LA HABANA (AP) — La revolución de 1959 liderada por Fidel Castro instaló un gobierno comunista ateo que buscaba remplazar a la Iglesia católica como fuerza rectora en la vida de los cubanos.
Pero 65 años después, la religión parece omnipresente en Cuba, con una diversidad deslumbrante.
Las campanas doblan en las iglesias católicas y el llamado a la oración convoca a los musulmanes en el centro de La Habana. Los budistas cantan mantras reunidos en la casa de un músico de jazz. Los judíos saborean arroz con frijoles y otros alimentos básicos cubanos en la cena del sabbat. Los devotos de la santería sumergen los sentidos mientras bailan y tocan tambores en un museo lleno de estatuas que rinden homenaje a sus deidades afrocubanas y dejan ofrendas a la diosa del mar.
También es visible en las crecientes filas de evangélicos que rezan a lo largo de toda la isla, en la fe de los cristianos LGBTQ+ que cantan en una iglesia inclusiva en el puerto marítimo de Matanzas, o en los peregrinos que viajan al remoto santuario del santo patrón de Cuba en la sombra de las montañas de la Sierra Maestra para pedir salud y prosperidad en medio de una desgarradora crisis económica.
Los críticos dicen que Cuba todavía se queda corta respecto a la tolerancia religiosa. El Departamento de Estado de Estados Unidos ha designado a Cuba como “país de especial preocupación” por haber cometido o tolerado violaciones graves de la libertad religiosa.
La Constitución de Cuba incluye disposiciones para la libertad religiosa y prohíbe la discriminación con base en la religión. Pero un informe reciente del Departamento de Estado dice que las disposiciones de los códigos penal y administrativo de Cuba “contravienen estas protecciones”. El informe dice que el Partido Comunista de Cuba exige que los grupos religiosos estén registrados oficialmente “y la membresía o asociación con un grupo no registrado es un delito”.
El informe reporta que la Oficina de Asuntos Religiosos y el Ministerio de Justicia sigue sin conceder el registro de algunos grupos, incluidos los Testigos de Jehová y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El gobierno de Cuba dice que las críticas son una excusa para que Washington justifique el embargo económico de décadas que se remonta a la Guerra Fría.
Algunos académicos y líderes religiosos dicen que se necesitan más avances hacia la libertad religiosa plena, como facilitar el proceso para construir lugares de culto, permitir el acceso a los medios de comunicación estatales para difundir sus mensajes religiosos y restablecer las escuelas religiosas privadas. No obstante, se han logrado avances significativos —algunos la llaman una época de renacimiento religioso cubano.
“No sé si el renacimiento religioso que ha ocurrido en Cuba es el resultado de la participación del involucramiento de los protestantes (evangélicos) en la isla, o resultado de las frustraciones de los cubanos, o resultado de una tolerancia que el gobierno cubano parece mostrar hacia la religión”, dijo Jaime Suchlicki, exdirector del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami.
“Tal vez una combinación de todos estos factores realmente ha revivido la religión en la isla”.
Más del 60% de los 11 millones de habitantes de Cuba están bautizados como católicos, según la Iglesia. Pero los expertos estiman que el mismo porcentaje, o más, también sigue tradiciones afrocubanas como la santería, que se entremezclan con el catolicismo.
“El cubano es creyente, pero a veces cree en todo”, dijo monseñor Ramón Suárez, canciller del Arzobispado de La Habana y autor del libro “Historia de la Iglesia católica en Cuba”.
El panorama religioso de Cuba es tan diverso que sería un error decir que la isla es solo católica o santera afrocubana, expuso Maximiliano Trujillo, profesor de filosofía en la Universidad de La Habana, quien ha escrito sobre la religión cubana.
“Hay una religiosidad muy singular”, explicó. “En Cuba no es raro que alguien vaya a encontrarse con un babalao (alto sacerdote de la santería) por la mañana y pueda visitar un templo pentecostal por la tarde, y a misa por la noche vaya —sin ver ningún tipo de conflicto en su espiritualidad—”.
Hoy en día, se pueden encontrar diversas creencias mezcladas en los altares de los hogares, y a la Virgen María compartir espacio con un Buda de cerámica y un espíritu guerrero de la fe afrocubana.
Pero durante el tiempo en que Suárez hizo su servicio militar cuando era un joven seminarista, mantuvo su Biblia escondida por temor a que la confiscaran. “No se podía decir nada de religión”, dijo Suárez, quien es hoy uno de los líderes católicos de más alto rango en Cuba.
