…empieza a encantar por su talento artístico
Liliana Isabela Piedrahita Mejía, posando junto a uno de sus cuadros. (Foto Nando)
Hay dos cosas que comparten en común las pintoras Norey “Noriam” Agudelo, Liliana Mejía y Liliana Isabela Piedrahita Mejía. Primero que todo, ellas representan a tres generaciones diferentes del mismo linaje, y por otro lado, las tres nacieron con el talento y la inspiración para las artes plásticas, algo que no es muy común encontrar entre los integrantes de una misma familia. Norey es la madre de Liliana, y esta a su vez, la progenitora de Isabela.
De Norey “Noriam” Agudelo -la abuela en este caso-, nos hemos ocupado un par de veces, por sus logros nacionales e internacionales con su Primimodernismo, tendencia que ella misma fundara y que todavía desarrolla con el mayor de los éxitos. Su hija Liliana, por su parte, es también una consumada pintora, que en el pasado iluminara con su arte, exhibiciones y murales a través del Gran Condado de New Haven, hasta que un día optara por retirarse a la vida de hogar.
Hoy en día, la magia y la vena artística brotan en las manos prodigiosas de la hija de Liliana y la nieta de “Noriam”. Estamos hablando de Liliana Isabela Piedrahita Mejía, una joven de tan solo 17 años, quien empieza a llamar la atención -de propios y extraños-, también por sus habilidades para la pintura.
A ella la encontramos la semana pasada en el interior de “La Catrina Restaurant”, un popular comedero y bar mexicano situado en el 240 Captain Thomas Boulevard, de West Haven, Connecticut, en donde Liliana Isabela ha estado plasmando varias de sus obras, a pedido de los propietarios del lugar.
Allí, rodeada de su creatividad, la talentosa estudiante de “West Haven High School”, procedió entonces a relatarnos sus vivencias y sus pensamientos.
– Yo comencé a pintar desde los dos años, porque mi abuela y mi mamá también son artistas. Pero fue a los 13 años cuando de verdad comprendí que sería el arte lo que yo quería hacer con mi vida.
La joven artista, al lado de su madre y pintora colombiana Liliana Mejía(( Foto Nando)
Y desde ese entonces ¿te acuerdas cual fue uno de tus primeros dibujos?
– No. Sinceramente no me acuerdo de lo primero que hice. Eso sí, estoy segura de que mi primer cuadro lo hice con pintura acrílica, y ese fue como mi bautizo en el arte.
Sabemos que -a tan corta edad- ya has hecho trabajos pictóricos en diferentes lugares. Cuéntanos un poco acerca de esto.
-Primero que todo tengo que mencionar lo que he hecho aquí en “La Catrina Restaurant”, como también una obra sobre el Arca de Noé que realicé en la iglesia protestante “First Congregational Church”, del 464 Campbell Avenue, West Haven. Después me tocó hacer -aquí en esta misma ciudad-, un cuadro para un estudio de karate sobre una mujer lanzando una patada. Y en North Haven, también me hice presente, realizando una pintura para un salón de uñas, propiedad de una amiga de mi mamá. Fuera de esto, también he hecho otras cosas más.
Para tus trabajos ¿usas los mismos materiales, o te vales de otros diferentes?
– Siempre uso el acrílico porque es más fácil de manejar, aunque también utilizo lápices y marcadores. Lo que las personas me pidan es lo que tengo que hacer, para poder complacerlas a todas.
Aquí estando en el interior de “La Catrina Restaurante”, contemplamos varias de las obras que hiciste en sus paredes. Descríbemelas por favor.
– El primero de los cuadros es el Árbol de la Vida. La señora Karen Sánchez, la propietaria del restaurante, quiso que yo lo hiciera tomando como base una foto que me suministró. Y ese me tomó una semana hacerlo. El segundo es una representación del sol y de la luna, en el que utilicé con fuerza el color azul y el amarillo, agregándole toques de mi propia inspiración. El tercero -como lo puedes ver-, es un búho de bellos y encendidos colores, el cual pintaba en las horas de la tarde, luego del horario escolar. Y el último de estos cuadros, es una especie de reloj de arena, al cual le agregué unos retoques especiales; en este caso las nubes que le puse encima.
Además de las obras que realizaste en las paredes de “La Catrina Restaurant”, ¿has hecho alguna exhibición en algún otro lugar?
Claro. Ahora estoy exponiendo algunos de mis cuadros en el restaurante “Blue Tortuga” de New Haven. Allá tengo la pintura de un gato que plasmé y otro, con la figura de una mujer que yo hice para el restaurante. Además de éstos, otros más, como el de una cara, una flor, y en el último, reúno a cuatro corazones.
Karen Sánchez y Nicolás Altamirano Escobedo, propietarios del restaurante mexicano “La Catrina Restaurant”, del 240 Thomas Boulevard, de West Haven, creyeron en el arte Liliana Isabela, y por eso la apoyan con orgullo (Foto Nando)
Entre las pinturas que has desarrollado hasta el momento, ¿cuál ha sido la que te ha dado más dificultad, es decir, más trabajo hacerla?
– Que yo piense ahorita, creo que fue la de una mujer que yo dibujé en el interior de un corazón. Esa obra me tomó más tiempo desarrollarla, porque en la misma trataba yo de comunicar mi sentir. Era puro sentimiento…
A tan corta edad, ya eres un gran talento. ¿Tienes otros pasatiempos además de tu arte?
– Si como no. Entre otras cosas juego balompié en el equipo de mi escuela, es decir en el de “West Haven High School”. También practico las artes marciales, como lo son el taekwondo, que es una técnica de lucha china; lo mismo que el Jiu-Jitsu brasileño, el cual se concentra en técnicas de suelo y de sumisiones.
Como se puede apreciar en sus declaraciones -que personalmente pudimos corroborar nosotros-, esta joven artista del pincel posee un don y un sentimiento innato para el arte de inconmensurables dimensiones, que seguramente la llevaran por imprevisibles caminos de éxito y felicidad.
Como dicen por ahí: “el pincel es la extensión del alma, y el lienzo, espejo de la imaginación…” Y Liliana Isabela Piedrahita Mejía, apenas está empezando a recorrer el bosque mágico de sus policromías, como herencia de su madre querida, y de su abuela adorada.