Pregunta
Respetadísima Tía Julia:
Espero que lo hayan pasado bien el Dia del Padre. Gabrielita mi distinguida esposa me hizo regalos, un perfume francés Chanel Mon Ami caro y llevamos a cabo un asado donde invitamos a mis cuñados y amistades cercanas. A las lejanas no las invitamos ná ni tampoco a los que no reciprocan pero que se enteran y llegan.
Por estas razones le escribo amargado desde “la Flor del Norte” es decir Holyoke, Massachusetts, donde no tenemos todavía acceso al océano Atlántico ni a grandes lagos por lo cual nos sentimos más seguros ya que también anuncian que subirán las aguas y que Florida se irá a ajuste con inundaciones. Dicen que al ineficaz gobernador Des Santis que odia a los maestros si tiran pasto y se lo come, pero a mí no me consta.
Estamos casados con mi esposa Gabriela, Gaby o Chelita por 22 años y aunque nos matrimoniamos cuando teníamos las ardorosas 20 pepas, nos mantenemos muy bien, especialmente ahora que nuestros hijos varones están gracias a Dios lejos de la casa, pero llaman cuando necesitan chavos. Con nosotras quedan mis dos hijitas Shakluna y Matrika,
Le escribo para consultarle acerca de la relación con mi esposa que ahora a los “ticinco” (55) se cree nena y le encanta vestir con unos shorts más cortos que los cheques enviados por el SSI. Le encanta ahora meterse en las fiestas de teenagers, usar jeans con rajas mostrado los muslos y bailar ritmos como el “merengue despacito” y el “Reguetón con punteo feroz” con mozalbetes desvergonzados.
Lo que me dejó la moral más baja que muleta de cocodrilo fue cuando vi un video que mostraron en Facebook donde aparece mi esposa bailando con un tipo que está detrás de ella bien pegado y que de vez en cuando le metía palmadas donde la espalda cambia de nombre diciéndole ¡muévete mulata, como anoche!
Cuando la confronté me respondió con una lacónico “eso no es nִá” y yo le respondí que si eso no es ná, ¿cómo será lo otro? Allí se enojó gritándome ¡degenerado mal pensado! Y ahora no quiere dormir conmigo.
Tía, mi esposa no quiere asumir que ya es casi adulta mayor y que se ve mal con shorts simplificados, minifaldas y escotes. Además, se tiñó el pelo de rojo, blanco y azul y parece bandera. ¿Qué me dice usted?
Mis hijitas han cogido las mismas malas costumbres y se ríen de mi advertencia “las que mucho muestran atraen a los abejorros y cometas.”
Agradeceré su respuesta. Por su edad, cuídese de la calor ya que las personas de la tercera edad, según dijo el Dr. Judah Reibbeger, se pueden morir de un derrame celebrar. ¡Huyyy!
Sinceramente,
Tony
Respuesta
Tony,
Con reticencia me he dado el trabajo de leer tu texto que tiene más faltas de ortografía que los que envía el loco Trump por Internet, incluso cuando les habla y vocifera para animar a los racistas y KuKuklanes. También les advierto a tipos como tú que no me corran la máquina por lo de mi supuesta y alegada edad o condición matrimonial.
No he llegado más nunca a los extremos de tu distinguida esposa que usa shorts vergonzosos para una dama que se respete. Lo del pelo rojo blanco y azul es otra changuería y un día con tanto tinte barato se le caerá el pelo como le sucede a algunos dibujantes y científicos.
En todo este embeleco debes recordar dos cosas. Una de ellas es que los seres humanos somos muy distintos y diferentes, y la otra es que tenemos que hablar sin tapujos acerca de la vejez orgánica, y la espiritual. En el caso de ustedes se ve que no coinciden y hay un desbalance de conducta del mero.
A diferencia tuya, Gabriela es una de esas personas que rehúsan excluirse de ciertos aspectos de la vida propios de la juventud tales como bailongos, merengues con toque y vacilones. Estoy segura de que no le caen bien los Centros de Adultos mayores, pero ya su esqueleto, los ligamentos, músculos y tendones no son los mismos.
Lamentablemente, Gabriela no ha entendido que el cuerpo humano es más frágil que un ojo de vidrio y los órganos se van agotando, poniendo así límites insalvables a lo que nos pide nuestro espíritu y el instinto innato del vacilón que heredamos como pecado original de Adán y Eva.
Olvídate de separarte e irte de la casa para vivir con tu hermano y escuchar sus historias tristes de resentido cornudo. Si la cosa con Gabriela se pone más grave, embarazosa y espinuda busca ayuda con un consejero matrimonial de Holyoke o uno en Hartford al que apodan Buda.
Me alegro de que te hayan regalado perfume francés y homenajeado una barbacoa para el Día del Padre.
Que te lo pasen bien,
Julia