Bethel, CT. USA, marzo 22 del 2020
Señor
Juan Fernando Velasco
Ministro de Cultura y Patrimonio del Ecuador
En su Despacho:
Luego de que el huracán María azotó a Puerto Rico en el 2018, la Asociación Nacional de Artes Latinas (NALAC) entregó 25.000 dólares a diez artistas puertorriqueños, que, al igual que nuestros artistas ecuatorianos, estaban en sospecha de vulnerabilidad, porque –de la misma forma como en Ecuador- los artistas latinos que pertenecen a las minorías étnicas de los EEUU (excepto un ínfimo grupo de privilegiados), es uno de los sectores más vulnerables y por ende la equidad cultural en tiempos de crisis se profundiza y los pequeños avances hechos en tiempos de paz, retroceden.
La gran diferencia, entre NALAC, y el Ministerio de Cultura al que usted representa, mi querido Señor Ministro, acorde con la nota publicada en el Diario El Comercio (Ministerio de Cultura pagará a artistas ecuatorianos para que transmitan shows y presentaciones desde sus casas durante la cuarentena), su leve video posteado en Twitter; es que NALAC convocó a un concurso de proyectos con bases definidas. Y para asegurase que “los indigentes artistas boricuas” puedan ganarse ese lugar dignamente y por ende ese dinero no sea visto como una dádiva que hiera su ego (propio de ustedes los artistas), les orientó para que sus proyectos artísticos tengan forma, fondo y por ende impacto social y fomento en el acervo cultural puertorriqueño.
Cuando leí el reporte de su entrevista y el ángulo periodístico dado intuí que el bullying cibernético se avecinaba. Lo que me sorprende es que unos días antes vía Face Book, circuló una Carta Abierta de la Asociación Nacional De Artes Escénicas (ANAE), donde le pedían al Gobierno Nacional que haga algo por ellos en medio de esta crisis mundial del corona virus.
Leí con mucha atención esa misiva y hasta me atreví a opinar y escribí: “Esta muy bonita la carta pero NO piden nada en concreto…”. Deberían, tal como hicieron los artistas de México, crear un fideicomiso para que tengan un capital y a su vez sindicalizarse y desde ahí podrían pagar sus cuotas y acceder a los servicios de salud, préstamos y jubilación”.
¡Oh sorpresa!, después de leer y re-leer los comentarios tan ofensivos de cientos de facebookeros y hasta de muchos artistas que aprovecharon para decir que “ese dinero dará a su argolla”, y que mejor sería que canalice las prioridades entregando al sistema de salud; nadie de su gremio salió a informar al pueblo que fueron ellos quienes solicitaron apoyo. Y, contrariamente, ahora, ante la presión social publican en sus redes: “Gracias Fernando. Ese dinero mejor dele al sector de la salud”.
Entiendo, al igual que todos, que estamos viviendo momentos difíciles y que la salud debe estar por encima de todo. Que el gobierno debe correr a paso firme para ganarle la carrera al corona virus y que los insumos para los trabajadores de la salud no deben faltar en ningún momento.
¿Pero?, ahora sí me quedan rondando en mi cabeza estas interrogantes: ¿Entonces, cuándo un artista resulte positivo deberá ser un ser anónimo que se resigne a recibir la caridad de alguien y terminar sus días como un número más de las estadísticas de esta letal enfermedad?, ¿Es justo que por desinformación y por falta de una planificación de proyectos artísticos emergentes saque de la manga 200 dólares para 200 artistas, que, por estar en la intemperie, están expuestos en alto riesgo al contagio, provocando con esto el descontento de los otros miles de sus colegas y de la ciudadanía?.
Hace unos días un allegado me contó que en América Latina la planificación de las artes es hecha con un estimado de seis semanas de anticipación antes de un evento. Cómo me escandalicé me tranquilizó diciéndome: “Esa es la forma de hacer la cultura por aquí”.
Ante esto: creo que es necesario revertir el asunto y tomar el lado amable. Primero, cada quien tiene que hacer desde su trinchera lo que debe hacer. Por su lado, como funcionario público, debe administrar el dinero de forma correcta en base a la Constitución y su competencia y usar el sentido común en tiempos de pandemia.
Los artistas, por su lado, deberían, en vez de hacer su Pliego de Peticiones, intentar –con la misma pasión que buscan la fama, el reconocimiento y el pan de cada día a través de su arte; arrimar el hombro para que el pliego de pedidos se transforme en el “Manifiesto de Apoyo”; y la ciudadanía, debería, tal como dijo John F. Kennedy: “No preguntar que hace mi país por mí, sino qué hago yo por mi país”.
En tanto, mi gremio, los periodistas deberíamos estudiar más sobre crítica de arte y cultura de las masas, para a la hora de redactar una pieza periodística tener el suficiente conocimiento y evitar que sea una “chaucha” más de nuestras coberturas. Se trata de cultura y la historia juzga a sus pueblos bajo esta causa.
Seguramente, muchos dirán: ¿y quién es ésta que se atreve a emitir juicios, dar opiniones de la “forma cómo se hacen las cosas por aquí?. Quisiera darles la razón, ¿pero? ¡No!. Me asiste el derecho de ser ecuatoriana, amparada en la ley de Movilidad Humana que me permite transitar libremente por el mundo y conservar mis derechos constitucionales y el derecho de que contribuyo con las remesas para mi familia que se quedó con mi corazón en Quito.
A propósito de las remesas, estimado Señor Ministro, usted podría, adaptando a la realidad ecuatoriana, seguir el modelo de México y Centroamérica y llevar a cabo el programa “Remesas Culturales”, en donde una parte de los impuestos del dinero que enviamos los migrantes, podría ser invertido en las artes escénicas, es decir, podría tomarse un porcentaje para contribuir con el fideicomiso y dar seguridad pública a su gremio y el otro porcentaje, podría invertir en las caravanas artísticas hacia el exterior, siendo esa la mejor forma de devolvernos las ganancias de nuestro dinero enviado.
Con afecto,
Maricarmen Godoy
Periodista ecuatoriana, residente en USA
cgodoy@lavozhispanact.com
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