La pregunta de un suscriptor, respecto al porque somos una sociedad enferma, en respuesta a la tragicomedia del mayo del 68, cuyas consecuencias y secuelas psicológicas padecemos, constituye un tema de tesis doctoral. Pero más que decir una palabra, compartiré un enfoque desde la intuición del sentido común.
Si la ideología de moda que campea libremente por nuestras, escuelas, dispositivos móviles, tan sutil como el aire que respiramos, y es el agua de la pecera, que ha sido cambiada sin que los peces se nos percatemos.
Diré, la cultura del sentimentalismo incapacita de vincularnos de manera significativa. Hay que tener una personalidad libre por donde las haya, fiel a tu conciencia, profundamente creativa y creadora, amante de la vida, de las tradiciones; valiente y contracultural, ante el pensamiento dominante; ser humilde, luminoso, sugerente para ser contra cultural al pensamiento contemporáneo.
Vivir desde la audacia de los cinco sentidos con perspectiva de trascendencia, no me refiero únicamente a los sentidos corporales: cómo es la vista, oído, olfato, gusto y tacto. Si bien, estos sentidos evocan las ventanas del alma; también hay otra hermenéutica de cinco sentidos trascendentales, que es el sentido natural, el sobrenatural, el sentido crítico, el sentido común y el sentido del buen humor sin los cuales nada tiene sentido.
Sin ser especialista, ni psicólogo, descubro en personas y mujeres excepcionales que se dedican a esta noble profesión, como aprenden de los niños, de sus hijos, máxime sin son niños con capacidades diferentes; invariablemente responden que los niños tienen un espíritu explorador que nace de su inocencia, lo que los convierte en exploradores incansables de la vida.
Y esa inocencia, ese deseo de conocer, es un don muy grande que los adultos tenemos recuperar, puesto que, con los años, nos volvemos escépticos y perdemos esa inocencia de quien busca la verdad. Y así, como quien sabe disfrutar de las cosas sencillas y pequeñas ya es un signo de salud psicológica y espiritual de alguien que sabe disfrutar las cosas del momento.
Ser feliz es sencillo. Lo difícil es ser sencillo.
Hay una canción de un cantautor italiano de nombre Giuseppe Povia, que dice que mientras los niños dicen Ohhh, hay un ratoncito, cuando los niños dicen Ohhh hay un perrito. Mientras los adultos decimos que que yo jamás volveré a ver un lobo negro que da un besito a un corderito, mientras para los niños todas las cosas nuevas son sorpresas. Mientras los niños dicen Ohhh, ¡¡¡los cretinos dicen Vaaaa!!!, que tonto soy, que maravilla! Dime entonces porque tan tonto soy?, Porque ya no sé decir Ohhhh?.
Esta hermosa canción es una evocación de la capacidad de admiración, que tiene un corazón inocente qué cree en la verdad y la explora, pero cuando pierde esa inocencia; a mí qué me van a decir, contesta el escéptico, con un tono de sorna que lo hace inaguantable.
Y si bien los cinco sentidos están diseñados para el disfrute de las cosas sencillas, el cristianismo que vaya que sabe disfrutar de la vida, ha introducido un concepto por demás interesante; el de la mortificación de los sentidos. Y aunque puede parecer contradictorio, contra intuitivo, lo cierto es que la tradición cristiana ha conjugado esto con la mortificación de los sentidos corporales para que no seamos meramente sensuales; porque también somos seres racionales, tenemos entendimiento y voluntad.
Esto nos debe gobernar y no los sentidos a la inversa para que no actúes según tu apetencia. A decir eso que quiero, eso que tengo. Y hacer que tus sentidos te colonicen, se apoderen de ti. Por el contrario, hay que aprender a tener un señorío sobre ti mismo y no ser esclavo de nuestros gustos. Tener la capacidad de conjugar el disfrute de la vida, pero al mismo tiempo teniendo las riendas de tu corazón y de tu voluntad.
