La reciente pifia de Bob Stefanowski intentando conseguir el apoyo del Partido Independiente ha hecho que en Connecticut se esté hablando sobre terceros partidos un poco más de lo habitual. Creo que es un buen momento, entonces, siendo como soy miembro y empleado del Partido de las Familias Obreras de Connecticut (Working Families Party, o WFP) de explicar nuestro papel en la política del estado, nuestros objetivos, y cómo buscamos alcanzarlos.
El partido de las Familias Obreras es un partido progresista. Queremos una economía fuerte que trate a sus trabajadores con respeto. Defendemos un estado para todos, no sólo aquellos con dinero que viven cercanos al poder. Pedimos acceso universal a la salud, guarderías gratuitas, y poner fin a la segregación educativa y residencial del estado. Queremos los mismos derechos para todo el mundo, sin que importe dónde hayamos nacido. Para conseguir estos objetivos, hacemos muchas cosas típicas de la izquierda: llamamos a votantes, protestamos, organizamos a nuestra comunidad. Incluso escribimos columnas de opinión airadas en prensa de vez en cuando.
Lo que realmente nos hace distintos de otros partidos pequeños, sin embargo, es que a nosotros no nos vale quedar terceros en unas elecciones con un cinco por ciento del voto. Lo de protestar, hacer pancartas, y salir a la calle está bien, pero odiamos las derrotas simbólicas. Nuestro objetivo principal es cambiar las cosas, y eso exige hacer todo lo posible para que Connecticut escoja políticos que quieran hacerlo.
Este es el caso, sin ir más lejos, de Ned Lamont.
Allá por el 2018, WFP tenía como objetivo que Connecticut aprobara una ley de bajas pagadas por enfermedad y situaciones familiares. Queríamos conseguir que nadie en el estado se tuviera que ver forzado a escoger entre cuidar de un bebé recién nacido, un familiar convaleciente, o de su propia salud y perder el trabajo. Tras años de trabajo, sabíamos que no nos iba a bastar con tener una mayoría demócrata amplia en Hartford o un gobernador del partido. Necesitábamos asegurarnos de que aquellos políticos que fueran escogidos ese año se comprometieran a apoyar esta ley.
Durante la campaña del 2018, en WFP nos dedicamos a buscar esos apoyos. Dejamos muy, muy claro que, para conseguir nuestro apoyo en las elecciones, cualquier candidato debía prometer que votaría a favor de bajas pagadas por enfermedad. Y este requisito incluía a Ned Lamont, candidato a gobernador, incluyendo que repitiera esa promesa en voz alta en los medios tantas veces cuando fuera posible. Lamont ganó las elecciones junto a grupo considerable de legisladores progresistas. Les exigimos que hicieran lo prometido, y cumplieron; la ley fue aprobada el 2019, uno de los mejores sistemas de bajas por enfermedad del país.
Nuestro objetivo en política no es figurar, sino cambiar las cosas. Nos definimos como la izquierda realista: queremos resultados, no eslóganes. Estamos para aprobar leyes, no ganar debates. Las protestas, el activismo, no es algo que hacemos para sentirnos importantes o como terapia de grupo; son herramientas para conseguir escoger políticos competentes que quieran cambiar las cosas. Y si algún político está ahí fuera hablando mucho pero no haciendo nada, desde luego vamos a intentar a escoger a alguien mejor.
A efectos prácticos, esto quiere decir que a veces vamos a apoyar candidatos con los que tenemos algunos desacuerdos. Lamont, por ejemplo, no quiere subir impuestos a los ricos y ha sido mucho más tímido de lo que nos gustaría expandiendo la sanidad en Connecticut. También ha sido un gobernador que aprobó una ley de bajas pagadas ambiciosa, subió el salario mínimo a $15, expandió HUSKY para cubrir a niños menores de doce años sin documentos y sacó adelante una ley excelente contra el cambio climático. En el 2018, nuestro análisis fue que si queríamos conseguir victorias legislativas que mejoraran la vida de las familias obreras del estado, Lamont iba a ser el mejor candidato. Los resultados de estos últimos cuatro años confirman que estábamos en lo cierto.
En el 2022, este análisis se mantiene. Lamont no es un político perfecto (nadie lo es) pero es alguien que sabemos que luchará por nuestra comunidad, aunque no siempre estemos de acuerdo con él. Apoyamos a Lamont y lucharemos para que sea reelegido porque es la mejor manera de conseguir un estado más justo, más libre, y más humano.