva. Y al gym me recomendó que llevara un diario para ir documentando mi progreso. Todo lo que escribí en dicho diario aquí se los presento:
Julio me permitió leer el diario y esto fue lo que él escribió:
Lunes: Empecé mi día a las 6:00 A.M. Bastante difícil levantarse de la cama a esa hora, pero todo cambió cuando llegué al gimnasio y vi que Carlota estaba esperándome. Parecía una diosa griega: rubia, ojos celestes y una gran sonrisa, con unos labios carnosos y espectaculares. Carlota me hizo un tour y me mostró los aparatos y me tomó el pulso después de 5 minutos en la bicicleta fija. Se alarmó de que mi pulso estuviera tan acelerado, pero yo lo atribuí a ella, vestida con su malla de lycra metida en su cola, que estaba muy cerca de mi… Disfruté bastante viéndola dar su clase de Aeróbic, después de terminar mi inspirador día de ejercicio. Carlota me estaba motivando cuando hacia yo mis sentadillas, a pesar de que ya me dolía la barriga de tanto meterla para adentro, cada vez que Carlota pasaba junto a mi…
Martes: Me tome dos jarras de café, pero finalmente logre salir de la puerta de mi casa. Carlota hizo que me recostara boca arriba, me puso a levantar una pesada barra de metal y después se atrevió a ponerle ¡¡¡pesas!!!. Mis piernas estaban un poco debilitadas por la cinta, pero logré completar. !UNA MILLA COMPLETA! La aprobadora sonrisa de Carlota y el guiño cómplice que me realizó hizo que todo valiera la pena…¡me sentía fantástico!… era una nueva vida para mi.
Miércoles: La única forma como conseguí lavarme los dientes, fue poniendo el cepillo sobre el lavatorio y moviendo la cabeza a ambos lados encima de él. Creo que tengo una hernia en los pectorales. Manejar no fue tan fácil: solo al frenar y dar vueltas al volante me dolía hasta el pelo, estacioné encima de la acera… Carlota se estaba impacientando conmigo por considerar que mis gritos molestaban a los demás socios del Gimnasio. Su voz resulta un poco aguda a esas horas de la mañana y cuando grita se vuelve nasal y es muy molesta. Me duelen las costillas cuando me subo a la cinta, así que Carlota me subió a la escaladora. ¿Para que alguien inventó una máquina para hacer algo que se ha vuelto obsoleto con los ascensores? Carlota me dijo que me ayudaría a ponerme en forma y a disfrutar la vida…; otra de sus tantas manipulaciones…. y promesas.
Jueves: Carlota me estaba esperando con sus dientes de vampiro y con su sonrisita estilo Jack Nicholson en Batman. No pude evitar llegar media hora tarde: fue el tiempo que llevo ponerme los zapatos. La reventada de Carlota me puso a trabajar con las argollas pero, cuando se distrajo, salí corriendo a esconderme en el baño. Mandó a otro entrenador a buscarme y como castigo, me puso a trabajar en la máquina de remar y….me hundí.
Viernes: Ahora siento que odio a Carlota más que a cualquier otro ser humano que haya odiado en la historia del mundo. Mujer sin compasión, famélica, anémica, esotérica y facherita sin afecto natural. Si hubiese una parte de mi cuerpo que pudiese mover sin un dolor desesperante, la retaría en un combate físico. Carlota quiso que trabajara en mis tríceps…¡YO NO TENGO TRICEPS!!!…y si no quiere que yo ruede por el piso o lo rompa, que no me pase las barras o cualquier otra cosa que pese más que un sándwich… La bicicleta fija me hizo desmayar y desperté en la cama de una nutricionista, una mujer extremadamente delgada que me dio una cátedra de alimentación sana, ¡claro! la muy delgada no tiene la más remota idea de lo que es morirse realmente de hambre. ¿Por qué no me pudo tocar alguien mas tranquilo, como un maestro de costura o un estilista?
Sábado: La inmisericorde de Carlota me dejó un mensaje en mi contestador con su vocecita de soprano preguntándome porque no fui hoy. Sólo con escucharla me dió ganas de vomitar y romper a patadas al contestador, pero no tenía la fuerza suficiente ni para levantarlo, incluso ni para levantar el control remoto de la televisión, así que me quedé 11 horas seguidas viendo el canal de Noticias de CNN.
Domingo: Pedí al chofer de la Van de la iglesia que me viniera a recoger para ir al Culto del Domingo y agradecerle a Dios que esta semana haya terminado. A este punto ya ni siquiera podía conducir el carro. También oré porque el año que viene, la bienaventurada de mi mujer, me regale algo un poco más divertido, como una endodoncia, un cateterismo, o un análisis de próstata…
Luego de escuchar a Julio y leer su diario. Poco a poco comencé a sacar de mi bolsillo un cupón que mi esposa me regaló par air a un Gimnasio. Lo rompí y lo tire al basurero junto con el vaso de café ya vacío. Agradecí a Julio por su honestidad y por iluminante testimonio. Luego averigüé que la esposa de Julio fue la que le dió a mi esposa la idea de regalarme un cupón para el Gimnasio.
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Las opiniones vertidas por Waldemar Gracia no reflejan la posición de la Voz Hispana. Nombres, lugares y circunstancias han sido alterados para proteger la identidad de los personajes citados en la historia.
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