AGUA FRÍA, Panamá (AP) — En un aislado cementerio de la provincia panameña del Darién, un grupo de migrantes que perdió la vida al intentar cruzar el tramo más traicionero en su ruta hacia Estados Unidos fue enterrado en una fosa con una tarjeta que contiene los pocos datos que han reunido los investigadores forenses en caso de que alguien reclame los cuerpos algún día.
Los funcionarios, con trajes de protección blancos, sepultaron 15 cuerpos -12 adultos, dos osamentas y un feto- en el pequeño camposanto de Guayabillo en Agua Fría. Un sacerdote con un crucifijo, una vela y dos flores blancas colocadas sobre una pequeña mesa al lado de la fosa realizó una ceremonia sencilla. En las bolsas de los cadáveres se colocaron en una hoja blanca plastificada indicaciones como “Desconocida en Bajo Grande”, “Desconocido de Rio Tuqueza”, “Infanta desconocida” y “Osamenta desconocida”.
“Es la mínima cosa que se puede hacer, enterrarlos dignamente”, dijo a The Associated Press el sacerdote Nicolás Delgado Diamante, quien lleva 25 años en Darién.
Desde hace mucho los migrantes que logran sobrevivir el cruce de la inhóspita jungla del Darién han dado testimonio de la presencia de numerosos cadáveres a lo largo de una ruta en la que se topan con un tramo al que llaman la “Montaña de la muerte”, con ríos caudalosos -especialmente en temporada de aguaceros-, insectos y víboras venenosas. Sin embargo, se sabía poco sobre lo que sucede con los cuerpos de esos migrantes que mueren durante un cruce de varios días ya sea por enfermedades naturales, accidentes, ahogamientos u otras causas.
En lo que va del año se han recuperado al menos 50 cuerpos en Darién, según los reportes de las autoridades forenses y de investigación.
Esa cifra supera la de años anteriores en que el hallazgo de cuerpos promediaba entre 20 y 30 y refleja la mayor ola migratoria irregular que se ha registrado en el Darién en algo más de una década. Según las autoridades, más de 90.000 —en su mayoría haitianos procedentes de naciones sudamericanas como Chile y Brasil— han efectuado esa travesía este año.
“Esa cifra es una cantidad mínima de la que hay de restos humanos en todo el trayecto”, señaló el doctor José Vicente Pachar, director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Panamá. “Muchos de ellos fallecen de manera natural, por ejemplo, les da un infarto, se caen, pero nadie les va a dar atención. Se quedan allí o son asaltados o viene la corriente de agua y se lleva los cadáveres”. Las picaduras de mosquitos y mordeduras de culebras venenosas también son comunes.
Pachar reconoció que no hay forma de hacer una investigación profunda sobre los hallazgos, para la que se necesitaría apoyo internacional, “para ir por las sendas, las trochas, porque todas las descripciones y testimonios (es) de que hay restos humanos”.