Pregunta
Tía Julita:
Le envío este e-mail porque quiero desahogar en sus hombros de longeva mis lágrimas, sinsabores y pesares y evitar darme un palo de ron que después me pondría más deprimida que los desorientados líderes demócratas y los ex empleados del Departamento de Veteranos de Guerra enviados al desempleo como parte del plan inhumano al que Don Felo muy bien bautizó como Mosko Musk, ¡que mal rayo parta!
Tengo ya 39 años bien vividos y trabajo como ayudanta de la asistente de un anestesiólogo en una clínica de Meriden. Me levanto a las cinco de la mañana y me voy al gimnasio para rebajar la grasa de la cintura y endurecer los glúteos, vulgarmente llamados por algunos nalgas. Soy aún matrimoniada, pero mi esposo no tiene imaginación, le falta energía y en el matre es más repetitivo que las mentiras del Trump.
El caso es que yo tengo un enamorado extra al que apodaré Potrito y ya le explicaré por qué.
En el trabajo noté que este tipo me desnudaba con la mirada, me trataba bien, me enviaba regalitos, hasta que un día salí con él a un motel del Berlin Turnpike para conocernos más a fondo y aquí esta el detalle. ¡No era un potro, sino que potrito! ¿Usted me entiende? Sin embargo, Sammy era y es más imaginativo que mi cónyuge y tiene el don de las manos que aprietan y cuando me tocay saborea me eleva al éxtasis supremo. ¿Usted me entiende?
Fue así como me hice adicta al toqueteo integral casi semanal porque Sammy además en agradecimiento a mi extensa experiencia en la técnica del cabalgar, me dedicaba poemas donde alababa con metáforas mi cariño y las nuevas posturas que le enseñé entre ella, el “galope feroz.”
Tía, Potrito, a pesar de estar también matrimoniado tenía poca experiencia porque su esposa había sido monjita y yo le eduqué tanto como enseña la columna de su ilustre periódico donde unas españolas dan consejos en el arte de amar y como lograr la intensidad sublime de los orgasmos tres en uno.
El problema querida tía es que sin querer queriendo caí también en una especia de adicción y el tipo se ha tornado obsesivo, me comenzó a celar, publicó más poesías acerca de mi cuerpo, después del trabajo me seguía como que vigilándome y diciéndome que “tenemos que casarnos.” Tía, aunque me agrada el merecumbé a media luz he reflexionado y no romperé mi matrimonio de 24 años, pero ahora no sé como sacarme a este tipo de encima porque constantemente me toma fotos con el celular.
Por favor aconséjeme que creo haber caído en una lamentable situación y ahora me pesa más que el precio de los huevos.
Y a propósito de mano, gracias de antemano.
Kristina
Respuesta
Mira Kristina, alabo de que cuides tu cuerpo y tengas tanto ánimo amoroso, pero me preocupa eso de probar experiencias nuevas como la mano que aprieta, la cabalgata infinita, saboréame allí que me hace cosquillas y otras técnicas que te hacen llegar al clímax sublime. Terapistas con experiencia en lo sexual identifican tu afición como adictiva dada la frecuencia y la intensidad de las cópulas.
Se nota que a “potrito” le faltaba también el conocimiento erótico, voluptuoso y carnal y en ti consiguió lo que conseguía. “No solo por el tamaño triunfa el hombre” según afirma el sexólogo ruso Vladimir Metuchek Penetroski en su libro “Como sacarle provecho al Mínimo.”
En tu caso y tu matrimonio con tu esposo repetitivo, después de 23 años las parejas se conocen mucho demasiado y con la disminución del placer matreal, las ocupaciones, la atención de los hijos, la ostensible baja de energía y la rutina, buscaste en la aventura que quizás no era tan pasajera como pensabas con alguna visita al motel “Tres se van y llegan siete,” y donde cambian las sábanas.
Tanto tu como Potrito deberán ahora recurrir a programas de desintoxicación sexual y terapias con especialistas ya que vuestra situación está pasando de castaño a oscuro y esto de divorciarse es cosa de personas como la JLo que se divorcia y después se vuelve a casar con el mismo gringo.
Intenta usar la estrategia de la “Conquista Permanente,” seduce nuevamente a tu conyugue a quien probablemente se le han comenzado a notar promontorios en ambos lados del cráneo y no te divorcies, busca otro lugar de trabajo, lejos de Potrito y quizás desde ahora al comienzo del verano te normalices.
Te deseo suerte y que te lo pasen bien,
Tía Julia
Nota del Editor. Sus textos requerirán en ocasiones correcciones en el léxico y se eliminarán las malas palabras.
Eso de las caries de Renato se pueden explicar fácil: o no se lava los dientes, o no ha escuchado hablar de la importancia de la limpieza dental llevada a cabo por personas como el Dr. Canino que en media hora te deja las encías más limpias que las de un recién nacido. Su lema es “Yo velo por usted de día y de noche y por eso, no hay muela que se le afloje,” además que ahora los dentistas no hacen puentes permanentes porque están detrás de los chavos de los condenados implantes que son más caros que un trasplante de la cabeza de arriba.
Ahora bien, lo de tu indigestión. Se puede captar que internalizas las emociones y somatizas tus problemas, pero vete a un médico especializado en diarreas y constipaciones ya que no domino esas materias.
Luna, recógete, no les quites los novios o novias a otras y establece una relación seria, fiel y estable para favorecer tu salud mental, genital y tu situación estomacal e intestinal.
Te deseo que te lo pasen bien y date una vueltita por la clínica para eso de los exámenes de sangre y de orina porque nunca sabes lo que había debajo de la capucha del que te dije. ¡Ah! si quieres llorar, usa el hombro de tu abuela o de tu mai y no el mío.
Abrazos,
La Tía que te desea lo mejor y recuerda que Dios perdona.