STAMFORD.- En la misa dominical del mediodía de la iglesia Saint Mary de este 7 de septiembre, fecha en que fue declarado en el Vaticano como Santo al primer joven milenio, Carlo Acutis, la prédica del padre Juan Gabriel Acosta, recién nombrado como nuevo párroco general, fue dedicada a recordar a sus fieles que Dios pide a todos sus hijos vivir en santidad y que ese nivel se lo puede conseguir si se logra vivir con desapego, aceptando la cruz con fe, esperanza y alegría y proyectándose con decisiones correctas.
En la misa dominical el Padre Acosta narró cómo el joven Carlo Acutis, hoy escrito su nombre en el libro de los Santos de la Iglesia, llegó a vivir una vida de santidad, por la gracia de Dios, desde el día que recibió su bautismo y porque desde niño se proyectó aceptando su cruz; a pesar de que tenía un diagnóstico no alentador en torno a su salud, decidió vivir con fe y alegría y desde su lecho de muerte ofrendó su vida por el Papa y la iglesia y decidió utilizar sus habilidades informáticas para crear y gestionar sitios web que documentaban milagros y difundían la fe católica, lo que le valió los apodos de “el Influencer de Dios” y “el patrón de Internet”. Su principal proyecto en internet fue un sitio web que recopilaba y presentaba informes de milagros, en lugar de historias de santos creadas por él.
“Carlo Acutis nos recuerda que la santidad no es cosa de otros tiempos, sino de hoy. Desde niño descubrió que la Eucaristía era su “autopista al cielo”. Con una vida sencilla, como la de cualquier joven, supo poner a Dios en el centro: en sus estudios, en su pasión por la informática y en el servicio a los demás. Carlo nos enseña que todos podemos ser santos si dejamos que Jesús transforme nuestra vida diaria. Sigamos su ejemplo: vivir con alegría, amar a Dios en lo pequeño y nunca olvidar que el cielo es nuestra meta”.
Por lo que el Padre Acosta explicó en la homilía que, para vivir como el Santo Milenio, Carlo Acutis, es necesario la renuncia o lo que se conoce como posponer para poder dejar a los padres, a los hijos y poder seguir a Dios. Porque el apego hace daño y roba la paz y puso como ejemplo cuando se tiene resentimientos es necesario trabajar en esos sentimientos para lograr el desapego y entrar en un sentimiento de tranquilidad. “Renuncia a lo que le está haciendo daño con su familia. Lo que nos apega nos esclaviza y nos hace daño”, dijo.
E inmediatamente habló de tres palabras que pueden transformar la vida hacia la santidad: Desapego, cruz y proyección.
1. Desapego, para poder entregar por completo a la misión de Dios.
2. Aceptar la cruz, pero por amor para no rechazarla y cargarla con alegría a pesar de las vicisitudes.
3. Proyectarse, es decir, forjar un camino correcto que se logra entendiendo plenamente la vocación que Dios nos ha dado para desarrollar una vida plena.
Andrea Ledesma, inmigrante ecuatoriana que vive en New York, pero participa en la misa dominical de Saint Mary, se sintió sorprendida de cómo el Padre Acosta explicó en forma sencilla “cargar la cruz”. Para ella, la cruz es por sí mismo un tema pesado y muy difícil de cargar, pero, “intentando vivir con fe, tal vez sea sencillo cargarla con voluntad y valor”, repuso.
Alvaro Olivares, guatemalteco, guitarrista del Coro Dominical de la Misa Hispana, muy concentrado no solamente en escuchar al Padre Acosta, sino en tener cada canción litúrgica correctamente, vivió la fiesta de San Carlo Acutis de cerca: “Cantando con el corazón porque como dice San Agustín, el que canta ora dos veces”.
EL NUEVO PARROCO DE SAINT MARY DESDE EL 1 DE AGOSTO
El Padre Juan Gabriel Acosta, asumió el cargo de párroco general de Saint Mary desde el 1 de agosto. Es nativo de Bogotá, Colombia, habla tres idiomas y, además de sacerdote, es médico y abogado. Tras 10 años en la facultad de medicina y formarse como cardiólogo, decidió dejar la medicina y unirse a la Diócesis.
Tras ejercer brevemente la medicina, ingresó a la Diócesis, comenzando en el Mount St. Mary’s en Emmitsburg, Maryland. Fue ordenado sacerdote en 2013 y asignado vicario parroquial (sacerdote asociado) en la iglesia de la Asunción en Westport, antes de convertirse en párroco en la parroquia de San Ladislao en Norwalk.
El padre Acosta fue nombrado rector de la parroquia de San Agustín en Bridgeport y, tras dos años allí, el obispo Caggiano le pidió que fuera a Roma a estudiar Derecho Canónico, estudio que completó en junio, después de tres años y puso en práctica su formación médica. Fue médico oficial en Roma y en la parroquia de Mt. St. Mary’s en Maryland.