Aunque no lo creas, no perdonar es uno de los obstáculos más comunes para poder alcanzar tus sueños y desarrollarte completamente en la vida. A veces, aunque nos encontremos trabajando arduamente en manifestar nuestros deseos o lograr nuestros objetivos personales, sucede que no tenemos los resultados que esperamos; pensamos que no estamos haciendo bien las cosas. Pero no nos damos cuenta de que muchas veces vivimos en el pasado, recordando sucesos negativos en nuestra vida, permitiendo que las situaciones difíciles y dolorosas del pasado, nos defina como personas.
Estos sentimientos negativos te mantienen en un estado mental negativo, aun cuando pienses que como fue una situación del pasado ya no te afecta. En realidad, estos sentimientos se ven reflejados de alguna forma en tu comportamiento.
Tu subconsciente siempre está atento a tus pensamientos, y no importa si esos pensamientos de rencor o enojo están dirigidos hacia otras personas. El subconsciente los toma como pensamientos de enojo y rencor; así que nuestra mente siempre estará respondiendo a estos pensamientos con sentimientos de odio.
Necesitamos el poder del perdón para obtener la paz en nuestra vida. Los seres humanos vivimos muchas circunstancias en la vida, y nos vemos frecuentemente inmersos en dramas y emociones que alteran nuestra historia y nos afectan en muchas áreas.
Las ofensas son vectores venenosos que atacan a una persona y depositan en ella una cantidad de frustración, rechazo, rencor, dolor y venganza. Si ese veneno no es sacado del sistema emocional de la persona herida; esa persona va a ser influenciada por esos sentimientos negativos que la van a conducir a rebelarse y prepararse para una venganza o para una depresión severa.
El perdón no tiene nada que ver con la otra persona, tiene que ver contigo como individuo, y aunque a veces te parece justificable sentir rencor hacia la persona que te hizo daño, te lastimó o te hizo sentir mal; no lo es. Al final de cuentas te estás haciendo daño a ti mismo. Cada vez que recuerdas lo que te hicieron o lo que te dijeron, estás reviviendo el momento, y sin darte cuenta, estas atrayendo más de lo mismo, pues te sigues sintiendo víctima, y aunque no seas consciente de ello, te comportas como tal. El perdón es un regalo incomparable que te das a ti mismo.
En estos días de celebración de “Semana Santa”, analizaba las últimas siete frases de Jesús desde la cruz, y una de ellas que llamó mucho mi atención y va más allá de toda lógica humana es: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Jesús en la cruz se ve envuelto en un mar de insultos, de burlas y blasfemias…, pero, él pidió a Dios que perdonará a la gente que le daba muerte.
Y con esto me preguntaba: “¿Cómo es posible perdonar a la gente que tanto daño nos ha he hecho? ¿Cómo Jesús pudo perdonar a sus mismos asesinos? Si realmente sus enemigos hubieran tenido sus ojos abiertos, no hubiesen hecho tal daño, pero realmente: “No sabían lo que hacían”.
Es un ejemplo tan puro, el cual debemos de practicar; perdonar a los demás, sin importar la magnitud del daño. No quiere decir que vamos a olvidar, tampoco que las cosas serán igual, pero sí, seremos libres de esa atadura.
Ya sea que necesites perdonar a los demás o la necesidad de perdonarte a ti mismo, al hacerlo, te libera del pasado y te permite cumplir con tu verdadero potencial; te permite liberarte de las creencias y actitudes limitantes, liberar tus energías mentales y emocionales para que puedas aplicarlas a la creación de una vida mejor; incluso te ayuda a alcanzar tus metas más prácticas e inmediatas.
Las decisiones que tomes y las cosas que creas que son posibles, todas serán influenciadas por las formas en las que no has perdonado. A medida que aprendas a aplicar este principio, la energía que estaba yendo hacia pensamientos negativos, consigue liberarse y puede fluir a crear la vida que deseas, en lugar de limitarse, o crear más sufrimiento.
El perdón es algo que constantemente estamos escuchando; no podemos negar que todas y cada una de las religiones que existen, así como cualquier tipo de leyes, hacen algún tipo de referencia al perdón. Esto nos dice que el perdón es realmente un principio universalmente aceptado y provee una base común de amor, compasión, aceptación, armonía y la verdadera felicidad.
Perdonar no es un acto de una sola vez, sino un estilo de vida, cuyo propósito es el de adentrarnos en cada bendición preparada para nosotros. De acuerdo con Jesús, el perdonar no es asunto de escoger o seleccionar a quien perdonaríamos. No podemos decir, “Me has herido demasiado, por lo tanto, no te puedo perdonar.” Él nos dice: “Perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; …porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lucas 6:35-38).
Dejar atrás el rencor y el resentimiento puede mejorar la salud y la paz mental. El perdonar a otro trae unos beneficios y puede contribuir a lo siguiente: Relaciones más saludables, mejor salud mental, menos ansiedad, menos estrés y hostilidad, menos presión arterial, menos síntomas de depresión, el sistema inmunitario es más fuerte, mejor salud del corazón y mayor autoestima…
No podemos borrar el pasado, pero si aceptarlo como historia. Podemos decidir vivir hoy libres de los errores del ayer. El perdón no es un sentimiento; es un compromiso. Es una decisión de mostrar misericordia, no de utilizar la ofensa contra el ofensor. El perdón es una expresión de amor.
El perdón es la puerta a la reconciliación en cualquier relación que necesita restauración y el paso previo para poder amarnos los unos a los otros. No se puede amar sin perdonar. El objetivo de la vida es el amor, si se guarda rencor no se puede alcanzar. Se necesita una persona fuerte para pedir perdón, y una persona aún más fuerte para perdonar.
Increíblemente pareciera que estamos mejor entrenados para explotar, para enfurecer, para juzgar y para reprochar, que para perdonar. Por ello es preciso aprender a otorgar el perdón. Hacerlo es realmente la oportunidad de comenzar de nuevo.