Tía Julita:
Mi apodo es Ninita y me encanta el canto, pero soy más tranquila que una foto y mi primo Cochin que es muy pesado me dijo el otro día que actúo como una gata de yeso de burdel y me parezco a la alpaca que está en la puerta del restaurante Kora Kora, cada día más caro y con comidas muy picantes que pican dos veces.
Sin embargo, en la vida actual con tanta guerra sí me perturba con los bombazos de Israel a Gaza. Pobres palestinos, palestinas y palestinitos. ¡Hay Dios!
Soy para profesional en una escuelita de Hartford donde no nos pagan mucho, sino que muy poco.
Gracias al Señor de los Milagros y a la virgencita, he llegado sin problemas a las 28 pepas, aunque tengo una hijita de siete años, producto de un desliz de juventud. Tía, no he sido perfecta ni soy perfecta, pero aprendí mi lección.
Resulta tía que un domingo soleado de agosto recién pasado con un sol más caliente que guatero de diablo y después de la misa que había oficiado un sacerdote bien viejito (ya no quedan muchos), me llamó la atención un muchacho que me miraba y me sonreía como candidato durante las campañas municipales en Hartford donde dicen que el próximo alcalde será un señor con un apellido musical, algo así como Tarampapám.
El muchacho me pareció bien, a pesar de que tenía los ojos medios hundidos. No pasaron muchos domingos hasta cuando mi amiga Yalotishauka me lo presentó y así comenzamos a salir los tres, pues a pesar de mi hija, soy una muchacha seria.
Al tipo le llaman Tulio y trabaja como guardia de seguridad en estos camiones blindados donde recogen el dinero en los bancos y están tan armados como los partidarios del señor Trump.
Un día en que fuimos a almorzar y esperábamos a mi amiga, Tulio me declaró su amor diciendo lo de siempre: “tú eres la muchacha ideal por mi deseada con ansias desde hace mucho tiempo. Me sales en los sueños hasta cuando me quedo dormido dentro del camión blindado apoyado en la ametralladora AKA de servicio para casos de emergencias.”
Como me caía bien por su forma directa de hablar, acepté fuésemos novios, pero con ciertas condiciones entre ellas nada de abrazos fontales por esto de la variante X-451.
Hace poco lo invité a mi casa a conocer a mis padres, a mi hermano Anderson a quien le decimos cariñosamente Timo, y a mi gatito Chimborún, un animalito muy lindo de la raza angora.
Todo estuvo bien ya que mis padres hablaron con el muchacho para saber cuántos puntos calzaba, como decimos en Ancash. Mientras tanto yo observaba a este Tulio, y fíjese tía que no le quitaba los ojos de encima a mi gatito, observándolo con una mirada extraña y sus ojos brillando de una manera escalofriante y tenebrosa.
Durante la comida en la que mi mamá hizo papas a la guaicaina con arroz verde, mi hermano le preguntó a mi enamorado si en su país comían también cuyes, a lo que éste respondió que si y que eran deliciosos si se combinaban con papas y arroz chino. Yo inocentemente le pregunté que eran los cuyes, y mi hermano que tuvo una enamorada boliviana, riéndose me dijo que eran unas ratitas que crían en la sierra para el consumo local.
Tía, tuve que pararme para ir al baño y eso me dio mucho asco. Cuando regresé a la mesa, Anderson y Tulio estaban hablando acerca de la carne de gato. Mi enamorado dijo con naturalidad y sin arrugarse, haberla probado varias veces.
Desde aquel día no he querido saber más y me niego a tener relaciones con un come gatos.
Mi papá dice que “son detalles y que aproveche ahora pues me está dejando el tren.”
Gracias de antemano por sus consejos tan acertados que van al punto correcto, es decir, al medio.
Ninita Cui
Querida Ninita Cui:
En este caso estamos lidiando con una cuestión cultural y te digo esto para colocar las cosas en un contexto racional, exento de emociones, exageraciones, prejuicios y sentimientos encontrados. ¿Viste?
Sinceramente jamás he comido cuyes, carne de caballo, ni de gatos, pero en nuestra cultura caribeña es increíble cómo nos agrada para las Navidades el lechón, al que en otros países y culturas le dicen cochinos, marranos, barracos, cebones o puercos.
Si alguna vez has observado a estos animalitos, a ellos les encanta el barro y comen cualquier tipo de basuras y aun se dice que son carnívoros como sus primos lejanos los jabalíes que tenían más colmillos que los contratistas del City Hall.
La cultura judaica no acepta que se coma el lechón porque lo consideran un animal “inmundo” y por lo tanto no gustan del chicharrón, los cochifritos, ni menos de las morcillas. Sin embargo, se deleitan con la carne de cabritos y de ovejas.
Para que veas como se bate el cobre, en Japón les encanta el cerebro de los monos y según me dijo un caballero que viajó a ese exótico país, en ciertos lugares comen lagartos y arañas. En la China, saborean las sopas de murciélagos ¡Vaya a saber que les sirven a los turistas cobrándoles un ojo de la face! Por otro lado, en la India, no prueban la carne de vaca por razones religiosas que tienen que ver con la reencarnación y la gente pasa hambres.
Como mencionas lo del Covis-19 y el de la nueva versión, se está investigando una información acerca de un mercado cercano al hospital donde llegaron los primeros enfermos en China donde vendían murciélagos, serpientes y otras especies para fines medicinales. El murciélago que es parecido a una ratita se caracteriza por comer mosquitos por miles y puede que alguno de ellos se haya contaminado, alguien lo compró e hizo una sopa y por allí comenzó la cosa, aunque Xi lo niega y dice No.
El punto es Ninita es que no debemos ser tan duras para calificar lo que comen en otros países y entender el hecho de que saboreen los cuyes o gatos, no les debiera descalificar como personas decentes. Por lo que sé, los ojitos achinados no tienen nada que ver con lo que comen en esta región del planeta donde se inventó el pisco; sino son los rasgos asiáticos de sus ancestros. Ahora bien, no sé porque tu enamorados tiene los ojos hundidos.
Y para que captes, ahora estamos en los Estados Unidos donde comemos cosas sintéticas, plásticos comida chatarra y nos deleitamos con productos que tienen una alta cantidad de contaminantes y tóxicos.
Yo te recomendaría hables a calzón quitado (pero con acciones preventivas) con tu enamorado acerca de este álgido punto y le aclares acerca de cómo te sientes con eso de los gatos y los cuyes y la repulsión que te provoca utilizar estos animalitos en guisos cotidianos en circunstancias que a otros en el Caribe nos encanta el mondongo
Si el muchacho te quiere, te asegurará que tu gato angora no corre peligro y no te obligará a comer ni cocinar felinos domésticos ni especies primas cercanas de las ratas.
Espero que las cosas culinarias se aclaren y averigua más en el Internet acerca de los cuyes y el Pisco, además de las deliciosas papas a la huancaína.
La Tía Julia
Comentarios a los consejos de la Tía Julia.
Tía, vivo en West Hartford donde hay una tremenda bandera de Estados Unidos con su tremenda asta. A mi novia Gertrudis nos da mucha pena porque con esto de las guerras y los asesinatos en supermercados, la bandera pasa la mayoría del tiempo a media asta. Gracias de antemano por la publicación de nuestra opinión. Jimmy Salgado de Guilford.