Judicialmente se les reconoce como “juveniles” y esta denominación varía de acuerdo al estado en el que por lo general jóvenes menores de 18 años llevan a cabo delitos ahora tan comunes como los robos de automóviles los que utilizan para cometer otras trasgresiones a la ley, o para usarlos en competencias de velocidad en carreteras o en las invasiones por las noches de porciones de calles donde otros juveniles se distraen utilizando motocicletas para llevar a cabo maromas, explotar fuegos artificiales, e incluso atropellar a los agentes de la ley.
“Se supone que a los 18 años los juveniles hayan adquirido sensatez y un sentido de cautela respetando la propiedad de otros,” dijo el activista Louis Taylor. Este no es el caso en Greater Hartford donde menores de 18 años llegan desde otras ciudades y roban vehículos de ciudadanos quienes debido a la falta de espacio en sus viviendas tienen que estacionar en la calle exponiéndose a los robos de partes de sus coches afectando su funcionamiento.
También y como nos lo señaló Beatriz y su esposo Fabian, ambos trabajadores, uno de sus automóviles fue sacado del pequeño espacio de estacionamiento a plena luz del día y 48 horas más tarde fue encontrado semi destruido en el costado de una carretera.
“Nos vimos limitados a un solo carro y nuestra vida se complicó porque teníamos horarios distintos de entrada a nuestros empleos, pero nunca logramos recibir ninguna compensación por la pérdida, los agentes de la compañía de seguro declararon pérdida total, los juveniles eran menores de edad y sus padres dependían de programas del estado.”
Los “muchachitos” ya identificados anteriormente por la policía provenían de Waterbury y tenían ya antecedentes penales por riñas, robos en supermercados, daños a puertas de vehículos para robar, agresiones a otros juveniles, y lo que hacia la policía era después de la investigación entregarlo a sus padres.
En una invasión de calles denunciada en este periódico donde uno de los juveniles agredió con su patineta a una policía, su padrastro y su propia madre se encontraban involucrados en la invasión de una calle donde participaron su hijo.
Las compañías de seguros en la que padres de menores de edad que pudieron conseguir licencia de conducir a los 16 años, estas cubren los daños a otros vehículos y al de los padres que están asegurados, pero aun así, la situación se complica si es que en este país donde por ciertos daños en coches con partes plásticas, que podrían ser reparables, se les declara “pérdida total.” Entonces los afectados u afectadas tienen que asumir la compra de otro vehículo, inversión que no necesariamente es cubierto por la póliza de seguro.
Para el caso de Beatriz y Fabián, padres de dos hijos que cursaban la escuela superior, la pérdida del vehículo robado, dañado o destrozado significó un daño casi irreparable que se agregó al pago de la hipoteca de una casa que adquirieron en Hartford y la compra de un automóvil usado. La policía les dijo que los juveniles provenían de hogares sin recursos en lo cuales sus padres no trabajaban y que les habían dado mal ejemplo.
“Alquilan un departamento y están dependiendo del bienestar público. Este joven necesita orientación,” nos dijeron como si nosotros que trabajamos, mi esposo en construcción y yo en una tienda de comidas rápidas, debiéramos responder por la irresponsabilidad de otros.
Es cierto que en la legislatura de Connecticut se conocen estas situaciones, pero como en estos casos no hay indocumentados, la ley no castiga y los seguros no responden a estas crisis. Son incontables los casos en que los juveniles causan daños o roban partes de los tubos de escape de ciertas marcas de automóviles que venden a especuladores y si usted reclama a la compañía de seguros a la que debe pagar las elevadas cuotas, prepárese para cubrir también la reparación.