La Iglesia católica —asociada desde hace mucho tiempo con los ciudadanos más ricos de Cuba—, adoptó una postura anticomunista poco antes de que Fidel Castro declarara socialista al país, en 1961. El gobierno acusó después a católicos prominentes de intentar derrocar a Castro. Los eventos religiosos públicos fueron prohibidos luego de que las procesiones se transformaran en protestas políticas que en ocasiones se volvieron violentas.
Cientos de sacerdotes extranjeros fueron expulsados y nacionalizadas las escuelas privadas —incluidas más de 100 escuelas católicas— que operaban en toda Cuba.
Muchos sacerdotes cubanos fueron enviados a campos de trabajo militares a mediados de la década de 1960. El gobierno se volvió oficialmente ateo —no se permitía la religión y se prohibió a los creyentes de todas las religiones la membresía al Partido Comunista.
La relación Iglesia-Estado comenzó a mejorar tres décadas después, cuando Castro se reunió con docenas de líderes evangélicos y representantes de la comunidad judía local. En 1992, el gobierno abandonó sus referencias constitucionales al ateísmo. La primera visita papal a la isla, en 1998, fue un evento clave que llevó a que el gobierno aceptara que se llevaran a cabo algunos eventos religiosos al exterior y la celebración de la Navidad fuera de las iglesias por primera vez en más de tres décadas.
“Juan Pablo II es el que marca el comienzo de una apertura; un antes y un después“, dijo Suárez en la sede católica —con vigilancia y una puerta de hierro— que se encuentra junto a una placa que conmemora la histórica visita del papa.
Juan Pablo II fue recibido en el aeropuerto de La Habana por Castro, quien vistió traje y corbata en lugar de su típico uniforme militar.
“Que Cuba, con todo su magnífico potencial, se abra al mundo, y que el mundo se abra a Cuba”, declaró el papa.
La Iglesia Católica todavía quiere que eventualmente se le permita operar escuelas religiosas y transmitir en la televisión y la radio estatales. “Yo creo que queda mucho por recorrer”, dijo Suárez.
Podría decirse que la religión más popular en Cuba es la santería, que fusiona el catolicismo con las tradiciones afrocaribeñas.
La santería nació como una forma de resistencia silenciosa entre las comunidades negras de Cuba. Se remonta a siglos atrás, cuando los colonos españoles trajeron a Cuba cientos de miles de africanos esclavizados, muchos de ellos de la tribu yoruba de Nigeria.
Los españoles intentaron imponer el catolicismo a los esclavizados, pero los africanos que realizaron ese viaje transatlántico trajeron sus propias religiones y las camuflaron al fijar símbolos de sus orishas —las deidades yorubas— a los santos católicos.
“Vinieron en pésimas condiciones … pero ellos lograron en los pelos, en la humilde ropa que traían, traer prendidos los caracoles, la ropa y partes de la esencia de su religión”, explicó Gloria Esperanza Reyes, historiadora de la Asociación Yoruba.
Durante seis décadas, cada mes ha puesto una ofrenda de flores y jarabe de caña a la diosa del mar luego de que los médicos le dijeran que no viviría mucho tiempo debido a una enfermedad cardíaca. Hace poco cumplió 82 años.
“Es importantísimo (preservar la fe yoruba) porque conservamos nuestra salud. Podemos aprender más sobre las plantas, los animales, venerar a las personas que pueden hacer una rogación y salvarnos hasta la vida”, dijo.
La santería permaneció durante mucho tiempo al margen de la política debido a su naturaleza dispersa y no jerárquica, y a siglos de tabú y racismo. No obstante, en los últimos años, ha ganado importancia.
“Nosotros los jóvenes estamos aprendiendo de los adultos”, refirió Alena Ferro, bailarina y devota de la fe yoruba quien con frecuencia enciende velas y pone flores en honor a sus orishas en el altar de su casa.
En estos días, la música de los tambores en las ceremonias de santería resuena desde el interior de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba hasta el Parque de la Fraternidad Americana, conocido por su enorme ceiba, un árbol sagrado en las religiones afrocubanas. En un día reciente, jóvenes bailarines sincronizaron sus movimientos con el rápido ritmo del tambor batá en un ensayo en homenaje a sus orishas.
“Tengo mucha fe en mi santo”, dijo la bailarina Susie Stuart Castellanos.
Cerca había una estatua de Yemayá, la diosa yoruba del mar. También es venerada con su chal azul cielo como Nuestra Señora de Regla, una virgen negra en una iglesia católica al otro lado de la Bahía de La Habana.
