Después del “Viernes Negro” del 2019, nos enteramos que un virus letal, SarsCov2 (Covid19) surgió en China. Después del “Viernes Negro” del 2020, en la India surgió la variante Delta. Y luego de éste “Viernes Negro” supimos de Ómicron, la nueva variante que surgió en Sudáfrica.
El hecho de que uno sea paranoico no significa que el comportamiento de este virus no sea en extremo sospechoso, parece estable, disciplinado, planificado, programado, hasta dirigido. Aunque todos sabemos que los virus son tan impredecibles como los huracanes, el SarsCov2 es bastante predecible.
Se incorporó a nuestras tradiciones, Viernes Negro, Virus Nuevo, después Navidad, es la nueva bomba de la incertidumbre que controlará el nuevo año.
Debemos preguntarnos, Ómicron: ¿Es más o menos virulenta que la Delta? ¿Causa más o menos enfermedades severas? ¿Las vacunas servirán contra Ómicron?
Esperemos la nueva variante el año que viene, a la misma hora.
Ahora occidente impondrá nuevas restricciones de vuelos y otra naturaleza contra África, eso pasó con la India, y no detuvieron la variante Delta: el virus es imparable.
La injusta distribución de las riquezas se manifiesta con claridad meridiana en la injusta distribución de las vacunas.
La única salida los líderes mundiales la conocen, pero sus compromisos con las farmacéuticas y otros intereses, impiden que la fuerza pública actúe buscando el bien común.
La viruela, la madre de todas las pandemias, fue erradicada del planeta porque todas las naciones acordaron erradicarla.
Adoptaron una política de cooperación internacional que dejó las ganancias corporativas de lado, hoy eso no luce posible.
Muchos políticos saben eso, pero las corporaciones los controlan, no pueden pensar en el bien común.
Lo lamentable es que la mayoría de los políticos están más ocupados aprobando leyes para que sus inversionistas de campaña acumulen plata, que ayudando a sus electores.
