Para el Diputado Federal Migrante, Jorge Inzunza Armas, presidente de la Comisión de Economía, es necesario aceptar que México está viviendo una auténtica crisis humanitaria en materia migratoria. Entre enero y julio de este año, el Instituto Nacional de Migración registró 117 mil 52 casos de personas que huyen de sus países y han intentado, o entrado a nuestro país.
De acuerdo con información de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, de enero a septiembre de 2021, 608 mil mexicanos fueron detenidos en la frontera entre México y Estados Unidos. Mientras que datos oficiales del gobierno de México indican que en el mismo periodo 168 mil 498 mexicanos fueron repatriados, todo esto ya en la administración de Biden. Lo que significa que se ha triplicado la migración en comparación a 2020
Más allá de que se trata de la cantidad más alta en los últimos 20 años, lo cual nos regresa a las épocas de migración masiva, las cifras impresionan por varias razones. La más importante quizá es el innegable impacto del COVID-19 en los países de salida.
Es útil aclarar que se trata de detenciones y no de migrantes. Es decir, la misma persona puede ser detenida varias veces. Sin embargo, al menos para los mexicanos, esa siempre ha sido la situación y aunque por razones obvias el número de migrantes involucrados es menor al de detenciones, regresamos a las épocas en las que el número de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos se incrementaba en 400 mil por año. Un escándalo.
En el año fiscal 2021 hubo poco más de 1.7 millones de detenciones que contrastan con las 450 mil de 2020 (el año del COVID-19), 977 mil de 2019, 521 mil de 2018 y 303 mil de 2017. Los rubros que más crecieron son los de adultos solos y menores no acompañados. El primero prácticamente se triplicó con respecto a los años inmediatos previos a la pandemia y el segundo se duplicó. La ausencia de empleos en las sociedades de salida es evidente. Por el contrario, la migración en unidades familiares fue incluso superior en 2019 antes de la pandemia.
Otro tema que llama la atención es el incremento de detenciones de mexicanos cuyo número, 650 mil, se triplicó con respecto a los años previos a la pandemia y se multiplicó por 6 con respecto a 2017. El 90 por ciento de ellos son personas que viajan solas. El daño en la economía y el mercado laboral mexicanos es evidente y devastador.
En este escenario que debería prender todas las alarmas, llama la atención que, en México, empezando por el presidente, el debate público ignore la migración como tema central de la sociedad mexicana.
Ciertamente AMLO tiene como una de sus características más importantes y efectivas la de fijar los temas de los que se habla en la sociedad mexicana. Él lo sabe y lo explota. Nos guste o no, polarizando o no, medios, analistas y por supuesto la clase política se siente con la obligación, ante la más mínima provocación de AMLO, de posicionarse mecánicamente en contra o a favor de lo que él expresa. No importa si el tema es relevante o si AMLO está calificado para opinar del mismo a sus atribuciones o peor aún, si corresponde. Ni siquiera se reflexiona si no hay temas más importantes que debieran ser debatidos y abordados por la sociedad.
¿Qué no sería más importante discutir y analizar por qué cientos de miles de mexicanos se van del país? ¿No sería esa salida masiva un indicador de lo mal que se abordó la pandemia o del fracaso de los programas de apoyo a los jóvenes y a la creación de empleos?
La salida de mexicanos de su país porque este no les ofrece las suficientes oportunidades de desarrollo siempre ha sido ignorada. Tradicionalmente ha sido un proceso frente al que no se hace nada.
En la academia desde los años 80, se decía que la política migratoria mexicana es la de no tener política. Algunos gobiernos han incluso caído en el cinismo de festejar las remesas que envían los migrantes, cuando en realidad es un indicador clarísimo del fracaso del modelo de desarrollo según el cual los empleos de una sociedad se encuentran en otra sociedad, fuera de su territorio. La salida de cientos de miles de mexicanos, el fracaso de los programas de apoyo y la evidencia del mal manejo de la pandemia, debiera haber un abismo.
La precariedad de recursos destinados a connacionales, pone en evidencia que no es la política interior la mejor política exterior; sino la ausencia de ella. La política de no tener política. Con las políticas de austericidio, AMLO pretende que los mexicanos con sus remesas incrementan el 2 % del PIB nacional con una dispersión en las regiones centro norte y centro quienes recibieron 35.1 y 33.4 por ciento, respectivamente, del total de remesas registradas en 2021, seguidas por las regiones sur (18.5 por ciento) y norte (13 por ciento) y como proporción del PIB regional en 2021, estos flujos de remesas, a su vez, representaron 1.3 por ciento en la región norte, 4.1 por ciento en el centro norte, 1.9 por ciento en el centro y 2.1 por ciento en el sur, a cambio los connacionales recibieron de AMLO, nada, ni un programa.
Canceló el Programa 3×1, disminuyó el presupuesto para la atención de los mexicanos en el exterior, como de las personas desplazadas por la violencia y mantuvo la opacidad de programas para ayudar a la reintegración de los migrantes retornados.