“Las circunstancias sociales y políticas mezcladas con la profunda fe del pueblo propiciaron las condiciones para el levantamiento popular. De este modo, la lucha por la justicia en contra de los privilegios, el anhelo de libertad y la defensa de la religión, se volvieron una parte esencial de las motivaciones del Padre Miguel Hidalgo”, afirmó el Cardenal Leonardo Sandri, Representante del Papa Francisco.
Ciudad de México
El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, con ocasión del Bicentenario de la Consumación de la Independencia de México, en su mensaje de bienvenida al vicedecano del Consejo Cardenalicio, Cardenal Leonardo Sandri , afirmó: “Ahora, mantenemos buenas relaciones con la Iglesia Católica gracias, en mucho, a que el Papa Francisco es un verdadero cristiano, un defensor de los pobres. Con motivo de esta conmemoración ha enviado una carta a los católicos de México, en la cual, con profunda humildad, reconoce “los errores cometidos en el pasado, que han sido –cito textualmente– muy dolorosos” y, al mismo tiempo, recuerda que el padre Hidalgo tomó del santuario de Atotonilco la imagen de la Virgen de Guadalupe como símbolo de lucha y esperanza.
En este sentido, el representante del Papa Francisco, mencionó el papel clave de la justa Independentista, al sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla, “quien presentó a la Virgen de Guadalupe como protectora de una nación mestiza y la convirtió en forjadora de un país independiente. Esto mismo se encontrará en el ideario de José María Morelos y Pavón, y en el cambio de nombre del primer presidente, Guadalupe Victoria”.
“Las circunstancias sociales y políticas mezcladas con la profunda fe del pueblo propiciaron las condiciones para el levantamiento popular. De este modo, la lucha por la justicia en contra de los privilegios, el anhelo de libertad y la defensa de la religión, se volvieron una parte esencial de las motivaciones del Padre Miguel Hidalgo”, afirmó el cardenal.
Si bien, al final del mensaje a la nación López Obrador hace mención a la fraternidad Universal, acepción que coincide con la última Encíclica del Sumo Pontifice, Fratelli tutti, al que el cardenal Sandri recordó que en el “encuentro fraterno con nuestro prójimo, en especial con aquel que está herido y humillado, que una nueva humanidad puede surgir; advirtió que de otro modo, las luchas por la libertad se vuelven ideología o confort burgués”.
El Representante de la Santa Sede, Leonardo Sandri, dijo a los presentes en el Palacio presidencial que: “Celebrar la Independencia es afirmar la libertad como signo de la dignidad de cada ser humano. Pero, la libertad, es una permanente conquista. Cada generación está invitada a reconquistarla y a volver a proclamar con valentía su Independencia”.
“También hoy el pueblo mexicano tiene necesidad de superar cualquier visión reductiva, ideológica o parcial que motive directa o indirectamente el antagonismo de unos contra otros. Este tipo de visiones dividen y crean enemistad. Sólo respirando aire limpio será posible andar y emprender el nuevo viaje que exige la Independencia. Un viaje que debe trascender el encono, la lógica del conflicto y de la polarización. Todos necesitamos una forma de vida más alta, basada en la fraternidad, que nos permita construir el auténtico bien común.
Precisó, que la libertad, se traduce en soberanía de un Estado independiente que aprende, poco a poco, a caminar por sí mismo, desde la conciencia de que el Estado está al servicio del Pueblo que representa, no viceversa. “De aquí que la libertad, más que ser la afirmación de una dimensión individual, es el espacio en el que las personas tienden a alcanzar el bien, no de unos cuantos, sino de todos, poniendo su libertad a servicio del bien común”.
En su mensaje, el representante de la Santa Sede, afirmó: “México, antes que un Estado, es un pueblo mestizo. Es un pueblo vivo que porta unos valores, un lenguaje y un sentido último de la vida que le han permitido y le permitirán ir forjando sus instituciones y corrigiendo, eventualmente, sus errores: un pueblo que cuida sus raíces, integrándolas en una nueva síntesis.
Al mirar el proceso de Independencia
El cardenal recordó ese momento histórico del país. Luego de varios años de luchas, dijo, se logró proclamar el Plan de Iguala, en base a las ‘tres garantías”: independencia, unión y religión. Así fue cómo el Ejército Trigarante, el 27 de septiembre de 1821 entró en Ciudad de México. Un día después se firmaría el Acta de Independencia. En 1824, el Papa León XII alabó al primer Presidente, Guadalupe Victoria, y al pueblo mexicano, por su fe y su cercanía a la Sede Apostólica. Ya de manera formal, el Papa Gregorio XVI reconoció la Independencia de México el 28 de febrero de 1831, y san Juan Pablo II estableció las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y México, punto de llegada de una larga y antigua relación y, al mismo tiempo, esperanza de un futuro fructífero de colaboración.
El cardenal manifestó que es fácil pensar que la “consumación de la Independencia” es el último paso en esta búsqueda de libertad. Sin embargo, dijo, la Historia nos enseña que esto nunca es así. El pueblo mexicano, a través de muchas otras luchas, ha manifestado con valentía sus profundos anhelos de libertad plena.