Estimada tía Julia,
Te envío este texto con sumo respeto porque me informaron en la calle Park que resuelves los problemas de los humanos acongojados en las presentes circunstancias de las primeras tres semanas de gobierno del innombrable que mal rayo parta, y aunque a mí no gusta compartir mis temores personales y problemas con cualquiera, creo que existe la posibilidad aunque sea remotísima de que me ayudes con un lío que tengo con mi ex novia Cornelia que estaba perdidamente enamorada de mí y me celaba con el celular, pero ya no.
Yo llegué hace unos años desde un país caribeño donde no se llevan bien con los haitianos, para jugar beisbol en USA, hacerme famoso y ganar mucho billete. Tengo tía vocación y aptitud de buen beisbolista porque agarro cualquier bola, aunque la condená venga a 90 millas por hora.
La cosa es que espero un programa de adiestramiento sumamente exigente en Nueva York, y mientras esperaba a que me llamara un contacto de mi primo Pichón para ser en el futuro parte de la selección de USA, me puse a trabajar en una compañía ecológica que limpia baños en downtown y en el municipio de Hartford
La cosa fue que Cornelia quien es muy católica y cortada a la antigua, cosa extraña, me llevó recientemente a su casa para almorzar, me presentó a sus viejos, pensando que podríamos casarnos y tener nenes bonitos, rubios, y blanquitos como yo, para que de este modo les traten mejor los gringos y no los moleste la Migra.
Ella más bien es chiquitita y sus amigas la llaman cariñosamente “Bolita San Valentín,” porque su piel es color chocolate.
Como usted puede imaginar y por mi buena estampa, les caí muy bien a sus progenitores, pero Cornelia se puso muy cargosa con lo de la posible boda, me llamaba todos los días a mi celular, y me estaba cayendo más pesada que el presidente Trump firmando decretos de ley que ni el mismo entiende.
Cuando regresábamos el viernes pasado después de visitar a unas amigas de mi enamorada en Massachussets, nos agarró por el camino la anunciada tormenta de nieve. Tía, el viento nos zarandeaba de un lado para otro y con la nieve no se veía nada de nada. Por orden de la policía tuvimos que detenernos por media hora en la 84 Norte y Cornelia se agarraba de mi más fuerte que la hiedra y pasó lo que pasó, peo no pasó ná…
Sucede tía, y aquí está mi problema.
En la escuela superior me apodaban microship y “minimis,” ¿usted me entiende? Esto me creó un complejo de inferioridad desde el momento en que tuve que usar las duchas en el gimnasio y los otros estudiantes hacían mofa de mí. Cornelia también se enteró de cuántos puntos yo calzaba en lo de la tormenta. Desde aquel día las cosas han cambiado, ella no me llama ni responde mis mensajes ¿Me entiende el asunto o le envío una foto?
Esto del microship ha vuelto a mortificarme, tengo pesadillas en las que rodeado de muchachas modelo con tanga con hilito en un Super Bol, me descubren eso y se alejan volando hacia la lejanía. Yo despierto, sufro y durante el día ando como amotetado.
Respóndame si es que no ha sido afectada por las nevadas ya que por su edad y si se resbala en el hielo, no se para, como el mío.
Carlitos
Respuesta:
Mira Carlitos,
No pensaba responder tu extenso y aburrido texto referente a tu microship ya que se te olvidaron las dos palabras mágicas que se usan cuando uno pide algo gratis y de cachete: “por favor.” Esto no cuesta mucho y la boca te queda allí mismo.
Para tu información, sé caminar en el hielo y la nieve y también en los caminos tortuosos que nos depara el loco Musk y Donny quien como a los niños chicos, le gusta practicar la firma floja y gastar el papel en los singulares decretos de ley. ¡Changuerías de tostado!
Noto en tu escrito que lo del “minino” te acompleja mucho demasiado ya que comienzas tu texto con entusiasmo y bríos de caballo potro, pero de a poco se te cae el autoestima
Definitivamente tienes allí un problema que Cornelia ya ha notado. Creo que con el tiempo se le pasará la primera impresión y tendrán que conversar a calzón quitado las soluciones para tu problema minúsculo. Lee en La Voz los consejos sexuales de las muchachas españolas y otras técnicas además del Panetrex.
Pero mira esto. Aquí en la región no hay muchos hombres donde elegir, y las nenas deben agarrarse de lo que puedan para no quedar jamonas. Al menos tu no te tienes miedo al trabajo ecológico de los baños mientras espera la posible llamada del beisbolista.
Carlos, la buena noticia es que hay una escasez de hombres en Connecticut y eso nos lo dicen las estadísticas y si no me crees, es cosa de ir a las fiestas en los clubes de New Haven y verás como en la oscuridad hay tipos, solteros o casados, que se las echan y regodean saliendo con unas y otras sin responsabilidad.
Te diré además que me molesta en la profundidad de mis neuronas, que le digan “Bolita” a Cornelia ya que ésa es una palabra floja que usan también los paraguayos para referirse a personas bajitas.
Mi consejo es que te recojas, dejes de hablar ripio y expliques mejor tus limitaciones, le envíes una carta a la que llamas Bolita antes de que te quedes solo y acomplejado, se te caigan todos los dientes, te quede uno solo, y ese te duela.
La tía que a pesar de todo te trata de ayuda,
Julia.