Querida e inigualable Tía,
Le dejo saber que me declaro su sobrino, aunque mi tía Fela se pondrá celosa. Con mis amigos que leemos La Voz, esperamos que no la haya picado el mosquito malo que produce encefalitis a los adultos mayores ni la estén afectando las alergias que fastidiaron mucho a quienes cumplimos con el sagrado deber de asistir al Desfile Puertorriqueño 2024 número 60.
El asunto tía es que, con mis amigos, después de saludar a los integrantes de la parada en la calle Park, donde afortunadamente no hubo problemas y la gente celebró izando la bandera tricolor con una estrella blanca, nos dirigimos buscándole conversación a unas muchachas que vestían shorts cortos, hasta el parque Bushnell donde había miles de personas.
Repentinamente vi a la distancia a una gringuita de la que le comenté hace dos año y como atraído como si yo fuera un meteorito en dirección a nuestro planeta afectado por el cambio climático y las tormentas solares que mal rayo partan, me acerqué a ella que se veía preciosa. Sin embargo, cuál no sería mi sorpresa cuando noté que tenía en sus brazos un nene de pelito negro, cachetoncito, con una tez color canela que llevaba en su manito nuestra bandera patria.
Cinthia, que es su nombre, pero mantendré en secreto el apellido que es de origen irlandés, también me reconoció y me sonrió como lo hizo alguna vez en el pasado. Yo ni siquiera me senté en la grama porque pensé que por allí estaría su pareja, pero nada. Así vimos el tremendo espectáculo y quedamos de mantenernos en contacto. Le di mi dirección, mi correo electrónico y nos dimos un besito discreto de despedida cuando la acompañé al lugar donde tenía su carrito.
Tía, esa noche recibí un texto que fue un tremendo choque emocional que me traumó y que lo comparto con usted pues nuevamente necesito de su consejo. He aquí el texto.
“Julián, you alegrarme de verte muchou aunque estar contrariada because desaperechiste muchou y never you llamarme. Por lou menos today pudiste verr a tu hijou, perou yo no creer que tu ser un buen padre. Sigue your life y yo también. Juliancitou estar con me and my mother.
Adios, Chintia.”
Tía este texto me partió el alma y estoy muy enojado porque la gringuita me ocultó cuando pudo hacerlo, que estuviese embarazada y no me quiere dar la oportunidad de ser padre. Yo quisiera matrimoniarme, pero le vi un anillo que parecía de compromiso.
¿Tengo derecho a ser reconocido como padre? ¿Debiera demandar y pedir la prueba de paternidad en el programa de su colega la Dra. Polo?
Por favor aconséjeme que me duele el pecho de pena y el corazón me late mucho demasiado tanto como el de los ciudadanos libaneses con los bombardeos que les llegan desde Israel.
Julián, su sobrino sufriente.
Mira, sobrino Julián,
El asunto del mosquito malo al que haces referencia no afecta únicamente a los adultos mayores, sino que también a personas como yo, es decir, maduras.
Revisando mis archivos de consultas, encontré tu consulta porque me contabas que un día te presentaste con un ramo de flores al departamento de la gringuita de la cual te habías enamorado cuando la conociste como una de las enfermeras en la operación en el Hospital de Hartford en la que mencionabas habías pedido la virginidad porque te hicieron la colonoscopía.
Me decías en tu consulta que ella vivía en el mismo edificio de departamentos y cuando fuiste a presentarte con la flores, abrió la puerta un tipo que parecía luchador y te hiciste pasar por un mensajero de la floristería “El Bambú Prieto.” El tipo recibió las flores de malas ganas y te dio dos dólares de propina, cerrándote la puerta en la cara.
Por supuesto no sabía que continuaste con tus acercamientos y que hubo algo entre ustedes como tampoco, y eso lo concluyo de lo que Cinthia dice en el texto.
Julián sufriente, como hacen muchos algunos latinos enamorados, hiciste la del cometa, es decir apareciste con mucha cola y después del hecho, te perdiste. Me ocultas que quizás al final hubo una violenta disputa y que la gringuita vio los puntos que calzabas y como no cree en el aborto, ahora ves las consecuencias, aunque tu caso es tan ácido como la novela mexicana “El Matre de Piedra.”
En cuanto a lo de la paternidad, si hablas con algún abogado del patio y después de que se aclare que tú eres el padre en un 99.9% de la prueba, puedes tener derechos, pero la separación como novios fue brusca, y la gringuita no estará dispuesta a darte una segunda oportunidad por el bienestar del niño.
Como sabes mirar debajo del agua, ya te fijaste en que la gringuita tenia un anillo lo cual, si es lo que te imaginas y también yo, implicaría una gran complicación para ella.
La pobre mujer está contrariada y desconfía de ti, Julián “el sufriente,” al que yo llamaría “el cometa.” Recógete y no revuelvas más las aguas que cuando suenan es porque piedras llevan y una grandotota te puede caer una en la cara, ¡Híjole!
Muchachos “cometas,” les dejo con un lema importante para que no sufran lo de mi sobrino Julián, “fíjense antes de proceder y no jueguen con los sentimientos de las nenas.” Vuestra tía Julia, que, a pesar de todo, les compadece.