Después de los sentidos corporales naturales, viene el sentido sobrenatural: “Dios nos ha dado una sensibilidad a la trascendencia”, aquello que dijo San Agustín Señor: nos hiciste para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti”. Por mucho que salgamos a explorar y que nos maravillamos de la vida y que digamos qué bello es lo que vemos y por mucho que el niño tenga esa admiración, esa capacidad de sorpresa, y por mucho que admires la vida; está no llena plenamente tu corazón. En el centro del corazón del hombre hay un agujero tan grande que solo Dios puede llenar lo natural y lo sobrenatural, habitan en el mismo espacio y forman parte de nuestra cosmovisión de la vida.
Hay que naturalizar lo sobrenatural; que Dios está presente en la vida que diariamente descubrimos una maravilla escondida en la naturaleza donde está inscrita la huella digital de Dios.
Enseñar a las juventudes, que no fue un primate el que plasmo esas pinturas rupestres en las cuevas de Altamira, como dice la teoría de darwinista de la evolución y como la modernidad nos quiere hacer creer: “Que fue un mono evolucionado el que pintó aquellas pinturas del hombre primitivo cazando a las fieras plasmándolas en las rocas”. Es demostrable que no hay ninguna creatura que tenga la capacidad creadora y creativa como la tiene el ser humano, puesto que lleva inscrito en su ADN la huella digital de su creador.
Entonces, por qué no podemos concluir de manera lógica y racional que este mundo es imposible de explicarse, sin una causa última ordenadora. El lenguaje de Dios es bastante lógico. Dios es amor y el amor es comunicativo. Es difícil que el amor se quede en silencio.
El mundo está enfermo quizás porque reduce todo a mera energía. Más bien creo que somos historias. Porque ninguna energía puede cambiar tu vida. Lo determinante no es que Dios exista, sino que tú existas para él.
Vivir desde los cinco sentidos implica tener un sentido crítico ante la vida; San Pablo en Romanos 12:2, refiere esta cita, que conmueve y que no se utiliza mucho. Dice: “No te amoldéis a este mundo. Transformarlo por la renovación de la mente”, para que sepan discernir, cuál es la voluntad de Dios; qué es lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
Es decir, ten sentido crítico, no te dejes de arrastrar por el deseo de aceptación, del aplauso fatuo, porque lo más probable es que la mundanidad haga contigo lo que le dé la gana.
Retomando al genio inglés converso del anglicanismo al Catolicismo Chesterton, refería que el cristianismo es lo único que puede liberarnos de convertirnos en esclavos de nuestro tiempo. Es muy fácil ser esclavo del tiempo, de lugar donde has nacido, a pensar cómo piensan todos los de tu época. Y actuar como tus contemporáneos. Hoy la dictadura más consolidada es aquella en la que los esclavos se sienten libres de serlo.
Hay que naturalizar lo sobrenatural y descubrir en todas las cosas está presente la huella digital de Dios, para que al hablar de Dios no sea raro. Darnos cuenta de que Dios está presente, en la vida que diariamente descubrimos, una maravilla escondida en la naturaleza.
Desmentir lo que afirma la teoría de la evolución que fue un primate el que plasmo esas pinturas rupestres en las cuevas de Altamira, como afirman los darwinistas y como la modernidad nos quiere hacer creer; que fue un mono evolucionado el que pintó aquellas pinturas del hombre primitivo cazando a las fieras, plasmándolas en las rocas. Es demostrable que no hay ninguna creatura que tenga la capacidad creadora y creativa como la tiene el ser humano, puesto que lleva inscrito en su ADN la huella digital de su creador.
Entonces por qué no podemos concluir de manera lógica y racional que este mundo es imposible de explicarse, sin una causa última ordenadora. El lenguaje de Dios es bastante lógico. Dios es amor y el amor es comunicativo. Es difícil que el amor se quede en silencio. El mundo está enfermo quizás porque cree que eres energía. Creo más bien que somos historias, porque una energía no cambia tu vida como tampoco que creas solamente en Dios te cambia. Lo determinante no es que Dios exista, sino que tú existas para él.
Finalmente, el sentido del humor es una vacuna eficiente para prevenirte de cualquier cosa que te ofenda y ser susceptible e hipersensible. El sentido del humor nos permite combatir el veneno de la tristeza de verlo todo negro.
En suma, los cinco sentidos corporales agregados al sentido sobrenatural, sentido crítico, sentido común y sentido del humor se conjugan e integran el alma y el cuerpo. Y es el retrato del alma humana en el que encontramos la imagen y semejanza de Dios en nosotros.