Por Hernando Diosa
Puerto Rico tiene en Carlos Cruz a uno de sus más polifacéticos y talentosos embajadores de su música y de su cultura afroantillana. Y decimos esto porque además de ser un gran declamador de poesía negroide, también toca bomba y plena, canta, actúa, y es el artesano de sus propios tambores que son exhibidos con orgullo en grandes exposiciones.
Cruz a quien se le conoce también como “Príncipe del Verso Negro”, es un artista que esparce por el mundo su herencia africana, al golpe de su tambor y el retumbar de sus versos, que hacen que el público se menee al escuchar los sonidos y la magia de esos ritmos, herencia de nuestros antepasados.
Aquí en Connecticut años, tuvimos el privilegio de poder asistir a muchas de las presentaciones de este artista borinqueño en aquellos festivales de “Loíza Aldea” que antes se celebraban en New Haven, en donde Cruz y otros percusionistas inyectaban de ánimo con sus instrumentos, a un público ávido de cadencias ancestrales como las que dibujan la bomba y la plena al bailar. Aquellos, eran otros tiempos.
Hoy día, Carlos Cruz, sigue tocando aquí y allá, como integrante del grupo “Cimarrón”, como también atiende invitaciones de universidades y otras instituciones a nivel local y nacional, en donde enarbola la bandera de su patria para exponer y enseñar el gran legado artístico-cultural de su bella “Isla del Encanto”.
Precisamente, hace pocos días nos lo encontramos en cercanías de su habitual residencia de New Haven, antes de partir hacia Atlanta, Georgia, a donde tendría una presentación en el mundialmente aclamado musical gringo “West Side Story”, por lo cual procedimos a entrevistarlo.
Aprovechando esta oportunidad Carlos, cuéntanos un poco un poco de tus orígenes y los comienzos de tu carrera como músico, declamador, y demás.
– Fíjate. Yo vengo de una región muy humilde del área sur de Puerto Rico, el pueblo de Santa Isabel, en donde nací yo. En esa comarca, tanto mi papá como mis abuelos estuvieron dedicados al sembrado y cultivo de la caña. En ese ambiente fui creciendo, y me acuerdo de que, desde muy pequeño -asistiendo a mis primeros grados de escuela elemental-, siempre tuve una inquietud por los asuntos culturales, como son la bomba y la plena. En esos tiempos -empezando a dar mis primeros pasos como niño-, siempre escuchaba esa clase de ritmos y poesía negroide, Y eso me llamó mucho la atención.
¿Y en qué momento especial se inicia tu fervor por los poemas y la música típica de tu tierra?
– En sexto grado, cuando me tocó leer un libro que escribió Don Luis Palés Matos, poeta oriundo del pueblo de Guayama, cuyo título era “Tuntún de pasa y grifería”. Yo siempre me recuerdo de ese momento en especial, cuando el maestro que yo tenía -Mr. Valentín-, me dijo un día: “Carlos, ¿por qué no te aprendes una poesía de Don Luis Palés Matos? A lo cual yo le pregunté qué cual sería, y entonces él me dijo “Majestad Negra”. Desde el día en que yo me aprendí ese poema, fue un palo -como decimos nosotros-, porque siempre me lo pedían en mis presentaciones.
¿Y qué pasó luego?
– Bueno, a partir de entonces los maestros me siguieron puliendo al ver que yo tenía muy buenas aptitudes para el verso negro. Ese fue mi primer camino, y al llegar al noveno grado, ya prácticamente hacia grabaciones para la televisión, en este caso WIPR-TV Canal 6 o en el Zelnit.
Señor Cruz: ¿Usted ya tocaba los tambores a esa edad?
– Fíjate. A esas alturas, todavía no lo hacía. Después me dije: Caramba, si ya ahora yo tengo mis conocimientos, entonces por qué no toco yo mi propio tambor. Y dicho y hecho, lo hice. Y fue diferente para las audiencias, porque a la misma vez que le sacaba sonidos al tambor, yo iba narrando el poema, llevando mi propio tiempo. No dependía de nadie para hacerlo.
En estos casos, el artista necesita de mucha destreza y exactitud tanto mental como física.
– Si, como no. Gracias a esa particularidad yo he seguido con la bomba, con la plena y el verso negro por distintos lugares.
Y en ese trajinar Carlos ¿Cuándo pisas por primera vez, las tierras de Connecticut?
– Yo creo que fue por los años de 1998 o 1999 en las celebraciones del “Festival Loíza” que se hacían en New Haven. Para ese tiempo yo viajaba mucho con los hermanos Ayala, viniendo a hacer presentaciones acá.
¿Has tenido presentaciones en otros lugares fuera de tu suelo?
