Pregunta:
Señora Julia:
Usualmente leo con avidez inusitada su columna en el lugar donde me gano las habichuelas y los bacalaitos, pero que en realidad no es el sitio en que mis capacidades intelectuales se desarrollan a su máximo potencial y se elevan a los cielos como un águila sideral. Trabajo para el Estado de Connecticut y me quieren botar porque no me vacuno ni deseo usar máscaras, pero el sindicato me protege pidiendo una extensión del plazo impuesto por el autócrata Lamont.
Quiero de inmediato dejar en claro que no soy poeta, locutor, periodista ni vendedor de productos Goya, sino un tipo hábil que de día me hago de un buen salario trabajando en los tribunales interpretando y traduciendo.
Cuando descienden las aciagas sombras de la noche y estoy fuera del trabajo, me enfoco profundamente en el estudio de la lengua que heredamos de los peninsulares y para ser más preciso, de los castellanos y Cristóbal Colón que la impusieron en España con violencia cósmica por sobre los otros infelices dialectillos que no dieron pie con bola.
Para serle franco, amo a mi novia Nubia, pero mi otra amante es; ¡la lengua! y por eso deseo informarle y al mismo tiempo consultarle acerca de mi plan de publicar un diccionario donde recojo lo más sabroso de nuestro idioma castellano en Connecticut. Para ello estoy siempre escuchando a la gente en los tribunales, en los restaurantes hispanos, en el Green, en la radioemisora, y donde quiera se encuentre nuestra comunidad haciendo trabajar a la sin hueso.
Como he notado que usted a pesar de su modestia innata vibra también con el uso de la lengua, le envío algunos ejemplos de mi humilde erudición, producto de años de investigaciones que espero algún día sean reconocidas, sino con el premio Nobel, al menos con una placa de metal con mi foto que debiera estar localizada en el Green de New Haven.
Le advierto a los cacheteros del conocimiento ajeno que todo lo que escribo está inscrito en el registro de propiedad intelectual.
De este modo comienzo.
Basurear: Afectar la autoestima de un individuo disminuyendo su fama a través de insultos, calumnias, insidias, chascarros, frases incordias, o malas palabras.
Cachetear: Acción constante de comer y beber gratis ya sea en actos políticos, convivencias de congregaciones religiosas, eventos sociales, matrimonios, divorcios o funerales a los que no ha sido necesariamente invitado.
Chiriar: Meter embustes sin remordimiento (Trump), cometer adulterio (Trump), distorsionar la realidad (Trump). Este es un anglicismo malo españolizado como los barbarismo furnitura y rufo.
Echar el ojo: acción impúdica en la que hombres o mujeres van a lugares públicos con el único objetivo de observar partes específicas del cuerpo del sexo opuesto.
Gaznatear: Acto sorpresivo consistente en mover la mano empuñada en forma rápida y con fuerza desde atrás o desde el lado hacia la faz de una persona, con la intención perversa de remover violentamente sus muelas o desbaratarle los labios de la con lengua.
Nalgueando: Acto de abusar de jeans apretados para despertar el libido y malicia mal contenida de títeres en las esquinas o clubes nocturnos.
Submarinear: Acto cobarde efectuado por tipos sabidos que desaparecen de la superficie de la realidad cuando no les conviene, y aparecen cuando ya ha cesado la tormenta política en municipios.
¿Cómo la ve? Se las he leído a algunas amistades de confianza y me han dicho que son ideas geniales, pero me gustaría saber su opinión.
Sinceramente,
Pilo
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Respuesta
Mira Pilín, primeramente, sabrás que no soy “señora” sino que aun “señorita” con todos los requisitos síquicos y fisiológicos de esta denominación ya obsoleta. Sin embargo, preferiría para el futuro que me llamaras simplemente “tía” para no entrar en el terreno de las especulaciones e información confidencial. En otras palabras, que yo haya yacido o no con un individuo en forma horizontal no es algo de tu interés. ¿Tú me entiendes?
Estoy consciente de que la Real Academia Española de la Lengua con sede en Madrid determino que no se utilizara la palabra señorita que implica una mujer soltera y la profesora Joana Diktion de la universidad de Burgos dijo que el uso de ella es un micromachismo. ¿Cómo la vez? De esta manera, usar todavía la palabra “señorita,” es mas vulgar que una sirena en un pantano de Miami.
Sin embargo, alabo tu inclinación intelectual por estudiar la lengua de la que soy una apasionada y el afán de pasar horas investigando la forma como parloteamos y enriquecemos este idioma tan especial que es el español, antiguamente denominado el castellano y que como bien dices; se impuso en la península con la religión vaticana por la razón y la fuerza por obra y gracia de los Reyes Católicos.
Para hacer esta imposición de la lengua más eficaz y rápida, los monarcas prohibieron que estos dialectos en vías de convertirse en idioma, se hablaran en público, se publicaran libros, o hiciesen negocios en lengua aragonesa, gallega, catalana, andaluza, o vasca, so pena de que al que cometiera ese nefasto error, se le desajustaran con ímpetu y a palos los huesos de la espalda, o bien le sobaran la epidermis y la dermis con un azote con puntitas de alambre de púa que pican mas que chinche a dieta.
También usaban como castigo una gira gratuita por el mar Mediterráneo remando en las galeras. ¡Qué cosa!
Las Academias de la Lenguas, ya que no hay solamente una y en este sentido el Caribe y Latinoamérica han dicho ¡Basta!, al monopolio lingüístico de los que te dije; son además las instituciones que reúnen a serios eruditos con cara de Gran Jurado que tal como sucedía con la Santa Inquisición, traen a la mesa nuevos vocablos, dichos o palabras de uso común que se han ido forjando en el fértil campo de la vida y del modo de producción, y después de un engorroso proceso aprueban o no su uso oficial.
Hay aquí en Connecticut doctores con PhD en la materia lingüística que saben mucho de esto y que te podría iluminar la mente con su conocimiento infinito de la gramática, la morfología, la sintaxis y todas esas yerbas.
Estoy segura de que estos intelectuales te podrían orientar en tus aventuras lingüísticas, semánticas, o semióticas, salvo que se hayan tornado jactanciosos, petulantes o engreídos lo cual no es extraño para los que se aíslan en los recintos universitarios y no se les ve en las comunidades y en nada aportan a la solución de problemas o al menos dar charlitas para que se les vea la cara.
Pregúntales como la ven, y si vale la pena una inversión para pagar una publicación que no es cáscara de coco ya que el papel sube de precio todos los días. También recuerda que las antiguas lenguas de la península inhibidas por el garrote no son dialectillos, sino que muchas satisfacen los requisitos de idiomas, aunque a los Reyes no les guste.
Si te va mal y aun perseveras, vete a Staples’s donde te hacen unos libros chicos, pero que son mejor que nada.
Feliz Mes de la Hispanidad y que te lo disfruten.
Tu Tía