Por Noriam Agudelo
Hoy conversando con mi amigo Rafael me expresaba que al leer un pensamiento que le envié a su correo le hizo recordar momentos alegres y tristes de su niñez, sus orígenes, su familia, el café de olla en las mañanas antes de ir al campo. Estos recuerdos dicen Rafa que trasladaron su imaginación a épocas tempranas en su casa de campo donde el canto del gallo en la madrugada lo despertaba y lo animaba a comenzar los quehaceres del nuevo día libre como el viento. Me explica que cuando su mente regreso a la realidad fue como despertar de un profundo sueño y que observando el nuevo entorno sintió que este lo tenía dominado, olvidando lo que realmente lo había hecho feliz alguna vez y que hoy solamente era un esclavo del tiempo.
Les comento que después de haber hablado con Rafa me comunique con su esposa y tocamos el tema, me quede sorprendida cuando me dijo que estaba feliz al ver a su pareja más concentrado en su hogar que antes, que se las ingeniaba para pasar más tiempo con ellos, que ella ve que el hogar presenta un ambiente tranquilo y feliz, porque él ya estaba consciente de que el equilibrio es el fundamento que logra la estabilidad familiar.
No tenemos necesidad de renunciar a nuestros sueños, es más, con equilibrio se pueden hacer realidad todos nuestros propositos,vemos que la unidad familiar es el fundamento para lograrlo, no debemos convertirnos en esclavos del tiempo, tal vez ustedes piensen que soy fantástica, pero la vida me ha enseñado que el tesoro más grande que poseemos es nuestra familia y con ella la salud mental para lograr que los pensamientos, sentimientos e ideas se puedan transmitir entre todos los miembros del hogar. No podemos permitir que el tiempo nos transforme en sus esclavos, recordemos que en el corazón se abriga el amor y la comunicación es vital para conservar vivos los sentimientos para fortalecer la unidad familiar. Si interiorizamos en nosotros mismos vemos que lo que más recordamos son aquellas épocas de la niñez donde la comunicación era nuestra prioridad, una vivencia que no olvidaremos.
La vida continua su curso, debemos ajustarnos a los cambios de las épocas actuales, pero sin que afecte la unidad familiar porque sin darnos cuenta nos transformaríamos en mentes robóticas.