Más allá del catolicismo y la santería, Cuba tiene numerosas religiones más pequeñas, pero vibrantes. Entre ellas::
JUDAÍSMO
En la sinagoga más grande de Cuba, las antiguas tradiciones judías y la cubanidad a menudo se mezclan. A veces, las cenas del sabbat en Beth Shalom incluyen frijoles negros cubanos y arroz —un plato popular conocido como Moros y Cristianos—. Durante Rosh Hashaná, los judíos de todo el mundo tradicionalmente sumergen manzanas en miel para desearse un dulce año nuevo. Los miembros de la congregación de Beth Shalom dicen que utilizan frutas tropicales más fáciles de encontrar, como la guayaba y el plátano.
Se cree que los judíos llegaron a Cuba con Cristóbal Colón en 1492, pero la comunidad cubana comenzó oficialmente a principios del siglo XX, dijo Hella Ezkenazi, vicepresidenta de la Comunidad Hebrea de Cuba. Después de la Segunda Guerra Mundial, llegaron más judíos europeos.
La comunidad creció hasta alcanzar una cifra de alrededor de 15.000 judíos en su apogeo en la década de 1950, pero la mayoría emigró a Estados Unidos después de la revolución de 1959, cuando muchos de sus negocios fueron confiscados. Hoy en día, hay alrededor de 1.000 judíos que viven en Cuba.
Mientras el Sol se ponía un viernes reciente, alrededor de 100 miembros de Beth Shalom se reunieron durante el sabbat para orar. Más tarde, varios se tomaron de las manos para una danza israelí impregnada de ritmos cubanos.
“Mostramos en las tradiciones que aprendemos el amor hacia lo que es ser judío, nuestras raíces”, dijo Betina Acosta, de 24 años, quien es miembro del grupo de danza folclórica israelí y enseña a los niños de la congregación. “Somos cubanos y también somos judíos”.
ISLAM
La única mezquita en La Habana abrió sus puertas en 2015 y la comunidad musulmana ha crecido hasta alcanzar unas 2.500 personas en todo el país, dijo Ahmed Agüero, uno de los líderes de la mezquita. Es dueño de un restaurante cercano donde los miembros de la comunidad se reúnen a menudo.
“Somos los pioneros en divulgar la religión”, dijo. “La gente tiene malos conceptos de los musulmanes —que si son terroristas, que si son malos— hasta que nos conocen y ven como es la verdadera práctica de nuestra religión”.
Entre los fieles de la mezquita se encuentra Ubakar Bari, quien emigró de la nación de Guinea-Bissau, en África occidental. Agradeció encontrar una comunidad musulmana acogedora que le ofreció comida y le ayudó a alquilar una habitación.
“Es una gran sorpresa para mí”, manifestó. “Realmente yo no esperaba que exista una comunidad como está aquí en la Habana”.
BUDISMO
Los hermanos gemelos Yasnel y Yasmel Quintana crecieron en una familia afrocubana devota de la santería, pero nunca practicaron esa fe. En cambio, estuvieron expuestos a una subcultura de cómics manga, películas animadas y videojuegos y comenzaron a aprender japonés —un ejemplo de cómo uno de los países menos conectados del mundo se ha adaptado a las tendencias globales—. Hace 10 años, se unieron a la rama local de la Soka Gakkai, una organización budista japonesa mundial.
En un domingo reciente, acudieron a la casa del músico cubano de jazz César López y su esposa, Seiko Ishii, nacida en Japón, donde los miembros del grupo se reúnen con frecuencia para meditar.
“Esta fue la primera y la única religión (con la) que nosotros nos sentimos identificados; donde nosotros decidimos crecer como persona y espiritualmente”, contó Yasmel.
Soka Gakkai está presente en más de 190 países, según el grupo. En Cuba, pasó de unas pocas personas en 2015 a unas 500 en la actualidad.
“Es algo impresionante que (esta es) una religión que viene de un país tan lejos de esta isla, y que los cubanos cantan con nosotros en japonés”, dijo Ishii, quien creció en el budismo en Japón.
“Son muchos cubanos que no tienen una religión de su infancia, de su nacimiento, y que han comprendido nuestra filosofía, nuestra cultura japonesa”, agregó Ishii, productora musical. “Supera diferencias de raza, de idioma y de países … Igual que la música, la religión no tiene barreras”.
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La periodista de The Associated Press Andrea Rodríguez contribuyó a este despacho.
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