Todo el mundo tiene derecho a un empleo estable con un sueldo que le permite vivir y donde su trabajo sea respetado. Nuestro trabajo, cómo nos ganamos la vida, es algo que nos define; es una fuente de respeto, de cómo contribuimos a nuestra comunidad.
Por desgracia, es bien conocido que muchos empleos ahí fuera están muy lejos de pagar suficiente para mantener a una familia. United Way publica de forma periódico el informe ALICE, un estudio que analiza cuánto dinero necesita una familia en Connecticut para llegar a final de mes, teniendo en cuenta el coste de la vivienda, transportes, salud, la compra, guarderías y demás. En el 2020, estimaron que un 38% de las familias de Connecticut que están trabajando no ganaban suficiente dinero para cubrir sus gastos. La cifra era aún mayor en New Haven, donde este porcentaje alcanzaba el 63%.
Sabemos, entonces, que muchas empresas simplemente no pagan lo suficiente a sus trabajadores para que puedan llegar a final de mes. Pero ese no es el único escándalo.
Una historia habitual, en muchos empleos, es la de trabajadores que tienen contratos a tiempo parcial, a pesar de que les gustaría trabajar más horas. Estos trabajadores saben que podrían tener más turnos y ganar más dinero, porque la empresa (Walmart, o Dunkin, o Amazon… es una práctica común) está contratando a gente constantemente. Lo hacen, no obstante, siempre a tiempo parcial, porque así no están obligadas a ofrecerles seguro médico, días de vacaciones, u otras prestaciones.
Y quienes acabamos pagando el seguro somos nosotros.
Resulta que, cuando esos trabajadores necesitan un seguro de salud porque se ponen enfermos o tienen que llevar sus hijos al médico, lo más habitual es que se den de alta en HUSKY, el seguro público estatal, o que recurren a un seguro privado subvencionado a través de Access Health CT. Para complementar sus magros salarios, ya que sus empleadores no les quieren dar más horas, acaban por tener que apuntarse para recibir SNAP, los cupones de alimentos. Para cuidar a sus hijos y llevarlos a la guardería, recurren a Care 4 Kids, otra subvención estatal.
Todos estos programas son, por supuesto, increíblemente necesarios, y debemos no sólo mantenerlos, sino expandirlos para que sean más generosos y cubran a más gente. Lo que no deja de ser profundamente irritante es que empresas multinacionales gigantescas con miles de millones de dólares de beneficios se dediquen a maltratar a sus empleados, pagándoles una miseria, y nos pasen la factura a nosotros.
No es una factura pequeña. En un estudio reciente de la GAO, la Government Accountability Office, se estima que sobre un 70% de todos los receptores de Medicaid (el seguro médico público, en su designación federal) y de SNAP trabajan al menos 35 horas a la semana. Sus salarios, sin embargo, son tan misérrimos como para necesitar cupones de alimentos, y las empresas tan tacañas que ni se molestan en cubrir el seguro médico.
Una estimación rápida basada en el número de receptores de SNAP en Connecticut (370.000) y de adultos en edad de trabajar en HUSKY/Medicaid (510.000) y el coste anual de esos servicios sugieren que es muy, muy posible que cada año nos estemos gastando más de 1.900 millones de dólares de dinero público para cubrir a personas empleadas, porque sus empresas se niegan a pagarles un sueldo remotamente decente. Y eso es sólo incluyendo SNAP y Medicaid; la factura real es casi seguro aún mayor.
Este año, los legisladores aquí en Connecticut van a debatir una proposición de ley para intentar poner coto a estas prácticas. La ley de Fair Work Week incluye una cláusula que obliga a las empresas con trabajadores a tiempo parcial a ofrecer más horas a sus empleados antes de intentar contratar a más trabajadores externos. De este modo se acabaría la práctica de limitar turnos para mantener a los empleados fuera del seguro de la empresa – y asegurar que, si alguien quiere trabajar más horas, pueda hacerlo.
Por supuesto, este es un primer paso, y desde luego, mejor sería tener una sanidad pública y universal que depender del trabajo. Lo que no es de recibo, sin embargo, es tener empresas maltratando a empleados y pasándonos la factura.
Ya basta de subvencionar a Walmart.