“La democracia funciona a base de quién tiene más votos”
Declaraciones de Pedro Pierluisi – Gobernador electo de Puerto Rico en el 2020
Esta declaración hecha a la prensa por Pedro Pierluisi, luego que ganara con aproximadamente el 32% de los votos (390, 330 electores) en los recién celebrados comicios en Puerto Rico, resulta altamente irónica ante la realidad de que 804,048 electores votaron en su contra o sea el 68% de los electores. Esto es sin contar, naturalmente, con el 52% de los electores elegibles, que optaron por no votar.
Para determinar quién gano en este pasado evento electorero en Puerto Rico tendremos que esperar un tiempo, para observar cuales son las acciones que tomen las nuevas voces en sus puestos de batalla. En este mundo donde predomina el obscurantismo el declarar ganadores se convierte en una aventura sumamente peligrosa, pero los resultados recientes nos traen nuevas esperanzas como lo hizo el inesperado estallido civil en el verano del 2019.
No debemos sorprendernos por lo ocurrido en las elecciones del 2020. El desgaste moral de este evento era predecible. El descalabro económico, el nivel de corrupción nunca visto, la impunidad rampante y la mediocridad en la estructura gubernamental son factores que han destruido la credibilidad en el pueblo. A esto le sumamos el desprecio y discriminación de parte del pueblo estadounidense y sus estructuras de poder hacia nosotros los puertorriqueños. Como si fuera poco le añadimos que en los pasados tres años Puerto Rico ha sido afectado por terremotos y por uno de los más devastadores huracanes en su historia. También tenemos presente los desastrosos efectos del Covid-19 en nuestra nación. Inequívocamente se viven momentos de ansiedad, miedo y desesperación. Extremos que desembocaron en el recién desenlace electoral.
Los pueblos muchas veces desconocedores de su historia, con una autoestima baja, dependientes de un misero trabajo y rendidos ante el temor inculcado a través de los siglos, por los saboteadores de la verdad, caemos una y otra vez ante los pregoneros de la propaganda partidista. Hemos sido víctimas de promesas huecas, de palabras retorcidas, hemos esperado por siglos soluciones incumplidas, nos han engañado mil veces y hemos guardado silencio.
Sabemos que en los pasados tres cuatrienios (2012, 2016 y 2020) los votos en las elecciones le dieron el control a la gobernación a los mismos dos (2) partidos, el Nuevo Progresista (PNP y el Popular Democrático (PPD), el primero anexionista y el segundo, paladín de una relación fraudulenta y abusiva con los EEUUAA. Ambas posiciones han sido rechazadas por el poder ejecutivo, legislativo y judicial de los EEUUAA en reiteradas ocasiones. Ambos partidos han sido responsables por la debacle en que vivimos hoy día.
Los resultados matemáticos en los pasados tres cuatrienios son motivo para un interesante análisis de nuestra situación política.
Veamos:
En las elecciones del 2012 se sometió al pueblo puertorriqueño a dos consultas: una sobre su condición política territorial y la otra sobre sus opciones territoriales. La primera el 53.97% de los participantes rechazaron la actual condición territorial.
La segunda consulta fue sujeta a varias interpretaciones partidistas, pero sin embargo solo reflejan un resultado matemático real. En esta controversial consulta participaron 1,878,969 electores. Esta tenía tres alternativas definidas (estadidad, estado libre asociado soberano e independencia). Por la estadidad votaron 834,191 electores. Por el estado libre asociado soberano votaron 454,768 y por la independencia votaron 74,895 personas. Lo realmente interesante es que 498,604 personas depositaron su voto en las urnas en blanco.
Los estadistas manipulando los números a su favor y dándole una muy particular interpretación a las matemáticas, excluyeron el 26.5% de los que participaron y que efectivamente votaron en blanco, adjudicándose falsamente el 61.1% del voto, cuando solamente el 44.3% le dio el respaldo a la estadidad. El liderato de este partido y todos sus incondicionales continúan usando estas cifras para engañar al mundo, al Congreso estadounidense y a los mismos puertorriqueños.
Las matemáticas no fallan.
Las elecciones del 2016 fueron más interesantes que las del 2012. El ganador fue el PNP, sorprendiendo a todos al ganar por el más bajo margen de un 41.7% en los significativos comicios. El PPD obtuvo un 38.9 % del voto, el más bajo en la historia de ese partido. Lo interesante de estas elecciones es que participaron dos candidatos independientes sin estructura de partido, sin fondos electorales, desconocidos en la política del país y que con escasa proyección mediática obtuvieron 264,419 votos o un 16.8% del total de electores. Incluyendo una candidata independiente que se identificó como atea e independentista logrando esta obtener 174,529 (el 11.1%) votos.
Es importante indicar que, en el 2016, en Puerto Rico, el por ciento de participación bajó de un 78.1% en el 2012 a un 55.09% en el 2016.
Como nota interesante de ese pasado cuatrienio (2016), el gobernador electo del PNP fue obligado a renunciar en la mitad de su gobernación, por un pueblo que, por primera vez, se lanzó a las calles exigiendo su salida.
Sabemos que en el 2020 aproximadamente el 52% de los electores registrados fueron a las urnas, bajando la participación un 3% y que el PNP logro un 32% para su “triunfo”, indicando que este año dicho partido perdió aproximadamente un 9% por ciento de sus electores del 2016.
En esta pasada contienda, reduzco mi análisis a un ejercicio matemático ya que a la fecha que se escriben estas letras todavía faltan por escrutar alrededor del X% de papeletas, añadiéndole a la suspicacia el haber encontrado 184 nuevas cajas con votos no contados y sumándole 3200 votantes que enviaron sus votos por correo que tampoco han sido tabulados y otros 1200 que hay que contarlos manualmente. De las 184 cajas recién encontradas, estas podrían tener de tres (3) a 500 papeletas cada una. Ante este monumental desmadre, la incompetencia o el fraude podrían ir cogidos de las manos y por los escasos márgenes de ventaja entre unos y otros, todavía nadie debe clamar victoria.
Tengo que admitir que tengo poca tolerancia para los incompetentes y corruptos que se creen ser los dueños de Puerto Rico, pero es grato pensar que los electores puertorriqueños ya despertaron de su marasmo rechazando los anquilosados y poco creíbles partidos de antaño.