Hace catorce años, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó la Affordable Care Act (ACA), la reforma sanitaria de Obama. La ley garantizó el acceso a la sanidad a millones de americanos, pero su tramitación fue polémica. Muchos demócratas en distritos vulnerables no querían apoyarla, temerosos de perder las elecciones.
Tim Walz era entonces un congresista novato de un distrito rural de Minnesota, la clase de lugar donde un voto a favor de la ACA podría costarle la reelección. En lugar de buscar una excusa para oponerse a la ley, sin embargo, Walz habló claro: para él, dar acceso a seguro médico a millones de personas era más importante que salir reelegido. Estaba en el Congreso para legislar, no para esconderse, así que votó a favor.
Walz fue reelegido. Y gracias a la ACA, millones de americanos tienen hoy cobertura médica.
En el 2022, Walz era gobernador de Minnesota. Ese año, los demócratas habían recuperado el control de ambas cámaras de la legislatura estatal por escaso margen. Voces moderadas dentro del partido pedían cautela y moderación para consolidar esa mayoría. Los activistas y legisladores progresistas creían que era la hora de ser valientes. Walz optó por lo segundo.
En solo dos años, Minnesota ha adoptado decenas de leyes para ayudar a familias trabajadoras. El estado aprobó bajas pagadas por maternidad y enfermedad, desayunos y almuerzos escolares gratuitos para todos, ayudas a familias con hijos y medidas para abaratar la vivienda. También han apostado por las energías renovables, invertido en transporte público, controlado el acceso a armas de fuego, y protegido el derecho al aborto.
Walz repite a menudo que quiere que Minnesota sea el mejor lugar del país para criar hijos, y ha actuado en consecuencia. No se ha escondido, ni buscado excusas, ni alegado que no hay dinero; ha legislado.
La enorme actividad legislativa de Walz se debe en parte a que Minnesota hacía años que no tenía un gobierno monocolor demócrata, así que había muchas leyes “esperando” ser aprobadas. El factor más importante, sin embargo, es que Walz quería hacerlo. Para el ahora candidato a la vicepresidencia por el partido demócrata, uno se presenta a unas elecciones no para ganarse un cargo, sino para aprobar leyes y cambiar las cosas. El objetivo es gobernar, no salir en la foto.
Connecticut es un estado donde los demócratas suelen tener grandes supermayorías en ambas cámaras. El gobernador Ned Lamont es increíblemente popular y fue reelegido con facilidad hace dos años. A diferencia de en Minnesota, los líderes de Connecticut han mostrado poco interés en adoptar una agenda audaz en apoyo a las familias trabajadoras. A pesar de tener enormes superávit fiscales y votos de sobra en ambas cámaras, se han dedicado a lloriquear que no hay dinero y echar balones fuera. Mientras tanto, nuestro estado es cada vez más caro, los alquileres suben, no hay guarderías, la factura de la luz está por las nubes y nuestras infraestructuras y transporte público se caen a pedazos.
Es cierto que Connecticut ha adoptado muchas de las leyes ahora aprobadas en Minnesota. Esto no es excusa, sin embargo, para dejar la montaña de problemas que aquejan al estado sin solución alguna, mientras muchas familias tienen problemas para llegar a fin de mes. Connecticut tiene dinero de sobra para implementar comidas gratuitas universales en las escuelas, un crédito fiscal para familias con hijos, ampliar el acceso a la atención médica a inmigrantes y ofrecer plazas de guardería para todos. Podemos aprobar legislación ahora mismo sobre horarios predecibles, derechos laborales, o construir más vivienda.
No dudo que algunas de estas medidas puedan recibir críticas. Quizás algún legislador pierda su cargo, e incluso quizás sea necesario contratar a algunos trabajadores estatales adicionales, gastar algo de dinero o (¡horror!) construir algunas viviendas en pueblos que no quieren que “esa gente” se mude a su vecindario. Pero si eso sirve para tener mejores empleos, niños más felices y sanos, y más oportunidades y prosperidad para todos, y alquileres más baratos, habrá valido la pena.
Gobernar para intentar solucionar problemas es más difícil que lloriquear que no tenemos dinero para nada o rendirse cada vez que algún millonario se opone a una ley. Pero los políticos están aquí precisamente para esto. La lección de Walz es que queremos gobernar para mejorar las vidas de la gente. Ya basta de esconderse.