De visita en la Parroquia de Nuestra Señor de Guadalupe, Mons. Efraín Mendoza Cruz, Obispo de la Diócesis de Cuautitlán, en compañía del Párroco Francisco Pérez y de los Vicarios Pbros. Santiago y Alejandro Hernández como del P. Jesús Vieyra, exhortó en la homilía dominical que: “Para llegar a la cima del encuentro, personal, social y familiar con Dios es preciso encontrar a Cristo en el rostro sufriente del necesitado;.
Frente a una sociedad individualista cuya principal tentación, al apartarse de Dios, la incapacita al encuentro solidario con el hermano; por lo cual es necesario iniciar un camino cuaresmal mediante el alimento y la escucha activa de la Palabra, que es Jesucristo, verbo encarnado de Dios”.
Monseñor Mendoza, refirió que en el Monte Tabor, Dios pronunció su última palabra en Cristo, al decir: “Este es mi hijo muy amado: Escuchadle. Estas palabras debe resonar en la mente y en el corazón del cristiano para hacerse vida y transformar la realidad doliente, que acontece a nivel personal, social y familiar.
El Dios fiel que mantiene su alianza, refiere Monseñor Mendoza, espera de nosotros sus hijos, tengamos el corazón, la mente , el espíritu y la conciencia abierta para hacer realidad la misión que nuestro Señor Jesucristo nos ha encomendado de vivir, conocer, celebrar, proclamar para actualizar su obra salvadora.
Advirtió, que es una tarea difícil pero no imposible a ejemplo de San Pablo, en la Carta dirigida a Timoteo, le expresa el testimonio y la vivencia que tuvo que padecer, como misionero y apóstol de Jesús, refiriéndose a la tarea evangelizadora cuyos retos son grandes sufrimientos, como persecución, cárcel, privaciones por escuchar a Dios y ponerla en práctica.
En la vida cristiana no hay gloria, sin cruz. Así, como Jesucristo preparó, la mente de sus discípulos: “Pedro, Santiago y Juan ; para pasar del monte Tabor de la Transfiguración al Monte de la desolación del Monte Calvario, les preparo a no dejar de confiar en su Señor. La última respuesta no fue muerte, sino vida; en Cristo Resucitado.
Al hombre de nuestros días, también nos prepara, para que ante las pruebas que hemos de enfrentar sepamos, por la pedagogía de Jesucristo que la Transfiguración es una anticipación del gozo y encuentro con Dios es para disfrutarlo, y sea consolación ante momentos de desolación y de prueba.
Solo la revelación cristiana, da una respuesta al problema del mal, desde una perspectiva vital, a imagen del Cristo crucificado, que padeció, murió y resucito; los cristianos, estamos llamados a configurarnos con Cristo, que por nosotros sufrió y la Cruz pasó a ser del mal mayor, al lugar escogido por Dios para liberarnos y darnos su redención.
La Nota Mensajera de Radio San Juan Diego
Por: Patricia Lizardi
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