A los urgentes problemas del acelerado cambio climático, la ola creciente de calores sofocantes, las intensas sequías, la paulatina desaparición de lagos y ríos, el rápido derretimiento de los polos, las inclementes lluvias e inundaciones, los constantes incendios en amplias regiones del planeta, y la guerra entre Rusia y Ucrania, preámbulo de una tercera guerra mundial; el mencionar que estamos al borde de una guerra atómica golpea nuestra conciencia que va despertando ante un peligro cada día más inminente.
Este es el tema de los eventos programados para recordar el bombardeo nuclear a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki utilizados como el argumento bélico final que en 1945 conllevó a la rendición incondicional del Japón.
Aunque esta actividad auspiciada por la organización pacifista The Quakers Friends, se ha efectuado por más de dos décadas auspiciada en West Hartford, la de este año 2023 tiene especial significación porque según los expertos, estamos al borde de una guerra nuclear entre potencias con capacidad de aniquilar lo que queda de nuestra desanimada y decaída civilización. Ya Vladimir Putin ha estado amenazando con una “gran guerra,” insinuando el uso de bombas atómicas tácticas de común acuerdo con China.
Cada año el Japón y grupos religiosos y cívicos recuerdan el único bombardero nuclear sobre dos ciudades donde las víctimas fueron una cantidad que fluctuó entre los 129,000 y 226,000 ciudadanos civiles afectados por primera vez por los efectos de las bombas que pulverizaron a quienes estaban cerca del lugar del estallido. Civiles, hombres, mujeres y niños fueron sometidos a temperaturas radiactivas superiores a los 1,000 grados Fahrenheit.
Fue difícil obtener un cálculo exacto de muertos porque la fuerza de la explosión de una sola bomba en Hiroshima hizo desvanecerse a millares de sus habitantes, decenas de miles murieron ahogados en fuentes de agua donde buscaban desesperadamente alivio para sus horrendas quemaduras, y otros miles fallecían a los pocos días sin ninguna atención médica debido a que los caminos, carreteras, hospitales y centros de salud fueron demolidos por el impacto de las bombas.
Desde hace décadas hemos ingresado nuevamente al nefasto periodo de la “Guerra Fría” que se inicia cuando Rusia, Estados Unidos e Inglaterra fueron capaces de fabricar bombas nucleares, lanzarlas intercontinentalmente y repartirse su influencia geopolítica en el mundo.
Quienes asistieron a las escuelas en la década de los años 50’ recuerdan todavía las prácticas para el caso de una hecatombe nuclear las que eran más bien simbólicas porque los estudiantes debían, al momento del anuncio de una ataque nuclear, meterse debajo de su pupitre y esperar. Es difícil e inútil protegerse del impacto radioactivo de una bomba nuclear.
Este año, António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas advirtió que esta civilización ha llegado a un punto crítico. “Una ausencia de cálculo, un error nos lleva a una aniquilación nuclear,” dijo resaltando también la crisis climática que se hace cada año más notoria en el hemisferio Norte.
Esta autoridad mundial hizo también alusión a la presente guerra en Ucrania en la que se enfrentan directamente Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Atlántico Norte y la Rusia de Vladimir Putin y sus aliados que ahora incluyen a algunas naciones africanas.
En este sentido el análisis del profesor Raúl Sohr, experto en temas militares expuso en su libro “Las Guerras que nos esperan,” lo que ha sido una guerra fría moderna en cierto modo limitada a conflictos bélicos violentos pero aislados en las áreas de influencia que disputan las potencias.
Ahora la situación cambia porque aumenta sin cesar la beligerancia creciente entre Rusia, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en Ucrania y las amenazas de guerra en Taiwán donde USA se enfrenta con China y su apéndice de Corea del Norte.
Rusia cuenta ahora con unos 6,000 proyectiles nucleares y los Estados Unidos con 5,000 mientras se estima que Israel cuenta ya con proyectiles nucleares e Irán está en un proceso acelerado de acumulación de plutonio, elemento fundamental para construir una bomba atómica.
De acuerdo a un artículo de Tom Nichols titulado “No tenemos una estrategia nuclear,” éste describe el posible intercambio de ataques nucleares que funcionarían con ataque nuclear, respuesta nuclear, contraataque nuclear, y respuesta nuclear donde se irían devastando e irradiando radiación atómica en el planeta. Este interesante artículo lo publicó la revista Atlantic.
De lo que estamos seguros es que en una posible guerra nuclear no habrá vencidos ni vencedores y toda la humanidad será la gran perdedora.
Un evento recordatorio del aniversario número 78 del bombardeo nuclear sobre Hiroshima y Nagasaki tendrá lugar este domingo 6 de agosto entre las siete y las nueve de la noche en el centro de reuniones de la congregación Amigos Cuáqueros localizada en el número 144 de la South Quaker Lane en West Hartford entre las siete y las nueve de la noche. Se proveerá información, música y poesía.
El miércoles 9 de agosto se llevará a cabo una vigilia entre las 11:30 a.m. y mediodía en el terreno del Old State House en el centro de Hartford.