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Queridísima titi, ¡Bendición!
Le escribo este texto desde el santo seno de mi hogar cuando el care gallo comienza a picar más que mimes de orangután y deja maculas y lunares sospechosos en la piel. Los sucesos de hoy con lo de la migra me han mantenido muy alterada y lamentando las deportaciones anunciadas por Trump. Soy una orgullosa nativa del pueblo de Cayey desde donde se divisan dos elevaciones llamadas los “senos de Cayey” para no utilizar palabras que denotan la capacidad maternal de nosotras las féminas, es decir, las tetas.
Agustín y yo estamos ya independientes porque la hija menor de nuestras tres hembritas se mudó con su novio “peor es nada” a Vermont porque le encanta el paisaje.
Cansada ya de los días fríos le di como sugerencia a mi media naranja que fuésemos a una de las mal llamadas playas de Connecticut para al menos mirar el mar y sentir en nuestros pies el deleitoso contacto con la arena gris. Lamentablemente no se aprecia el olor a océano debido a los deshechos y eso frustra.
Siguiendo las sabias instrucciones de la Doctora Polo debo decirle que nos pusimos crema para protegernos de los rayos del astro rey y una gorra de alas anchas para evitar la exposición al sol que al menos el viernes pasado sorprendía en el marco de un cielo azul medio marrón debido a los lamentables incendios forestales de Pensilvania.
Ambos llevábamos gafas oscuras y dos sillas de playa que tienen un techito. Llegamos alrededor de las 10 de la mañana y cargando nuestra bolsa de provisiones ligeras, nos encaminamos con cierta dificultad para encontrarnos con el mar de color ocre.
Tía, lo que vi me espantó ya que mirando a las muchachas se me ocurrió que era el Festival de la Nalga 2025 de Hamonasett, y me explico.
¡Es que no hay ya vergüenza! Estas nenas andaban luciendo bikinis/tanga con hilito dental mostrando sin inhibiciones los glúteos y apenas tapándose apenas lo otro que está debajo del ombligo. Cuando buscábamos un lugar más cercano a las minúsculas olas para alejarnos de las exhibicionistas, nos sentimos fuera de lugar, con la excepción de otra pareja quienes como nosotros miraban el horizonte porque no había más nada.
Es que eran decenas de muchachas y muchachonas tendidas de cabeza en la playa exhibiendo sus partes íntimas sin cuidarse de los rayos peligrosos del sol ni de la prudencia y el recato que debiera guiar nuestra conducta.
En un momento dado las tangueras decidieron venir a remojarse al agua que estaba más helada que mortaja de esquimal y allí comenzó el problema porque a mi esposo le han entrado una clase de temblequera y percibí que parpadeaba sin cesar frente a este espectáculo inaudito de poca vergüenza y exhibicionismo.
Menos mal tia que como el agua estaba fría a diferencias de las aguas tibias de mi amado Puerto Rico, las muchachas se mojaron muy poco, salvo una gordita que también andaba con bikini y que al caminar semejaba un tembleque. Desde ese día mi esposo que ya se encumbra a los 66 ha estado muy nervioso y me empuja de noche y no me deja dormir.
¿Cree usted que debiéramos ir nuevamente a las playas de Connecticut para espantarnos con el pecado? Por favor denos su honesta opinión y consejos, aunque duelan.
Marina
Respuesta,
Querida Marina y que Dios y el Papa Panchito te bendigan.
Yo no sé dónde has estado tú en los últimos años y que teniendo nenas que no te has dado cuenta del cambio de modas playeras tanto en las mujeres como en los hombres.
Hace 30 años y cuando yo era nena fui con mi madrina a unas playas de Ponce y las muchachas usaban ya bikinis, un tipo de ropa de baño que, aunque no lo creas; se usaba en el tiempo del imperio romano, siglo primero D.C. En algunas pinturas muestran damas con bikinis de dos piezas que impresionan por que se ven contemporáneas.
En la medida en que las ideas religiosas especialmente la católica y protestante adquirieron fuerza y poder de censura por varios siglos no fue sino hasta el año 1907, que la actriz de cine mudo Annette Kellerman de Australia fue arrestada en una playa de Boston por usar un bikini.
Sin embargo, en 1946 un ingeniero francés llamado Louis Reard crea oficialmente el Bikini Atoll muy criticado por la iglesia católica al punto que en un certamen de Miss Mundo efectuado en Londres donde aún existían estrictas costumbres puritanas, se prohibían a las concursantes el uso de bikinis en los certámenes. Por allí entra de nuevo la iglesia y la misma prohibición se impone en Bélgica, Italia, España y Australia.
Me contaba un amigo chileno que un obispo de apellido Tagle excomulgaba ipso facto a las muchachas y damas que mostraran sus encantos y cantos en las playas.
En 1953 se produce un destape y en el Festival de Cannes con vista al Mediterráneo, las artistas Brigitte Bardot, Rita Hayworth, Ava Gardner y por cierto la Marilyn Monroe, se lucen con bikinis que en esos tiempos no mostraban los glúteos.
Te podrás dar cuenta que para los modistos y modistas lo positivo del bikini y su variedad de la tanga es que no involucra el uso de mucha tela por lo cual los costos bajan que es lo que le agrada a la hija de Trump quien, dicen los periodistas, los manda a confeccionar a la China con la inscripción MAGA en un canto.
Espero que lo informado te ayude a entender el uso del traje de baños para damas, pero también esta la tanga de hombres llamada vulgarmente la del “paquete” que cubre lo mínimo y necesario.
Como decía el mariachi “Macho” Martínez, “Marina despierta mi bien despierta…” Ir a las playas es algo optativo, pero te advierto que en los lagos y las piscinas el asunto estará igual y debes velar por la salud de tu esposo al que la vista del cuerpo humano femenino le pone nervioso.
Les aconsejo que vayan a las playas bien temprano porque el care’ gallo pica menos y como los muchachos y muchachas se levantan tarde, pueden tonar el sol, aspirar el aire del mar contaminado.
Se me cuidan porque se les quiere mucho demasiado.
La Tía