Luego de establecer varias marcas políticas, Nancy Pelosi, la primera jefa demócrata en la Cámara de Representantes, dio un paso muy saludable en la política estadounidense actual.
Tras 20 años articulando estrategias políticas, a los 82 años, luego de que los republicanos ganaran control de la cámara, Pelosi finalmente decidió renunciar a la jefatura.
Pelosi aprobaba leyes de día, de noche, compraba acciones en las empresas que se beneficiarían de esas leyes, es la mujer más acaudalada de la política estadounidense. Dice realclearpolitics.com, que el rechazo popular de Pelosi supera el del presidente Joe Biden, la vicepresidenta Kamala Harris, y Donald Trump, el 57% del electorado la detesta.
Otros líderes congresuales octogenarios decidieron renunciar con ella, abriéndole caminos a una “nueva generación”, renovando el Partido Demócrata.
El presidente Biden, recién cumplió 80, ojalá siga la “revolución” de Pelosi, dándole paso a la “nueva generación”.
Esta podría ser la mejor forma de “salvar la democracia”. Porque en realidad Trump, el “Cuco que amenaza la democracia” no tendría la necesidad de revancha si los “muchachos”, como Biden y Pelosi se retiran del juego.
La vida política estadounidense está estancada y quienes la tienen en ese punto son el grupo de octogenarios que controlan el poder. Es imposible, y ellos lo demuestran, que entre gente que nació durante la segunda Guerra Europea, en la primera mitad del siglo pasado pueda existir la concertación.
Esta gente lo que sabe es confrontar, destruir, guerrear, desde que nacieron hasta este día lo único que han hecho los grandes países es guerrear. Cuando no guerrean entre ellos pisotean pequeños países, para que la humanidad pueda dar un salto cuántico, ese grupo debe retirarse de la política sin demora alguna.
Renovado el liderazgo demócrata, de manera automática ocurrirá lo mismo entre los republicanos, y construiremos un nuevo país.