Según el American Security Project, el 68 por ciento de nuestros militares están obesos, gorditos no ganan guerras. El Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) reveló que el 71 por ciento de los jóvenes en edad de combate, 18-24 años, no puede ser militar. Padecen obesidad, abusan o fueron condenados por drogas ilegales, o tienen déficit educativo.
La economía sufre una crisis profunda, debemos más $33 trillones, pagamos más de un trillón en intereses solamente, pocos compran nuestros bonos soberanos.
El presidente Joe Biden insiste que tenemos “la economía más sólida y el mejor ejército del mundo”, es cierto, dentro de su cabeza, habita una realidad inexistente. Sin soldados ni dinero, el liderazgo político, absolutamente desconectado de la realidad, quiere guerra. Avanzamos como sonámbulos a una posible tercera guerra mundial, el futuro resulta absolutamente predecible.
Además de Biden, todo el liderazgo político interpreta la danza de la guerra o toca los tambores guerreristas.
Los ex presidentes George W. Bush y Barack Obama, el senador Bernie Sanders y Hillary Clinton, quieren guerra. Ninguno de sus hijos o nietos irá a frente a morir en esa guerra que ellos están promoviendo.
La única participación de las familias de congresistas y líderes que promueven la guerra, es ganar dinero, porque son accionistas de la industria armamentista, eso es “democracia”.
Iraníes, turcos y egipcios pueden decidir atacar a Israel. Irán controla el Estrecho de Ormuz, en el Golfo Pérsico, por ahí pasa el 25 por ciento del petróleo y gas natural mundial. Por el canal de Suez, que controla Egipto, pasa cerca del 30 por ciento del comercio mundial.
Si Ormuz y Suez “salen de servicio”, todos pagaremos consecuencias energéticas y comerciales, se dispararán los precios mundialmente.
Si estos desconectados de nuestra realidad sigue gobernándonos, esto no terminará bien.