Si queremos asegurarnos de que todas las familias trabajadoras en nuestro estado prosperen, necesitamos crecimiento económico. El crecimiento es el motor de las oportunidades y la única manera de tener los recursos para que nadie se quede atrás.
Se ha hablado mucho en años recientes sobre el decepcionante crecimiento económico del Estado. Según un informe reciente de CT Voices for Children, desde la gran recesión del 2008 el crecimiento del empleo en Connecticut es 14% inferior al de la media nacional. Aunque la recuperación tras la pandemia ha sido algo mejor es indudable que nos estamos quedando atrás, y más aún cuando las cifras de ingresos per cápita o producto interior bruto son también pésimas. Nuestro estado es excepcionalmente rico, pero nos estamos quedando atrás.
La narrativa habitual al ver las cifras de empleo es que con etiqueta no está generando suficientes puestos de trabajo debido a la debilidad de nuestra economía. En realidad, si miramos las cifras con más detalle, el problema es que no estamos generando suficientes trabajadores, ya que no estamos construyendo suficientes viviendas para albergarlos.
Esto es fácil verlo en el lado del empleo, donde nuestra tasa de paro es baja y nuestros salarios están subiendo más rápido que en el resto del país. Es aún más obvio en el lado de la vivienda, donde Connecticut es antepenúltimo en permisos de obra para vivienda nueva de todo el país. En construcción de edificios multifamiliares (es decir, vivienda asequible) nuestro estado está aún más atrás.
Lo que sucede entonces es que cuando una empresa quiere contratar nuevos trabajadores para expandir producción o buscar nuevos mercados, se encuentra que en nuestro estado no hay sitio donde puedan vivir. Dado que una economía no puede generar más puestos de trabajo si no puede tener más trabajadores, el resultado es estancamiento económico.
El de la vivienda es un mercado peculiar. El lado de la demanda se define básicamente por lo atractivo que es un barrio, acceso a puestos de trabajo, calidad de las escuelas, seguridad ciudadana o belleza natural. Connecticut es un sitio encantador con una calidad de vida altísima, así que mucha gente quiere vivir aquí, así que existe mucha demanda. El lado de la oferta depende exclusivamente de la cantidad de edificios de viviendas que las autoridades locales permitan construir. Las normas de urbanismo y uso del suelo dictan cuánta vivienda veremos en cada pueblo o ciudad. El gran problema de nuestro estado es que los municipios apenas permiten construir nada, y en muchos casos son abiertamente hostiles a construir bloques de apartamentos.
Tenemos mucha gente que quiere mudarse aquí y muy pocas casas nuevas. El resultado previsible son viviendas muy caras y nulo crecimiento de la población.
Esto tiene consecuencias previsibles. Para empezar, hay poquísimos apartamentos vacíos (el porcentaje de viviendas vacantes es de los más bajos del país) así que los caseros pueden abusar de sus inquilinos y subir los precios impunemente. Si el landlord puede escoger a quién le va a dar el piso en vez de ser los inquilinos los que deciden entre varios apartamentos disponibles, los alquileres van a ser desorbitados. Segundo, Esto hace que cualquier subida de sueldo que vean nuestros trabajadores va a ir al bolsillo de los caseros. Puedes ganar más dinero, Pero seguirá sin llegar a fin de mes.
Esto tiene una solución sencilla: construir más casas. Por todo Estados Unidos hay multitud de ejemplos de ciudades y estados que han decidido permitir construir más vivienda. El resultado ha sido precios más bajos y mayor crecimiento económico. Esto sucede, además, independientemente del tipo de edificio que estás construyendo. Un bloque de apartamentos de lujo nuevos provoca que los edificios ya existentes parezcan más modestos y tengan que bajar alquileres para poder seguir llenándonos.
Es hora de cambiar las cosas. Durante décadas, hemos permitido que los municipios restrinjan con toda clase de excusas y pretextos absurdos que nadie construya más casas. Lo han hecho, además, a menudo para segregar económica y racialmente el estado. El resultado ha sido un estado en el que vivir es carísimo y en el que los únicos ganadores son los propietarios y caseros. Construyamos más viviendas y aseguremos que todo el mundo tiene un sitio digno donde poder vivir.