El fue la culminación de una dura batalla por el derecho de los estadounidenses por gobernarse a sí mismos y por un gobierno democrático. Lo conseguido en esa fecha, debe ser defendido día a día, con responsabilidad y demostrándole al mundo que somos un país soberano. Pero además nos deja una lección que perdura a través del tiempo: cuando trabajamos unidos, podemos lograr lo que nos proponemos.
Llega la conmemoración de la Independencia de los Estados Unidos de América. Celebremos ese día con una toma de conciencia y aprendizaje, amor y respeto hacia este país que ha adoptado a personas de todas las nacionalidades como a sus mismos hijos, proveyéndonos un hogar y, por ende, una nueva patria.
Como latino me uno a la celebración de este hermoso país, con sublime sentimiento unido al respeto, agradecemos que nos permite ser grandes y continuar engrandeciendo esta nación. Honrando a nuestros antecesores inmigrantes.
Hay que respetar esta nación amplia y generosa, donde los que hemos llegado trabajamos, estudiamos, servimos, y aún hay la capacidad de ayudar a los nuestros en los países de origen.
Los inmigrantes que llegamos a esta tierra de libertad y democracia, debemos buscar conocer a través de su historia, su pasado y presente, y de esta manera, lograr dentro de nosotros un conocimiento que refuerce nuestra lealtad. La ciudadanía no es un pase para sacar lo mejor de este país sin siquiera aportar el respeto y las consideraciones que merecemos.
Reconocer, respetar y honrar, es fundamento indispensable para exigir respeto, el cual estamos en deber de dar para continuar creciendo y ser cada vez el mejor país. No generalizo, pero es deplorable la manera como una parte de inconscientes hermanos de una misma cultura e idioma abusan de las bondades dadas por Estados Unidos sin ningún respeto.
Amar la patria es algo grande. Comprende el amor a su territorio y naturaleza; a su historia y cultura; a costumbres y variadas tradiciones; y, en particular, nos llama a respetar y querer el bien de nuestros compatriotas, sin distinción de culturas, clases, grupos, o religión.
Cuando recuerdo nuestra Latinoamérica, lo que sé de ella y sus orígenes, su atraso, miseria, su falta de toma de conciencia, sus tiranías, caudillismo, comunismo y otras plagas sociales para sus ciudadanos y todo lo que han causado: Que mucha de nuestra gente busca llegar a esta tierra. Se me hace difícil entender el odio con que esos tratan a esta nación.
Pretendiendo hacer de sus dificultades y errores, un caos, el cual ellos mismos son causantes. Sería importante revisar las fallas de los gobernantes de nuestros países, los únicos culpables de tanta emigración ilegal buscando otra vida.
Reclaman derechos en espacios libres, políticos con exageradas posiciones que no dejan de ser humanas, pero el derecho no se obliga, se obtiene.
En esa búsqueda de lucha por obtener a la fuerza lo que han violado, lejos de escuchar formas de logros son presas de cañón de inescrupulosos individuos políticos. mercaderes de la miseria y la mentira; en vez de orientar de lo que es legal, de lo que puede ser dentro del marco de la ley, la generosidad y bienestar, más bien les envenenan con odio incitándoles a reclamar derechos que ellos mismos han violado.
La patria implica reconocerse dentro del grupo, poseer identidad frente a los demás por sus raíces, por compartir el idioma, las costumbres, las creencias; el amor a la patria también es una comunión de afectos en cuanto todos o la gran mayoría aman la misma cosa y esta misma sirve de punto de encuentro.
Esos lazos de afecto son tan grandes que permiten que una persona que no ha nacido en el territorio sienta tanto amor patrio como los oriundos de ella, tal como lo expresa, Fernández Desiderio, en su libro, “La identidad humana y los territorios” (2010, 27): “Podemos sentirnos identificados, como si fuere nuestra patria, con territorios que no nos conciernen política y administrativamente, sino que ese sentido de identificación es fruto del conocimiento y de la simpatía”.
Es la construcción de una gran familia reunida alrededor de la misma madre; la patria, pero donde caben igualmente los hijos adoptivos. El amor patrio no deja de ser un amor por la familia.
El Día de la Independencia no debería ser una mera celebración oficial, sino un momento de reflexión sobre el lugar central que ocupan los movimientos de base por la democracia en la historia de Estados Unidos. Son los movimientos los que han preservado y promovido los derechos proclamados en el inicio de la Declaración de la Independencia, “a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
¡Dios bendiga América!