Por Juan D. Brito
Navajas en vez de explosivos
Las armas mortales han entrado en una etapa de sofisticación para evitar, de acuerdo a especialistas, daños colaterales o innecesarios de víctimas civiles afectadas por explosiones.
Se informó que el misil que arrojaron recientemente las fuerzas estadounidenses matando a dos militantes de la organización terrorista ISIS-K en represalia por el atentado suicida que costó la vida a soldados norteamericanos en Kabul, Afganistán; se conoce como el dron R9X o “Ginsu volador.”
Este aparato identificó la presencia de dos sujetos lideres del ISIS-K y en vez de explosivos, les lanzó un halo mortífero de seis navajas de un tamaño regular despedazando a los blancos militares del ataque. Con esta arma no hay sonido de explosión y los expertos afirman que es un avance en una guerra contra el terrorismo.
Fatídica receta en contra del Covis-19
Una droga llamada ivermectina usada para eliminar lombrices en el sistema digestivo de caballos, vacas y ovejas se ha convertido en la nueva “hydroxychloroquine” que recomendó el expresidente Donald Trump y su asesor Rudy Giuliani basada en disputadas investigaciones efectuadas por un controversial investigador francés que vendió la idea a inversionistas. Finalmente, el medicamento no dio resultados y se ha prohibido su uso en humanos.
Con respecto al ivermectina el Centro Federal de Control de Enfermedades ha hecho un llamado de alerta a los que creen que ingiriendo este medicamento pueden prevenir la infección del Covis-19 en vez de usar la vacuna recomendada por autoridades médicas del mundo y que han ayudado a disminuir los contagios.
Mas de 90,000 recetas fueron prescritas por veterinarios para la compra de la ivermectina lo cual prácticamente vació la estantería y anaqueles de venta de medicinas para equinos y ganado. Políticos republicanos tales como Tucker Carlson, John Rogan y el senador Ron Johnson recomendaron el uso de este medicamento que produjo en los que la tomaron náuseas, diarreas, convulsiones e incluso alucinaciones.
Los hospitales de los estados republicanos están recibiendo más víctimas de quienes consumieron la ivermectina que buscan una “solución rápida” para el problema de Covis-19 permitiendo ganancias para las farmacias veterinarias y médicos que las prescriben.
Por décadas pesticida provocó daños en niños
La Agencia Federal de Protección Ambiental ha prohibido el uso de la sustancia pesticida chlorpyrifos que era arrojada a sembrados de manzanas, brócoli, citrus, y maíz desde 1965. Después de una ardua batalla legal los científicos demostraron en los tribunales que el uso del pesticida producía daños neurológicos irreversibles en los niños, reduciendo el desarrollo normal de su capacidad intelectual, la memoria, y severos desórdenes de atención.
Aunque los expertos demostraban con arduas investigaciones el daño que el pesticida producía en la infancia, el gobierno de Trump consideró que “no había suficiente evidencia del letal perjuicio de la sustancia.”
Ahora los niños podrán saborear sin temor frutas, maíz y vegetales.
La cárcel de la calle Seyms, el “pozo del infierno”
Por más de un siglo a esta prisión en Hartford se enviaban criminales, aquellos inocentes y los realmente culpables de delitos.
Activistas proderecho civiles, aquellos que protestaban en contra de la guerra de Vietnam y miembros del movimiento Black Panthers, experimentaron las duras condiciones del presidio construido en 1873 para 350 prisioneros pero que en muchas ocasiones superó en el verano la cantidad de seiscientos hombres y mujeres.
Por muchos años y ya que no había un sistema de alcantarillado, los presos debían vaciar en pozos sépticos sus propios recipientes con orín y excrementos. No existía en la prisión servicios médicos básicos y llegar a esos hacinados calabozos exponía a los reos a contraer todo tipo de enfermedades.
Periódicos de la época tales como la revista “Nation” denunciaban en 1920 la existencia de mazmorras de castigo donde usualmente se encerraba a anarquistas, comunistas o miembros de la Liga Internacional de Trabajadores Industriales. Estas celdas estaban localizadas exactamente sobre la sala de las calderas de la prisión y el piso de los calabozos estaban tan calientes que los presidiarios sufrían a menudo quemaduras en los pies y las manos.
La prisión fue demolida por acuerdo de la legislatura de Connecticut y el seis de julio de 1977 los presos fueron transferidos a una nueva cárcel llamada en la actualidad Hartford Correctional Center ubicada en la calle Weston. En mayo de ese mismo año y antes del traslado, dos reos se habían suicidado por las condiciones de la fatídica prisión de la calle Seyms.