FILADELFIA (AP) — Keldy Mabel Gonzales Brebe se siente un poco atrapada en el barrio de Filadelfia donde vive, con las casas pegadas unas a otras, el sonido ocasional de disparos y la gente inyectándose heroína debajo de los puentes.
Pero, aun así, Keldy respira con alivio cada día.
El gobierno estadounidense finalmente la ha reunido de nuevo con sus dos hijos, después de separarlos hace más de tres años en la frontera entre Estados Unidos y México.
Esta mujer de 37 años huyó de Honduras con su familia después de recibir amenazas. Quería pedir asilo y pensaba que viviría en paz en Estados Unidos. Sin embargo, la historia fue otra: apenas cruzaron la frontera, la separaron de sus dos hijos adolescentes, la enviaron a un centro de detención y la deportaron bajo políticas de “tolerancia cero” del expresidente Donald Trump para controlar la inmigración ilegal. Los niños fueron entregados a parientes en Filadelfia.
Keldy no iba a quedarse sin hacer nada más. Tras ser deportada, huyó de nuevo de Honduras, hacia el norte, aunque no pudo llegar más allá de Ciudad Juarez, México, en la frontera con El Paso, Texas. Desde ahí luchó los últimos dos años para volver a reunirse con sus hijos.
Fue una época en la que se perdió sus cumpleaños y cuatro Navidades. En video llamadas veía cómo crecían. Ya no eran niños, comenzaba a salirles barba.
“Hubo un tiempo en que pensé que no les iba a volver a ver”, dijo.
Tres años y medio después de la separación, Estados Unidos ha puesto punto final a muchas de las políticas migratorias de mano dura que impuso Trump, entre ellas la de Keldy.
Ella fue una de cuatro padres y madres a quienes el gobierno estadounidense permitió regresar a Estados Unidos durante la primera semana de mayo con un estatus legal temporal para reunirse con los hijos de los que fueron separados. Alejandro Mayorkas, director del Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos, calificó el esfuerzo como “sólo el principio” de una amplia campaña para reunificar a familias separadas por el gobierno de Trump.
Según documentos judiciales, más de 5.500 niños fueron separados de sus padres. La odisea de la familia de Keldy ilustra lo que muchos padres y niños podrían vivir al reunirse de nuevo y tratar de recuperar el tiempo perdido.
Keldy se siente agradecida de estar con su familia, libre de amenazas de muerte y del dolor de la separación.
Pero también enfrenta los retos de la vida diaria. Mino, su hijo mediano, abandonó la escuela hace unos meses para ayudar a pagar la renta de la casa en la que viven seis miembros de la familia. No hay mucho espacio y Keldy duerme en un sofá cerca de la entrada.