Es motivo de inmensa tristeza los continuos casos de bullying entre nuestros niños y adolescentes, llegando incluso a ocasionar la muerte, parece irreal que en pleno siglo XXI, en el auge de la sociedad de la información y el conocimiento y del continuo avance de las tecnologías, nuestros niños y adolescentes utilicen constantemente el bullying para expresar su insatisfacción e intolerancia por otro ser humano con los mismos deberes y derechos. Sera que hemos dejado que ciertamente ellos vivan en un mundo irreal, hay que educarlos y enseñarles que el mundo no les pertenece y que todos y cada uno de los seres vivos que habitan en este planeta, están aquí porque Dios les concedió esa oportunidad.
El bullying es un problema que nos compete a todos, es responsabilidad y deber de los padres enseñar a sus hijos a respetar, apoyar, ayudar y servir a todos los seres humanos sin importar su color de piel, posición económica, educación, religión, cultura o condición física, educarlos para asumir y aceptar la diversidad de pensamientos y conductas y que como seres humanos todos, sin excepción alguna tenemos el derecho de opinar y ser escuchados. Debemos acrecentar en nuestros hijos no solo con palabras sino también con la práctica, el valor que representan la tolerancia, la bondad y el agradecimiento. Dejarles claro el significado de ser humano.
Es responsabilidad de los maestros y profesores enseñar el trabajo en equipo, estimular en los niños y adolescentes la formación de ciudadanos dignos y útiles a su comunidad y a su patria, incentivar el compartir y el aceptar a otros con sus virtudes y defectos. Orientarlos, guiar y reforzar los valores aprendidos en el hogar. Es responsabilidad del estado sancionar, corregir y hacer respetar los deberes y derechos que tenemos todos los seres humanos, es también su deber aplicar reglas, normas y estrategias que controlen y permitan evitar conductas y comportamientos indeseables.
Trabajemos unidos, el bullying es un enemigo latente que nos afecta a todos causando dolor, amargura, rabia, sufrimiento y frustración, que no solo afecta a un individuo sino a la familia entera, dejemos ya de opinar y hacernos los ciegos padres enséñeles a sus hijos que no es un signo de debilidad sentir miedo o querer llorar, como tampoco representa un signo de fortaleza utilizar la burla constante para sobresalir en la sociedad.
Gobiernos y escuelas incluyan en sus planes y programas mayores actividades y proyectos que permitan detectar y combatir el bullying e impulsen el respecto entre los humanos. Ya es hora de enfrentar a este enemigo, silencioso y absurdo, no podemos permitir que el bullying nos siga ganando la partida, y muchos menos que nos siga arrebatando vidas.