Por Alejandro Berríos, especial para La Voz Hispana de Connecticut
Eliecer Salazar llega a Connecticut con serios problemas dentales debido a su déficit de calcio durante su niñez y juventud, y pobres hábitos de limpieza dental en países donde la pasta dental se reemplaza a veces con ceniza o sapolio. En su país de origen había sufrido varias extracciones que le privaron de molares ya que no tuvo los medios en su país para recibir un tratamiento de raíz, llamado “root canal.”
Finalmente, logra en 1978 una cita en la escuela Dental de la Universidad de Connecticut en Farmington donde le recomendaron un tratamiento de puentes dentales permanente aprovechando el buen estado de molares que sirvieron de base a lo que reemplazaría los espacios en sus encías. Allí, Eliecer fue informado de la importancia de la salud periodontal y fue sometido a un doloroso procedimiento para evitar la peligrosa piorrea que provoca supuraciones.
Después de una última extracción, le instalaron dos puentes permanentes que mejoraron sustancialmente su dentadura y que al mismo tiempo mejoraron su autoestima. Afortunadamente, sus incisivos y caninos se mantuvieron incólumes después de una limpieza intensa.
En el 2020, Eliecer perdió uno de sus caninos cuando mordió un producto que supuestamente era dietético y que vio un día en que estaba con hambre en una maquinita vendedora accionada con monedas. Eliecer todavía lamenta muchísimo el accidente porque ya no puede sonreír. Se dio cuenta de que tendría que volver al dentista, pero ahora estaba jubilado del sistema escolar de Farmington y con esperanzas se dirigió a la escuela dental de la universidad que le había ayudado en la década de los 70.’
Pero las cosas cambian.
Allí, nuestro paciente de la Edad de Oro se familiariza con la palabra implante y la necesaria extracción de lo que quedaba del canino caratulado como C-6. Un estudiante de odontología le dio entonces la mala noticia. También requeriría la remoción de su querido puente dental que le había acompañado por décadas.
Después de una serie de radiografías bastante caras, el estudiante le dijo que se estaba hablando de tres implantes, uno por el C-6 y los otros para dos molares. Con cierta timidez ante la ausencia de alternativas, Salazar insinuó otro puente permanente. “No se lo recomendamos porque el ultimo molar que le queda que sería la base de un puente está en mal estado. Los implantes son la única solución.”
El estudiante que hablaba muy bien el español lo refirió a la sección de finanzas de la escuela dental donde le dieron la mala noticia de que tres implantes, además de una inserción de hueso en la encía de la mandíbula superior le costaría $9,500 billetes. A Eliecer se le vino el cielo encima ya que ni su pensión ni su seguro cubrían cirugías dentales y jamás se le había advertido en su sindicato el problemita con el cual se enfrentaría ya jubilado.
Lamentablemente y quizás mal aconsejado sin saber el costo del trabajo del arquitecto dental que le había arrancado molares y puentes; dejó que le saquen el otro puente permanente de la mandíbula inferior con lo cual mascar se le hizo más difícil por el lado derecho de la boca. Ahora solamente puedo comer cosas blandas y olvídese de asados y carnes, nos dijo con un dejo de amargura.
Para ver como se batía el cobre, Eliecer compartió su experiencia con otros jubilados que le dieron la bienvenida al club de los “mellados.” Finalmente, fue a probar suerte en otra clínica dental que le contaron eran muy compasivos. Allí un dentista le examina la boca y le dio una cita con otro médico especializado en ortodoncia (encías) para que le diera una idea del costo de las intervenciones e implantes.
“Me atendió un doctor indio de la India flaquito y muy amable que después de mirarme la boca me dijo que como fuese el tratamiento requeriría una radiografía que cuesta $500 billetes para examinar el estado del hueso y que cada implante de los cuales requeriría al menos tres, costarían aproximadamente $4,000 cada uno con lo cual daría la cuenta daría un total de $12,000.
Después de esta mala noticia Eliecer comenzó a guglear y le sorprendió que el precio de cada implante es el precio regular que le había informado el odontólogo indio y que entonces el precio de 2,000 billetes de la universidad no estaba tan mal, pero que negociando podía encontrar a $2,000 en otras clínicas dentales que no fueran de lujo.
También gugleando consigue otras noticia relacionadas con el enojoso asunto.
Los implantes dentales que ahora constituyen una pesadilla para pensionados y jubilados con Medicare se pueden conseguir más baratos en otros países.
Eliecer encontró que en México cobran $1,600 por implante, mientras que en la India solamente se paga $850. Sin embargo, habría que conocer a alguien en esos países porque se recomienda permanecer en el área hasta que se asegure que no haya complicaciones. A esto agréguele el precio del pasaje y otros desembolsos
A Eliecer y a otros adultos mayores les han dicho que los implantes son mucho más baratos en España, Filipinas, Argentina, Chile, Costa Rica, África, y Hungría, pero se debe incluir lo del viajecito además los temas de salubridad y limpieza ambiental especialmente durante este periodo de pandemia.
Los puentes dentales permanentes aun se consiguen siempre y cuando haya piezas dentales que puedan dar la base al mismo y el costo es de una cantidad que fluctúa entre $1,553 y $2,539 dólares. Usualmente se cobra entre 500 y 900 dólares por pieza dental. Están además los que se ponen y se sacan de los cuales mucha gente se avergüenza.
Este problemita y la falta de recursos y seguros están afectando a la población latinoamericana de adultos mayores y más jóvenes de nuestras comunidades y en la actualidad Eliecer se ha hecho miembro de un comité para comunicarse con legisladores que ayuden a que las universidades ofrezcan mas opciones y que no caigan en la euforia comercial que caracteriza en este país a la medicina.
Alejandro Berríos, especial para La Voz Hispana de Connecticut