STAMFORD.- Judy Cleto, una madre de familia de un menor de edad, denunció el hostigamiento de parte de un policía de Stamford y de una de las maestras, de nombre Miss Colan, de la escuela Stillmeadow, donde su hijo estudia y a quien acusaron de robar un celular solo porque el rastreador detectó que en su cuadra (más no en su casa) se encontraba el teléfono, alegando que el único niño que vive en ese sector era su hijo y por ende todo apuntaba a que él se lo sustrajo.
Por medio de una carta enviada a Mike Meyer, director del Departamento de Compromiso Comunitario de las Escuelas Públicas de Stamford,Yudelka “Judy” Cleto hizo saber a las autoridades del caso y logró que esta oficina tomara cartas en el asunto aunque por la pandemia aun no recibe su hijo ni su familia disculpas públicas de la policía.
Este correo electrónico se refiere a una situación que ocurrió el 4 de marzo del 2020, dijo Cleto y empezó narrando los hechos.
A las 5:35PM., la Sra. Asaro llamó desde la escuela de mi hijo. Ella dijo que el teléfono celular de un maestro se perdió o fue robado y el sistema de rastreo mostró mi dirección y me preguntó si vivo en 83 Old Barn Road, y le respondí que sí, señora.
La Sra. Asaro pidió que preguntaran al niññ si por casualidad lo encontró. El menor, que acababa de llegar a su casa del club Boys and Girls, respondió que no, pero la madre procedió a buscar en su mochila porque quería estar segura ya que ella dijo que el sistema de rastreo mostraba que el teléfono estaba aquí en su casa.
Inmediatamente, la Sra. Asaro le dijo que un oficial de policía estaría ahí porque la maestra Miss Colan, denunció y por ende era un delito de robo. El niño, acorde con su mamá se puse súper nervioso y sorprendido porque la policía estaba involucrada. “Creo que desde este momento hasta probablemente ayer, estaba en estado de shock”, dijo.
El oficial de policía indicó que venía a hablar directamente con su hijo porque estaban rastreando el teléfono y podían verlo venir del club de niños y niñas hacia su casa. “Respondí diciendo, sí, no hay problema, si me estás diciendo que el teléfono celular está en mi casa, quiero que entres porque quiero que mi hijo sepa que las acciones tienen consecuencias”, narró.
El oficial llegó alrededor de cinco minutos después. Comenzó a interrogar al hijo como si fuera un adulto. Mi comentario del interrogatorio es que estaba convencido de que su hijo tenía el teléfono y mentía al respecto. Luego explicó que también venía un oficial juvenil. El oficial juvenil vino después de 10 minutos.
Tenían dos patrullas policiales estacionadas frente a su casa de la esquina en un vecindario sin salida. Esto fue muy vergonzoso para mi familia y para mí. El interrogatorio se prolongó durante más de media hora y mi hijo decía que no tenía el teléfono, pero nadie le creía.
La razón por la que no le creían al niño es porque dijeron que estaban rastreando el teléfono y mostraron que estaba en los mismos dos lugares donde estaba el menor. Preguntaron si la maestra que estaba afuera, sentada en la patrulla de la policía, podía entrar. Acepté y luego ella también comenzó a interrogarlo.
La maestra dijo que reside muy lejos y que no podría irse sin su teléfono porque si tiene un accidente camino a casa, no podría pedir ayuda. Además, fue una gran coincidencia que ella sea maestra en la misma escuela a la que él asiste y que no haya nadie más que asista al club Boys and Girls y viva en este vecindario.
El oficial que primero llegó siguió intimidando al menor diciendo cosas como: “esto va a hacer que usted y sus padres vayan a la corte juvenil y también los está metiendo en muchos problemas porque ellos son los que van a tener que tomar ir a la corte todo el tiempo. Y Judy explicó a la autoridad que recientemente había llegado a casa, así que no había forma de que pudiera tener tiempo para esconder el teléfono celular.
“Lo hicieron buscar su mochila frente a todos nosotros, luego me pidieron que la buscara nuevamente. Estaba pensando para mí mismo; Es como la tercera vez que buscamos su mochila, buscamos un teléfono celular o un millón de dólares. Envié a mi hija afuera para que revisara el auto en caso de que estuviera allí, me quedé en la sala de estar con el maestro, mi hijo, el otro oficial de policía y el padre de mi hijo. Mientras hablaba con ellos, noté que el primer policía salió de mi sala de estar a través de mi cocina sin pedirme permiso ni decirnos a dónde iba”, narró Judy.
En tanto que su hija mayor acotó que básicamente la estaban siguiendo cuando fue a buscar el auto. “Mi hija estaba buscando el auto y dijo que el oficial de policía abrió inmediatamente la otra puerta y comenzó a buscar el auto sin su consentimiento. Buscó en el área del pasajero delantero y trasero del vehículo”.
El niño de diez años estaba siendo interrogado por dos policías, una maestra, mi hija, su padre y yo. Un total de seis adultos interrogando a un niño. Me pregunto: ¿Cuán impotente se sintió mi pobre hijo porque todos pensamos que estaba mintiendo?.
“El único agente de policía abusó de su poder de autoridad para intimidar, amenazar, registró ilegalmente mi automóvil y entró a mi casa sin mostrar ninguna evidencia de que, de hecho, el teléfono estaba aquí. El primer oficial de policía que llegó, fue el que hizo todos los interrogatorios y búsquedas, lo interrogó como si fuera culpable y No quería decirle que tenía el teléfono, básicamente quería que se incriminara”.
Después de interrogar a la madre y no obtener la respuesta que querían, le pidieron la licencia de conducir, tomaron una foto y le dijeron que irá a la corte. Tanto el oficial de policía como la maestra dijeron que esto también tendría consecuencias en la escuela, que podría ser suspendido o expulsado de la escuela por robar.
Antes de que se fueran la madre dijo a los dos policías y a la maestra que esto era muy incómodo porque su hijo nunca había robado nada en su vida y no tenía necesidad. El tiene un iPad, iPod y dos computadoras”.
A las 6:51PM, del mismo día recibió nuevamente la llamada de la Sra. Asaro, ella llamó para informar que habían encontrado el teléfono celular. “Como madre me sentí aliviada de que mi hijo fuera inocente pero también muy decepcionada por el interrogatorio. Judy preguntó dónde se encontró el teléfono y la Sra. Asaro dijo que no lo sabía. A eso de las 7:00PM, el mismo oficial de policía, no el menor, regresó para disculparse y sonrió como si nada importante hubiera sucedido.
“Encontraron el teléfono, ¡fue genial! pero ya era demasiado tarde para reparar el daño psicológico que habían creado. No soy una experta en derecho pero es cuando noté cómo se seguían ciertas pautas. Siento que se violaron nuestros derechos. Además, sentí que esto también era un perfil racial”, reflexionó Judy.
Ahora, la familia está buscando por parte de Mike Meyer que se de un informe sobre lo sucedido para que se oriente en la relación de los maestros con la policía, los niños y la escuela.