Ayer, la familia Kennedy era realeza entre los demócratas. Hoy los demócratas bloquearon la candidatura presidencial de Robert Kennedy (Boby Junior), quien armó una candidatura independiente, lo torpedearon, ahora Boby ahora apoya al republicano Donald Trump.
George W. Bush y Dick Cheney se juramentaron en enero del 2001, en septiembre tuvimos el 9/11, siguió la “guerra contra el terrorismo”, y la invasión a Irak. Mataron millones. Halliburton, la compañía de Cheney, se ganó miles de millones.
Hoy Cheney apoya a Kamala Harris, quien expandirá las guerras del presidente Joe Biden, multiplicando las ganancias de Halliburton, ¿cuántos millones matarán?
El inmenso Leonard Cohen nos enseñó que “a veces sabes de qué lado estás, solo viendo quién esta del otro lado”.
Votar por Kamala, favorece a Cheney, expandirá las guerras. Votar por Trump, favorece a Kennedy, expandirá el pacifismo, vivimos una confusa y profunda transición política, resulta innegable.
Quizá el transfuguismo fue la primera manifestación pública del cambio.
Quienes ayer se odiaban, hoy se aman.
Debemos “desaprender” todo lo que creíamos saber, para aprender todo otra vez, las reglas de ayer no aplican hoy, las explicaciones anteriores hoy no tienen sentido.
Cuando Cheney que gana con las guerras, pacta con los demócratas guerreristas, no queda nada por preguntar, todo está absolutamente claro.
“La obsenidad empieza precisamente cuando ya no hay más espectáculos, ni escenas, todo se hace transparente, con visibilidad inmediata, cuando todo es expuesto a la cruda e inexorable luz de la información y la comunicación”, dice Jean Baudrillard en su ensayo el “Extasy de la Comunicación”.
Kamala exhibe el apoyo de Cheney como una medalla de honor, entre ellos hay compromisos, él no se volverá pacifista, ella se entregó a los guerreristas. Con Kennedy apoyando al candidato republicano y Cheney al demócrata, no hay dudas, el mundo está patas arriba.