Durante la crisis financiera 2008-2010, gastamos $475 mil millones en dos años, rescatando bancos fallidos. En dos semanas de esta crisis, ya gastamos $300 mil millones, la mitad se fue por el drenaje con Silicon Valley Bank y Signature Capital Bank.
Esta crisis bancaria luce peor, y amenaza serias complicaciones.
El republicano jefe de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, demanda recortar el gasto gubernamental para autorizar un aumento en la deuda pública que financiará el presupuesto. Sumemos el rescate bancario al gasto militar de Ucrania, con una crisis presupuestaria y de deuda pública en ciernes.
Mientras, en Los Angeles, Nueva York, Fénix, Chicago y otras grandes ciudades, aumenta la población de desamparados deambulando por las calles. Crisis humanitaria, bancaria, y presupuestaria en ciernes, guerra en Ucrania, y el gobierno dividido, las hienas de la desgracia le tendieron una emboscada al presidente Joe Biden.
La situación se complica más porque los republicanos del Congreso están investigando si se utilizó dinero del Gobierno Federal en el reciente e infructuoso rescate bancario.
Biden dijo que el dinero utilizado sería el del Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), pero ese fondo solo asegura hasta $250 mil. El presidente dijo que les devolverían todo el dinero a todos los depositantes, no importa la cantidad, ¿de dónde saldrá toda la plata que excede los $250 mil?
Y resulta en extremo incomprensible que el banco que financió a Microsoft, Apple, Facebook, y Twitter, colapse y el contribuyente deba “rescatar” a esas grandes corporaciones tecnológicas.
Además, una cantidad en extremo alucinante; el rescate bancario del 2008-2010, gasto un promedio de $4,500 millones por semana, este supera los $150 mil milones semanales.
Esto ocurrió antes, pero quizá no termine igual, un gran filósofo explicó esa situación con una sencilla reflexión: “todo tiene su final, nada dura para siempre”, dijo Héctor Lavoe.