“En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario” George Orwell
En los pasados días (del 6 al 10 de abril) el sistema de servicio eléctrico en Puerto Rico, cayó nuevamente en estado comatoso. Oscuras explicaciones por los ya despreciables ejecutivos o ejecutores (en este caso son sinónimos) de LUMA (grupo privado subsidiado por los puertorriqueños y enfermizamente protegido por sus cómplices gubernamentales) no lanzaron ni esperanza ni un rayo de claridad en las enmarañadas explicaciones dadas. En una de las conferencias ofrecidas pusieron a una ingeniera supuestamente sajona a comunicarle a los puertorriqueños, sabrá Dios qué, porque el acento de la docta dama no lo entendía nadie. Quizás porque era originaria de algún rincón canadiense o quizás era importada de otra remota región del mundo. No importa, pienso que un(a) imbécil que coloque a una angloparlante a explicar una crisis nacional en un idioma que no lo domina el 80% de la población y que tiene un acento ininteligible o no sabe lo que hace o se burla y engaña a un pueblo, ya harto de tanto abuso.
Si ese instante fue ofensivo, peor se pone cuando comienzan los mensajes de puertorriqueños afectados por la ineptitud y la insensibilidad de LUMA ante la ausencia de servicio eléctrico, especialmente de personas encamadas que sobreviven conectados a este servicio tan vital. Hospitales con servicios alterados, instituciones educativas cerradas, comunidades que perdieron el servicio del agua, negocios con grandes pérdidas, emergencias médicas pospuestas, en fin, una nación paralizada por la incompetencia de un grupo de incapaces que se comportan como si fueran los dueños del mundo con la anuencia de sus cómplices gubernamentales locales.
Breve Historia
En 1941 se crea la Autoridad de Fuentes Fluviales en Puerto Rico, proveyendo servicios de agua y energía eléctrica a la Isla. Ya para el 1979 se le designó el nombre de Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), funcionando hasta recientemente como la proveedora de electricidad a todo el archipiélago boricua y convirtiéndose en la corporación pública más poderosa e influyente de la isla. Sus empleados eran posiblemente los mejores pagos y su buen servicio era lo esperado.
Dicen que nada bueno dura y la AEE se convirtió en refugio para muchos ahijados políticos de los gobernantes de turno, pero decía mi abuela que los que “roban en un banco no son los empleados sino los que están en altas posiciones porque son los que tienen acceso al dinero”. Razonamiento lógico ya que en la AEE altos ejecutivos con pocos escrúpulos al darse cuenta de la riqueza corporativa se ingeniaban diversos métodos para que cuantiosas sumas de dinero fueran a parar a sus profundos bolsillos y a los partidos políticos que estuvieran en el poder (comprando así su silencio y haciéndose la vista larga de las “indiscreciones”). El deterioro en la AEE llegó a una crisis, no por los “milagros” que hacían los empleados para tratar de mantenerla en pie sino por las acusaciones tanto de los políticos como de los ejecutivos que se habían aprovechado hasta la saciedad de la AEE y optaron por “ejecutar” a la Corporación, especialmente culpando a sus trabajadores, como los responsables del desfalco al pueblo puertorriqueño. Pero tanto ejecutivos como políticos, en contubernio con otros inescrupulosos extranjeros se dieron cuenta que la AEE era un magnífico negocio que podía seguir produciendo beneficios billonarios. Aquí surge LUMA, un engendro creado de la nada por diferentes inversionistas (canadienses, estadounidenses) que entienden que es un negocio lucrativo y aprovechando la crisis nacional (huracanes, terremotos, deuda externa asfixiante, junta extranjera que gobierna, pandemia, una corrupción institucionalizada) y la corruptibilidad de individuos e instituciones, se lanzan y se aferran a la yugular de los puertorriqueños. Repitiéndose una vez más la conjura de Yukiyu, deidad taína, a todos los que nos dejamos explotar por los invasores inmisericordes en nuestro lar.
Los “dioses norteños” o LUMA comprometieron a la nación puertorriqueña a pagarles $1,625,000,000 millones de dólares por servicios y $309,000,000 adicionales de incentivo. Esto no incluye pagar 6 o 7 billones de deudas pasadas.
Este contrato dura 15 años. LUMA le prometió al pueblo que no iba a aumentar las tarifas en los primeros tres años y que no iban a haber apagones. En los primeros meses la han aumentado 4 veces y los apagones ya van por 4. Sin tener el factor de desastres naturales para justificarlos. Con poca decencia han dispuesto de nuestra inocencia. Recientemente han exigido $4,000,000 de reembolso adicional por gastos de adaptación. Entre estos hay cenas de $35,000, viajes familiares a Texas, renta de lujosos vehículos e inclusive gastos para el cuidado de sus mascotas. El presidente de Luma devenga un salario de $1,110,656 dólares anuales y uno de sus vicepresidentes hizo declaraciones a la prensa en este último apagón nacional que los puertorriqueños tenemos “que pensar positivo, después de todo habíamos aparecido como noticia en los mejores periódicos de los EUA”. La insensibilidad y el cretinismo tomados de la mano.
Los líderes políticos fanfarroneando de indignación ante el abuso, ya son harto conocidos y no gozan de credibilidad alguna.
Los verdaderos y legítimos dueños de la nación, el pueblo de Puerto Rico, también se indigna, pero se hacen cómplices por su inacción, de los canallas que nos humillan, que se burlan del dolor de todos, al no hacer nada. Los lamentos se escuchan por todos lados, pero la acción se esconde en los oscuros pasillos del miedo.
Es hora de que la oscuridad que nos inmoviliza se torne en luz y energía y que nos alumbre el camino para romper con los hilos que entumecen nuestras acciones.
Ese día llegará y entonces las deidades tainas levantaran las conjuras y festejaremos juntos en claridad y alegría.