El miedo es una realidad humana universal. Puesto que vivimos en un mundo quebrantado por el pecado y repleto de sufrimiento vamos a sentir miedo, no una vez, sino muchas veces. Pero no todo temor es malo. Así como nuestro cuerpo nos avisa por medio de un dolor agudo que algo no anda bien, el temor nos alerta sobre situaciones de riesgo.
Por ejemplo, el miedo a contraer COVID-19 nos induce a usar mascarilla, gel de manos y evitar el contacto social. Sentir miedo en situaciones de peligro real es normal. Sin embargo, hay temores que viven en nuestras cabezas y nos controlan. ¿Cuáles son tus más grandes temores? ¿Temes al porvenir? ¿Le temes a alguna persona? ¿Sientes miedo a tomar una decisión? Piénsalo por un minuto.
La Biblia dice que el miedo es una trampa; debemos confiar en Dios para evitar caer en ella (Prov. 29:25). Es muy fácil caer y vivir enjaulados en la trampa del temor. Lo único que hace falta es dejar que nuestra mente vaya de un pensamiento angustiante a otro, así como un pájaro se posa de rama en rama.
Pero si aprendemos a disciplinar nuestra mente, llevando todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo, podremos vencer nuestros temores y vivir en un estado de completa paz.
¿Cómo podemos disciplinar nuestra mente?
Los creyentes tenemos “la espada del Espíritu” (Ef. 6:17). El arma más poderosa para demoler los pensamientos de temor que invaden nuestra mente. Es imprescindible que aprendamos a esgrimirla con precisión. Solamente la Palabra de Dios nos hará libres del temor.
Lo primero que debemos hacer cuando sentimos miedo es apartar los ojos del asunto que nos preocupa y fijarlos en Cristo. Dios tiene el control absoluto de toda situación. Nada escapa de Su soberanía. Dios es más grande que cualquier cosa o persona a la que nos enfrentemos. Su Palabra es fiel y verdadera. Sus promesas siempre se cumplen. Sus misericordias jamás terminan. ¡Grande es Su fidelidad! Cuando surjan situaciones que te hagan sentir miedo, abre tu Biblia y lee los Salmos.
El Salmo 56: 3 dice: “Cuando tengo miedo, pongo en (Dios) mi confianza”.
El Salmo 46 dice: “Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”.
El Salmo 27:1 dice: “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?
El miedo es una trampa. ¡No lo olvides! Necesitamos aprender a manejar la Palabra de Dios con exactitud. A medida que leemos, meditamos y obedecemos el evangelio, crecemos en fe y confianza en Dios. El Señor le dijo a Josué antes de ir a conquistar la Tierra Prometida: “Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Solamente entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas. Mi mandato es: “¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas” (Jos. 1:8-9 NTV).
Ora la Palabra
Señor, Tú eres mi refugio y fortaleza, mi pronto auxilio en las dificultades. Perdóname cuando siento miedo, ayúdame a poner en Ti mi confianza. Aunque mi vida sufra cambios, Tú siempre estás conmigo y me das fuerzas.
Si quieres leer más artículos, sígueme en mis redes sociales:
Facebook: Reflexiones Cristianas Vive la Palabra
Instagram: @lilivivelapalabra
Blog: Vivelapalabra.com