– Claro que sí. También he estado presente en certámenes de declamadores a través de un intercambio entre el Instituto de Cultura de Puerto Rico y el Instituto de Cultura de República Dominicana. Allá en Santo Domingo nos fue bien, y cogimos más experiencia.
Además de percusionista de la bomba y la plena, de declamador, y de fabricar tambores, tengo entendido que has hecho actuaciones como actor también. ¿Es verdad?
– Bueno. En medio de estas competencias poéticas me di cuenta de la necesidad que había de ponerle más fuerza y expresión a mi actuación, por lo cual llegó un momento en el cual me puse a estudiar arte dramático., con lo cual me pulí mucho más. Hoy en día puedo tomar un libreto y te hago el papel que sea, porque ya estoy preparado para eso.
Carlos: ¿Esto quiere decir que ya has experimentado con algunas producciones?
– Oh sí. Ya he tenido actuaciones en producciones que ha hecho WIPR-TV Canal 6, que fueron muy buenas. Llegué a trabajar con Martita Martínez y con Néstor Torres -el flautista-, y quien actualmente está viviendo en Florida. Precisamente con ellos hicimos una miniserie, con muy buena acogida del público en general.
¿Y te ha tocado cantar también?
– Claro, y déjame explicarte: Para ser un declamador lo primero que tienes que hacer es ser un actor, porque un poema es un libreto. Y ese poema lleva una trama que conlleva a un cambio de voces. En otras palabras: No es lo mismo cuando estamos hablando acá que cuando estás entre el público. Tu tienes -como declamador-, darle vida, darle forma a ese poema. Tienes que sentirlo desde lo más profundo de tu corazón, porque si tu lo sientes, el público lo va a vivir.
¿O sea, que, en medio de esas actuaciones, te ha tocado llorar y tal vez reír a carcajadas?
– En algunos poemas confrontas esas situaciones en algunos poemas, como es el caso de “Desahucio”, en donde el gobierno se presenta ante una familia pobre y les dice a sus miembros que tienen que desalojar. Entonces, el patriarca de la casa les responde rebelde: “Yo siempre he estado aquí toda mi vida, siempre he estado arando con mis bueyes. Hacia dónde yo me voy a ir…”
En esa obra hay que llorar. Este es un poema muy triste, y es uno de mis preferidos. Es un poema muy patriótico, un poema de mucho ADN adentro…
En medio de este divagar ¿En qué fecha es que echas tus raíces en Connecticut”?
– Yo llegué para residir en Connecticut, en el 2001. A partir de ese instante mi vida cambió totalmente porque por esos años yo tenía muchas presentaciones en Puerto Rico, aunque ya estaba abriendo mercados aquí en los Estados Unidos, viajando a Providence, Rhode Island, en donde fundé el grupo “Yoruba Dos”, y también soy integrante del grupo “Son Boricua”, de Atlanta, Georgia. Para mi entiendo que es mucho más fácil estar en Los Estados Unidos, para moverme en el ambiente en que yo estoy ahora.
Y de tu otra faceta, de artesano de tambores, ¿qué me puedes decir?
Mi inclinación para el diseño y elaboración de tambores se inició por allá a finales de la época de los 80’s o principios de los 90’s, cuando empecé a diseñar mis propios barriles. Eso fue como un sueño o una revelación. A partir de entonces lo he venido haciendo, y muchos de esos están en diferentes exposiciones como es el caso del Museo de las Américas, que se encuentra situado en el Cuartel de Ballajá, en el Viejo San Juan, Puerto Rico. También estuvieron expuestos en el Museo de la Raíces Africanas, allí mismo en el Viejo San Juan, en una de las sedes del Instituto de Cultura de Puerto Rico. Y en estos momentos tengo una exposición en el museo de La Casa Paoli, en Ponce, la cual la van a mudar entre noviembre y diciembre al “Smithsonian Institution”, de Washington, DC.
Esta misma semana, luego de su viaje a Georgia en donde tenía una presentación, nos contactamos de nuevo con Carlos Cruz, “El Príncipe del Verso Negro”, quien en pocas palabras nos describió lo sucedido allí.
“Bueno, allí en el Teatro Fox de Atlanta, me tocó participar en el famoso musical “West Side History” o “Amor sin Barreras” como se le conoce en algunos países de América Latina, en donde me tocó abrir el espectáculo tocando el tambor como fondo para unas bailarinas. Y al final de la función, se me acercó un grupo de los asistentes al evento de raíces afroamericanas, para decirme que cuando sintieron las vibraciones y el golpeteo de mi tambor, soltaron lágrimas, al viajar hacia el pasado y recordar sus ancestros. Eso a mi me partió el corazón. Ya luego se despidieron, no sin antes hacerme una invitación para una boda futura, acompañado de mi tambor.”
Para contrataciones, favor escribir a yoruba61@yahoo.com, o llamar al (203) 215-2352