Hoy me gustaría que tú y yo meditáramos en el salmo 112. Este es un poema acróstico que inicia con un “¡Aleluya!”. Una exclamación de alabanza, gratitud y admiración que expresó el salmista cuando meditó en las infinitas bondades de Señor.
El autor de este hermoso salmo se vale de las letras del alfabeto hebreo, desde la A hasta la Z, para enumerar diez de las gloriosas bendiciones que el Dios del cielo derrama sobre los que le temen. Aquellos que se deleitan en obedecer sus mandatos.
En la versión Nueva Traducción Viviente el salmo 112 dice así:
¡Alabado sea el Señor!
¡Qué felices son los que temen al Señor y se deleitan en obedecer sus mandatos!
Sus hijos tendrán éxito en todas partes; toda una generación de justos será bendecida.
Ellos mismos serán ricos, y sus buenas acciones durarán para siempre.
La luz brilla en la oscuridad para los justos; son generosos, compasivos y rectos.
Les va bien a los que prestan dinero con generosidad y manejan sus negocios equitativamente.
A estas personas no las vencerá el mal; a los rectos se los recordará por mucho tiempo.
Ellos no tienen miedo de malas noticias; confían plenamente en que el Señor los cuidará.
Tienen confianza y viven sin temor, y pueden enfrentar triunfantes a sus enemigos.
Comparten con libertad y dan con generosidad a los necesitados; sus buenas acciones serán recordadas para siempre.
Ellos tendrán influencia y recibirán honor. Los perversos lo verán y se pondrán furiosos. Rechinarán los dientes de enojo; se escabullirán avergonzados con sus esperanzas frustradas.
Las personas que obedecen a Dios viven seguras y confiadas. Mientras más leen y meditan en la Palabra del Señor crecen en fe y obediencia. Pero aquellas que no han depositado su fe en Jesucristo viven con temor y desesperanza.
Ora la Palabra
Amado Padre celestial, te damos gracias por tu amor e infinita misericordia. Gracias por las bendiciones que derramas sobre cada uno de los que en ti confiamos. Enséñanos a obedecer tus decretos y a confiar plenamente en Ti. Danos la fe del salmista para no temer a las malas noticias. Transforma nuestras mentes y corazones de tal manera que aprendamos a vivir con la plena seguridad de que aun en medio de la adversidad, Tú nos bendices con bienes y riquezas espirituales sin límites. Te bendecimos y te alabamos por siempre y para siempre. Amén.
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